Hollande maniobra en Marruecos para evitar que Francia pierda poder e influencia

Paco Soto

Pie de foto: De izquierda a derecha, el presidente de Francia, François Hollande, y el rey de Marruecos, Mohamed VI.

El presidente de Francia, el socialista François Hollande, realizó recientemente una visita “de trabajo y amistad” al Reino de Marruecos, según dijeron los asesores del mandatario galo. El viaje institucional de Hollande duró dos días, el 19 y 20 de septiembre, en Tánger, y el presidente francés fue recibido en la capital del Estrecho por el rey de Marruecos, Mohamed VI. Hollande dejó claro su objetivo: “Quiero que Francia y Marruecos puedan iniciar una nueva fase de asociación”, porque “tenemos una voluntad común de actuar en África y también de luchar contra el terrorismo, que es nuestra mayor prioridad”. En este sentido, los dos países firmaron un acuerdo para la formación teológica de imanes musulmanes franceses en Marruecos, en el Instituto Mohamed VI, para frenar la radicalización de algunos franceses e inmigrantes de confesión islámica. El acuerdo fue sellado entre el jefe de la diplomacia gala, Laurent Fabius, y el ministro marroquí de Asuntos Islámicos, Ahmed Toufiq. Según las autoridades francesas, Francia, a día de hoy, no tiene capacidad suficiente para llevar a cabo esta formación. En cambio, Marruecos, según sus dirigentes, promueve un islam abierto al diálogo y moderado, y ha impulsado un programa de formación de imanes en países musulmanes africanos como Malí.

El viaje de Hollande se llevó a cabo tras un largo periodo de tensiones diplomáticas entre Francia y Marruecos. Oficialmente, la crisis bilateral acabó hace unos meses, pero, “simbólicamente, esta visita demuestra que se ha superado”, según declaró a un medio galo el especialista en el Magreb Pierre Vermeren. Además de representantes de grandes grupos empresariales franceses, Hollande estuvo acompañado por varios ministros. La ciudad de Tánger, donde las empresas francesas desempañan un papel clave en grandes obras públicas como el puerto Tánger MED, tercero más grande de África, y la línea de tren de alta velocidad entre la capital del Estrecho y Casablanca, metrópoli económica del país magrebí, simbolizó el acercamiento diplomático y económico entre París y Rabat. Francia, antigua potencia colonial de cuatro de los cinco países del Magreb (Argelia, Marruecos, Túnez y Mauritania), no quiere quedarse atrás en el Reino de Marruecos desde el punto de vista económico, político y geoestratégico. Y tiene muy en cuenta que España, segundo socio económico de Marruecos, y otros países occidentales y árabes le pisan los talones a Francia.

Estrategia socialista gala

Los actuales gobernantes socialistas franceses no han convertido a Marruecos en su enemigo, pero su estrategia con el país magrebí es menos complaciente que la que llevó a cabo la derecha en tiempos de los presidentes Jacques Chirac y Nicolas Sarkozy. Los dirigentes marroquíes sospechan que Hollande está más cerca de Argelia que de Marruecos, y el viaje que realizó a Argel el mandatario galo el pasado mes de junio inquietó a Rabat. Francia intenta mantener un equilibrio razonable entre los dos grandes países rivales del Magreb, y sabe que Argelia, gran productor de hidrocarburos, y Marruecos, el Estado más estable de la región, son fundamentales para sus intereses económicos y políticos. Por eso mismo, Francia apoya las reivindicaciones marroquíes en el conflicto del Sáhara Occidental, y trata de estabilizar sus tensas relaciones diplomáticas con Argelia y superar definitivamente los traumas que provocó en ambos países la guerra de liberación nacional argelina contra el colonialismo galo.

Desde el punto de vista político y simbólico, cabe destacar la importancia de que dos ministros de origen marroquí, la titular de Educación, Najat Vallaud- Belkacem, y la responsable del Ministerio de Trabajo, Myriam el-Khomri, acompañaran a Hollande en su viaje a Tánger. En este contexto, los calurosos encuentros entre Hollande y Mohamed VI y los acuerdos económicos y empresariales en ámbitos como las energías renovables y la formación profesional significaron un espaldarazo político a la nueva etapa de las relaciones bilaterales. Fuentes diplomáticas francesas comentaron que “desde hace varios meses ya no estamos en un periodo de reconciliación sino de impulso de una relación densa”. “Con este viaje hay una voluntad de poner en escena la amistad entre los dos países y sus jefes de Estado”, aseguró Pierre Vermeren.  

Origen de la crisis

La crisis diplomática y política entre Francia y Marruecos empezó en febrero de 2014, después de que un juez francés decidiera perseguir al jefe de la Dirección General de la Vigilancia del Territorio (DGST, servicio de contraespionaje interior) de Marruecos, Abdelatif Hammouchi, por su presunta “complicidad” en varios casos de tortura. La Policía se presentó en la residencia del embajador marroquí en París para entregar a Hammouchi una convocatoria del juez de instrucción. El presidente François Hollande y el rey Mohamed VI hablaron por teléfono de este asunto, pero no consiguieron reconducir la situación. Tampoco lo logró el primer ministro galo, Manuel Valls. Entonces, el Gobierno marroquí del islamista Abdelilah Benkirane decidió romper la colaboración judicial con Francia. Fue la respuesta de Marruecos, alentada por el soberano alauí, a la decisión judicial francesa.

Otros acontecimientos posteriores envenenaron aún más las relaciones bilaterales. Por ejemplo, la huelga de hambre que llevaron a cabo  una veintena de franceses presos en cárceles marroquíes para pedir el traslado a su país de origen, o el humillante cacheo al que fue sometido el ministro marroquí de Asuntos Exteriores, Salaheddine Mezouar, en el aeropuerto parisino de Roissy-Charles de Gaulle. Las declaraciones atribuidas a un diplomático francés en las que dijo que Marruecos es un  “amante” al que Francia tiene que aguantar aunque no le guste, empeoraron la crisis. Otro incidente que Rabat no perdonó a París  fue el que protagonizó un excapitán del Ejército del Aire marroquí en el Hospital Val-de-Grâce de París.

El antiguo militar, que fue encarcelado en Marruecos por denunciar la corrupción en las Fuerzas Armadas Reales (FAR), entró en la habitación donde se encontraba ingresado el general Abdelaziz Bennani, hombre clave en la institución militar de Marruecos durante años, y lo insultó, sin que la seguridad del hospital consiguiera impedirlo. Por orden expresa del rey Mohamed VI, la relación franco-marroquí ha mejorado sustancialmente, pero en Francia existen voces muy críticas con la situación política en Marruecos. Algunos colectivos de magistrados franceses denunciaron que el presidente Hollande y el Gobierno de Valls han hecho concesiones inadmisibles a Marruecos en material judicial y de respeto a los derechos humanos. La Federación Internacional de Derechos Humanos (FIDH) también se sumó a esta crítica y Reporteros Sin Fronteras (RSF) lamentó que en el terreno de la libertad de prensa Marruecos ocupe el puesto 130 sobre 180 países analizados. 

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