Innovación, innovación, esta es la cuestión

Anwar Zibaoui

Los modelos económicos en vigor están sin aliento por la velocidad con la que se suceden los cambios. Globalización, ultra-liberalismo, transformación digital, avances tecnológicos, blockchain, economía colaborativa, concentración urbana y desertización del mundo rural. Numerosos cambios que los gobiernos luchan por regular. Es preciso dar nuevas respuestas.

El cambio tecnológico amenaza empleos, pero también crea alternativas. Las relaciones en el trabajo, entre empresas, empleados, los servicios, la movilidad... están cambiando. La única clave para avanzar es mejorar en innovación y educación. Como en todo lo demás, el futuro de Europa, África y el Mediterráneo esta en adaptarse, compartir experiencias y avanzar juntos.

Siguiendo el modelo actual, los gobiernos mediterráneos se centran en la creación de empleos, no en la creación de empresas. Un modelo caducado que consiste en lanzar programas masivos de empleo público, en lugar de financiar e invertir en empresas exitosas que crearan empleos.

La región mediterránea tendrá que crear cientos de millones de nuevos empleos en las próximas tres décadas. Este desafío presenta una oportunidad para que la región transforme sus economías y aproveche la creatividad de su gran población juvenil y el poder disruptivo de la tecnología para crear riqueza.

Nos guste o no, las líneas de producción requerirán cada vez menos mano de obra gracias a las máquinas más eficientes, la automatización y la robótica. Además, la próxima ola traerá inteligencia artificial, impresión 3D y nuevas capacidades que harán que el trabajo adicional sea redundante. Sabemos ya, que 8 de cada 10 puestos de trabajo se perderán por las nuevas tecnologías --no por la inmigración o la globalización-- y el 64% de trabajo existente hoy será automatizado y el 66% de los puestos de trabajo para los próximos 10 años todavía no se han inventado.

Ante este panorama, y como dijo Benjamín Franklin: "Una inversión en conocimiento paga el mejor interés", está claro que el progreso económico está relacionado directamente con actividades de formación e innovación y hay una correlación entre progreso social y la actividad empresarial.

El ciclo de vida de las empresas debe enseñar a muchos países que el secreto de la eterna juventud es la constante innovación. Las empresas, como las personas, envejecen. Comienzan la vida con ganas de luchar y vivir, alimentado por energía juvenil e ideas frescas. Compiten, se expanden, maduran, y, finalmente, con pocas excepciones, se desvanecen. Lo mismo le puede pasar a los países que pueden perder la ambición de la juventud y dejarse caer en la complacencia.

El espíritu empresarial y el sector privado pueden impulsar la adaptación a la tecnología y la innovación, pueden ser el vehículo para implicar a los jóvenes y avanzar. Requiere trabajar por un cambio de mentalidad, animar a los jóvenes a crear sus propias empresas. Hay que impulsar un nuevo marco mental, una nueva actitud. La innovación trae riesgos, pero también oportunidades. Las personas innovadoras asumen esos riesgos para poder aprovechar las oportunidades.

Al hablar de innovación, parece que tratamos con teorías, de discursos intelectuales alejados de la calle y de la gente y sus problemas. Pero la innovación es el camino al desarrollo y a la supervivencia, el modelo para el ascenso de una empresa o país. La tecnología está aquí, pero por si sola no es la respuesta. Es un facilitador y acelerador de nuevas formas de ser y de hacer. Para tener capacidad de crear riqueza y tener un futuro, innovar no es una opción, es una necesidad.

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