Gran variedad en las previsiones para África en 2018

Alex Vines. Blog África Vive

Imagen: Paul Saad

Este último año ha estado marcado por cambios de liderazgo y acontecimientos sin precedentes en diversos países de África subsahariana. Buena parte de ellos no se habían previsto para 2017.

Los líderes regionales de la Comunidad Económica de Estados de África Occidental (CEDEAO) se aseguraron de que el presidente Yahya Jammeh se sometiera a la voluntad del pueblo de Gambia y pusiera fin a sus 22 años de gobierno. Además, el presidente Robert Mugabe, el único líder que ha tenido Zimbabue en sus 37 años de independencia, fue obligado a dejar su cargo.

En Angola, José Eduardo dos Santos, que también había sido presidente durante 37 años, terminó su mandato y puso en marcha una transición sin grandes complicaciones. En Somalia, Mohamed Abdullahi «Farmaajo» Mohamed superó a sus rivales, que estaban bastante más consolidados, y obtuvo la victoria en las elecciones presidenciales de febrero; y en Kenia, el tribunal supremo hizo historia al declarar nulo el resultado de las elecciones del pasado agosto.

Tras dejar atrás la guerra, Liberia ha organizado sus elecciones por primera vez sin necesidad de intervención por parte de la ONU, y los problemas surgidos durante la primera vuelta se resolvieron en los tribunales, no en las calles, lo que ha supuesto que este fuera el primer cambio de presidente sin violencia desde 1944.

Este aumento de los recursos ante los tribunales demuestra una mayor confianza en el poder judicial, así como una mayor independencia de este respecto a los demás poderes. También refleja que el refuerzo del estado de derecho y unas instituciones más consolidadas pueden apaciguar las crisis políticas.

No obstante, durante el año pasado también se socavaron principios democráticos, pues la represión aumentó en Etiopía, Zambia, Tanzania y Camerún, entre otros países; a lo que habría que sumar las crisis de Sudán del Sur y la República Democrática del Congo, para las que por ahora no se ha hallado una solución.

Las elecciones presidenciales de 2018 supondrán un desafío para varios líderes afianzados en el poder y servirán como prueba de fuego para los líderes emergentes. El presidente Abdelfatah Al-Sisi tiene la victoria casi asegurada en Egipto, mientras que en Camerún el presidente Paul Biya extenderá con mucha probabilidad sus 35 años de gobierno si logra la victoria en octubre, al igual que su homólogo en Mali, el presidente Ibrahim Keita, que tratará de revalidar la presidencia en agosto.

Pero el resultado no se anticipa con tanta claridad en Sierra Leona, en cuyas elecciones (que se celebrarán en marzo) Kandeh Yumkella, candidato del partido «Congreso de Todo el Pueblo», se enfrentará a Julius Maada Bio, que volverá a representar al Partido Popular de Sierra Leona. En la República Democrática del Congo, la incertidumbre continuará en 2018 después de que se aplazaran (en 2016) las elecciones presidenciales. Joseph Kabila lleva 16 años en la presidencia y se muestra reacio a renunciar a su cargo, aunque, a diferencia de otros líderes vecinos en Brazzaville, Kampala y Kigali, no parece lo suficientemente poderoso como para reformar la constitución y continuar en la presidencia. En Sudan del Sur, el presidente Salva Kiir quiere celebrar elecciones en julio, pero la ONU considera que no deberían producirse hasta que haya una paz duradera y estable. Las elecciones de Zimbabue, que tendrán lugar en julio o agosto, serán seguidas muy de cerca. El presidente Emmerson Mnangagwa aspira a lograr un mandato democrático después de que el ejército obligara a Mugabe a renunciar al poder el pasado mes de noviembre. Si las elecciones son pacíficas y creíbles, el ritmo de las reformas podría acelerarse, lo que resultaría en un gobierno nuevo y más ambicioso.

Las economías más dinámicas, como Etiopía, Costa de Marfil y Ruanda, han logrado mantener tasas de crecimiento superiores al 7% (Imagen: Gobierno de Ruanda)

Las economías más dinámicas, como Etiopía, Costa de Marfil y Ruanda, han logrado mantener tasas de crecimiento superiores al 7% (Imagen: Gobierno de Ruanda)

Las elecciones municipales de Mozambique en 2018 darán mayor influencia al movimiento opositor RENAMO. Su alto al fuego ya lleva en vigor un año y es probable que a principios de 2018 se lleven a cabo negociaciones para acordar unas elecciones presidenciales directas en 2019 a cambio del desarme y la reintegración de su brazo armado.

En Togo habrá elecciones municipales y parlamentarias en junio o julio, y la oposición, alentada tras exitosas manifestaciones en 2017, obtendrá probablemente buenos resultados, aumentando la presión ejercida contra el presidente Faure Gnassingbé, que en 2018 cumple 13 años en el poder.

Como las tendencias políticas en África subsahariana han sido divergentes, su desarrollo económico también lo ha sido. Aunque de media el crecimiento ha aumentado ligeramente a lo largo de todo el continente, yendo del 1,3% de 2016 hasta un 2,4%, esta cifra oculta la inmensa heterogeneidad de las situaciones en las que se encuentran los diversos países y de los acontecimientos que se han producido en ellos.

Nigeria y Sudáfrica, las antiguas potencias continentales, han atravesado períodos de recesión a causa de los bajos precios de los combustibles y de los metales en todo el mundo, pero las economías más dinámicas, como Etiopía, Costa de Marfil y Ruanda, han logrado mantener tasas de crecimiento de más del 7%. Es probable que este año sea más favorable para los exportadores de minerales, petróleo y gas natural, pues los precios de estos bienes están aumentando. Pero las consecuencias de la reciente caída de sus precios aún se están dejando notar. A su vez, los costes del servicio de la deuda y el aumento de los niveles de esta serán dos de los asuntos más preocupantes durante este año. También se acrecentará la presión de los gobiernos africanos sobre las empresas multinacionales para que estas declaren sus ganancias, como ya hizo en 2017 el presidente de Tanzania, John Pombe Magufuli.

Además, durante este año, las áreas más afectadas por conflictos producirán aún más personas desplazadas dentro de los distintos países.En la República Democrática del Congo, la inseguridad aumentará en las regiones de Kivu y Kasai. Burundi no hallará una salida a la crisis, pues el presidente Pierre Nkurunziza sigue reprimiendo a la oposición pacífica. Sudán del Sur también sigue en crisis a pesar del alto al fuego. El líder rebelde Riek Machar sigue bajo arresto domiciliario en Sudáfrica.

Boko Haram seguirá desestabilizando el nordeste de Nigeria y extendiéndose a regiones vecinas (Níger, Chad y Camerún); y seguirán perpetrándose atentados en el Sahel y ciertas zonas del norte de África.

La Unión Africana comenzará a retirar sus tropas de Somalia, pero los milicianos de Al-Shabab están lejos de ser derrotados y seguirán atentando a lo largo de 2018, ya que las fuerzas armadas somalíes aún no están en condiciones de sustituir a la AMISOM de la Unión Africana.

La inseguridad en África también ha supuesto la intervención de otros países. Hay más de 2.500 soldados, policías y asesores militares chinos desplegados en seis misiones de la ONU en África. Cuatro de ellas están en Darfur, la República Democrática del Congo, Mali y Sudán del Sur. También hay contingentes similares en Costa de Marfil y el Sáhara Occidental. En 2015, el presidente Xi Jinping prometió destinar cien millones de dólares en ayuda militar para la Unión Africana. Además, China proporciona ayuda a diversos países africanos para que sean más hábiles y efectivos en áreas como la lucha contra el terrorismo.

Imagen de Camp Lemmonier, base militar estadounidense en Yibuti (Imagen: USAFRICOM).

Imagen de Camp Lemmonier, base militar estadounidense en Yibuti (Imagen: USAFRICOM).

Desde 2008, China ha proporcionado apoyo en operaciones contra la piratería en el Golfo de Adén. Y, además, en agosto del año pasado se inauguró en Yibuti la primera base militar china en el extranjero para apoyar sus operaciones navales. Pero China no es la única. En febrero del año pasado, los Emiratos Árabes Unidos también establecieron una base militar en Somalilandia, y ya en 2015 habían establecido otra en Eritrea. Además, Turquía inauguró una base militar de entrenamiento en Somalia el año pasado, y Arabia Saudí está planeando establecer una en Yibuti.

Pero la mayor fuerza militar extranjera en África sigue siendo Francia, con 4.000 soldados en la Operación Barkhane en el Sahel y otros 3.000 en sus bases militares e instalaciones de entrenamiento en Senegal, Yibuti, Costa de Marfil y Chad. África seguirá siendo una de las prioridades de la política exterior francesa bajo el mandato de Emmanuel Macron.

Los Estados Unidos también están aumentando su presencia, y 2017 marcó el décimo aniversario del Mando África de Estados Unidos. Hay unos 4.000 soldados en Yibuti en el Campamento Lemonnier, la única instalación militar oficial estadounidense permanente en África, y otros 800 en Níger. Washington ha doblado su presencia militar en Somalia hasta un total de 500 soldados a lo largo de los últimos seis meses.

También se dice que Rusia está tratando de establecer una base en Sudán (después de que Yibuti no les permitiera hacerlo en su territorio) y que la India pretende ampliar su influencia naval en el Océano Índico, incluyendo las Seychelles.

Los acuerdos relativos a la seguridad en África, al igual que las tendencias políticas y económicas, seguirán mostrando divergencias en 2018. Los países y regiones del continente avanzarán por caminos distintos mientras África sigue globalizándose y creando lazos cada vez más estrechos con el comercio y la política internacional.

Alex Vines ha sido director del Programa de África en Chatham House desde 2002, y en 2008 se convirtió en director de Estudios Regionales y Seguridad Internacional. En 2012, Alex fue nombrado director de Estudios y Derecho Internacional.

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