Tras la disolución de la Constitución, Guinea se enfrenta a un nuevo panorama político que no está exento de incertidumbres

Guinea: escenario de un nuevo golpe de Estado

AFP/ CELLOU BINANI - La gente celebra en las calles con miembros de las fuerzas armadas de Guinea tras la detención del presidente de Guinea, Alpha Conde, en un golpe de estado en Conakry, el 5 de septiembre de 2021

En la mañana del 5 de septiembre, militares de las Fuerzas Especiales procedieron a desplegarse en la capital de la República Guinea, Conakry, sentenciando el destino que deparaba, una vez más, al país africano. Durante varias horas, Conakry escenificó una ofensiva entre el Grupo de Fuerzas Especiales (GFS) y la Guardia Republicana de Guinea desembocando en un nuevo golpe, protagonizado por el líder de las GFS, Mamady Doumbouya.

Tras el corte de los accesos al Palacio Presidencial, el ahora expresidente del país, Alpha Condé, fue capturado y depuesto. Tras su deposición, Doumbouya anunciaba la disolución de las cortes, la suspensión de la constitución y el cierre de las fronteras, además de anunciar el establecimiento del “Comité Nacional para la Reconstrucción y el Desarrollo”, organismo encargado de dirigir el país. 

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“Llamamos a nuestros hermanos de armas a la unidad para responder a las aspiraciones legítimas del pueblo de Guinea, les invitamos a quedarse en sus cuarteles y a continuar con sus actividades, no cometamos los errores del pasado”, anunciaba en un vídeo grabado y difundido a la población.

Esta declaración ha sido acogida con éxito entre la población después de que Alpha Condé se sumiera en una polémica tras decidir presentarse en el año 2020 a un tercer mandato presidencial que iría en contra de lo estipulado por la constitución. Desde entonces, la oposición ha estado dividida entre aquellos quienes optaban por negociar y los que preferían ejecutar un boicot electoral y no de diálogo. Tras la decretación del golpe, la actual Junta Militar deberá establecer una nueva hoja de ruta para decidir si el país dispondrá de un gobierno civil o un gobierno militar, como ocurrió durante el mandato de Lansana Conté entre 1984 y 2008. 

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A Guinea, este nuevo golpe le precede una serie de golpes militares que han gobernado el país con violencia y despotismo. Desde su independencia de Francia en 1958, Guinea estuvo gobernada hasta el 2010 por dictadores, tanto militares como civiles. No fue hasta este año que el país guineano fue testigo de sus “primeras elecciones democráticas”, según anunció Naciones Unidas tras 50 años de Independencia.

En 1958, año en el cual Guinea contaba con su primer presidente, Ahmed Sékou Toure, el país se negó a unirse al entonces grupo político francoafricano propuesto por el general francés, Charles de Gaulle, proclamando, de esta forma, la independencia del Estado. Así, Guinea resultó ser el único país francófono que rechazó formar parte de la Comunidad Francesa. Después de este retroceso, Francia decidió retirar del país a sus funcionarios y líderes. 

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Sin embargo, Sékou se convirtió en un presidente antidemocrático que consiguió ostentar el título presidencial desde 1958 hasta 1984. Durante su mandato, el expresidente ejecutó medidas férreas que prohibían la libertad de prensa o la oposición política. Tras su fallecimiento por un fallo cardiaco a los 62 años, el entonces general Lasana Conte impuso un nuevo régimen militar que estaría vigente hasta el año 2008. Posteriormente un Consejo militar liderado por el general Moussa Dadis Camara, quien lideró un golpe de Estado contra Conté, fue víctima de un intento de asesinato en el año 2009 que le obligaba a huir del país. Posteriormente, el comandante militar Sekobi Konate asumió el control del gobierno interino, sucediendo al presidente Camara quien se mantuvo exiliado en Burkina Faso mientras el país estallaba en violentas protestas que costaron la vida a 150 personas, según Naciones Unidas.

Cambiando la estela política que había impregnado Guinea durante más de 50 años, el presidente Konate se comprometió a restaurar un gobierno civil y trabajar en la restauración de instituciones constitucionales. De esta forma, Guinea fue testigo de sus primeras elecciones democráticas para elegir a un presidente democrático entre 24 candidatos, entre los que se erigían como favoritos los ex primeros ministros Selo Daline Diallo y Sidia Touré, además del oponente histórico Alpha Condé.  

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Tanto Condé como Diallo obtuvieron el mayor número de votos en la primera vuelta de las elecciones, mientras que las segunda fue cancelada por acusaciones de fraude electoral. Posteriormente, la Comisión Electoral de Guinea declaró a Alpha Condé como ganador de las elecciones presidenciales, con el 52.5% de los votos.

Sin embargo, los partidarios de Diallo afirmaron que las elecciones fueron amañadas y no aceptaron los resultados, lo que dio lugar a intensos enfrentamientos con la policía. En esta convulsa situación, el ex secretario general de la ONU, Ban Ki-Moon instó a los ciudadanos de Guinea a “aceptar los resultados y resolver los enfrentamientos a través de la legalidad”.

Aun así, la calma política no se mantuvo durante demasiado tiempo. Semanas después de asumir el poder, Condé consiguió sobrevivir a un intento de asesinato en el año 2011 tras un ataque de los militares en su cuartel, ofensiva en la que murieron los dos guardaespaldas del mandatario. 

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En 2015 Condé ganó un segundo mandato después de obtener una mayoría absoluta en los comicios celebrados el 11 de octubre de ese mismo año. En un momento en el que su mandato estaba llegando a su fin, el expresidente decidió ejecutar un polémico proyecto constitucional que le permitiría estipularse ante un tercer mandato. A pesar de contar con el rechazo de la oposición, Condé consiguió el 91.59% de los apoyos en un referéndum de consulta popular.

En esta línea, en las elecciones de 2020, Condé consiguió ganar los comicios con una abrumadora victoria que correspondía a 2.4 millones de votos frente a los 1.26 millones de la candidatura de la oposición, Dalene Diallo. A pesar de ello, la oposición rechazó los resultados y llamó a la población a levantarse contra el presidente. De esta forma, partidarios de la oposición levantaron barricadas y se enfrentaron con las autoridades, enfrentamientos que acabaron con la vida de decenas de manifestantes y policías.

La situación política en Guinea continúa siendo convulsa. A pesar de los tímidos atisbos por instaurar la democracia en el país, el empobrecimiento de la población, la crisis económica, la inseguridad y los múltiples intentos de Condé por mantenerse en el poder han conducido al país a volver a la restauración gubernamental a través de la violencia y la fuerza. Esta mezcla de las desavenencias económicas y políticas hacen que Guinea encabece la lista de los países más inestables del continente africano. 

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