Jumia, 'el Amazon de África', y el colonialismo digital

Alex Erquicia

Pie de foto: El codirector ejecutivo de Jumia, Sacha Poignonnec, a la izquierda, aplaude junto a la CEO de Jumia Nigeria, Juliet Anammah, en el centro, cuando las acciones de la compañía comienzan a cotizar, en la Bolsa de Valores de Nueva York, el viernes 12 de abril de 2019. AP PHOTO/RICHARD DREW

La empresa Jumia es presentada como el mayor operador de comercio electrónico africano y conocida popularmente como "el Amazon de África". El 12 de abril tuvo un exitoso debut en la Bolsa de Valores de Nueva York (NYSE), pocos años después de su fundación en 2012, junto a una campaña de marketing que ha definido a Jumia como la primera start-up (empresa emergente) africana en cotizar en la NYSE.

La compañía cuenta con operaciones en 14 países africanos, entre ellos Nigeria, Kenia, Marruecos y Egipto. Al haber alcanzado en 2012 una capitalización de mercado de algo más de mil millones de dólares, logrando el estatus de empresa "unicornio", y con la salida a bolsa en abril, Jumia supone un sonado caso de éxito para el comercio electrónico en el continente. La empresa genera ingresos principalmente a partir de comisiones, venta de bienes, cumplimiento, comercialización y provisión de otros servicios.

El número total de acciones puestas a la venta constituyó el 17,6 % del total de la compañía. Los cofundadores franceses Sacha Poignonnec y Jeremy Hodara, dos ex empleados de McKinsey, lanzaron la empresa en Nigeria en 2012 junto con el nigeriano Tunde Kehinde y el ghanés Raphael Kofi Afaedor, quienes dejaron la compañía en 2015. Su principal accionista tras la salida a bolsa sigue siendo la sudafricana MTN Group, el mayor operador de red móvil de África, que era dueña de un 29.7% de la empresa antes de su cotización. Entre otras dueñas, principalmente extranjeras, están la incubadora alemana Rocket Internet, que controlaba un 20.6%, Millicom International Cellular y Chelsea Wharf Holdings, con sede en Luxemburgo, y otras empresas alemanas y francesas y belgas, como recoge la empresa en el registro de salida a bolsa presentado a la reguladora financiera de Estados Unidos, la SEC.

Pie de foto: Trabajadores de la empresa de comercio electrónico Jumia en el distrito de Ikeja, en la capital comercial de Nigeria, Lagos. REUTERS/AKINTUNDE AKINLEYE

Pese a ello, la celebración de los directivos de la empresa minorista, y de los miles de inversores que han comprado acciones desde entonces, se ha visto empañada al cuestionarse la identidad de Jumia como una compañía africana. La duda tiene que ver con la definición de Jumia como una empresa emergente africana cuando los altos ejecutivos son franceses, las oficinas centrales estén en Alemania (donde está incorporada) y Dubái (donde tiene su sede global) y el hecho de que su principal centro tecnológico y de desarrolladores se encuentre en Portugal.

Todo ello hace que, para los críticos, la empresa diste mucho de ser africana. Para ellos la notoria identidad europea de la empresa reduce la africana. Al ser una empresa que desarrolla su negocio únicamente en África, mientras su propiedad y parte de la infraestructura están fuera de las fronteras del continente hace valer el debate sobre si la empresa representa un caso de colonialismo digital. Se trata de una incipiente idea académica que ve a los colonialistas de hoy como entes digitales controlan la infraestructura, el acceso y los datos por parte de empresas y gobiernos extranjeros y que sucesivamente les produce dinero en sus lugares de origen (ya sea en Europa o EEUU). Hasta cierto punto la crisis geopolítica alrededor de Huawei tiene ecos de este colonialismo digital.

La polémica sobre la identidad de la empresa Jumia ha hecho que muchos africanos hayan expresado su opinión en redes sociales y otros medios de comunicación de que una empresa no puede ser africana simplemente porque su mercado principal es el continente. "No es para nada. Este modelo de negocio de tipo colonial no es nuevo", dijo la empresaria camerunesa Rebecca Enonchong. "Estamos enfadados porque hay una historia dolorosa no muy lejana allí. No queremos que esto se reproduzca en nuestro ecosistema de start-ups. Damos la bienvenida a los fundadores extranjeros para que trabajen juntos en nuestro ecosistema. Pero no queremos que nos representen, que hablen por nosotros, que pasen por nosotros", aseveró en un tuit la emprendedora tecnológica camerunesa Rebecca Enonchong.

Pie de foto: Jumia es un minorista africano en línea que ofrece productos que van desde artículos electrónicos hasta artículos para niños. REUTERS/LUC GNAGO

Preguntado por la diferenciación de si es una empresa africana o europea y sobre el capital humano de la empresa el francés Sacha Poignonnec, codirector ejecutivo de Jumia, en una entrevista en CNBC, dijo que "la realidad es que en África no hay suficientes desarrolladores (de software)... Lo sabemos y debemos abordarlo de manera colectiva porque todo debería estar en África". La plataforma de comercio electrónico emplea a 5.000 personas en África, la gran mayoría de ellos trabajadores en los almacenes, y cuenta con más de 80.000 vendedores activos en su plataforma en línea.

Hay quienes argumentan que el colonialismo digital es un fenómeno que se reproduce en distintas partes del mundo, incluida en Europa. También hay quien defiende que las corporaciones de Silicon Valley están tomando el control de la economía digital en el Sur Global, y nadie está prestando atención, como Michael Kewet de la Information Society Project de la escuela de Derecho de Yale. Kewet escribe en Al Jazeera que "similar a la arquitectura técnica del colonialismo clásico, el colonialismo digital está arraigado en el diseño del ecosistema tecnológico con fines de lucro y saqueo".

Dejando la polémica aparte, la salida a bolsa de Jumia marca un punto de inflexión para el ecosistema de start-ups africana, para la revista Quartz, dado que ilustra el momento positivo en África en lo que al sector tecnológico y comercio electrónico se refiere.

Pese a contar el año pasado con unos 4 millones de clientes y haber procesado más de 13 millones de paquetes en 2018, según datos de la compañía, Jumia acumula desde su fundación pérdidas valoradas en casi 1.000 millones de dólares. La pérdida operativa consolidada aumentó de 154,7 millones de euros en 2017 a 169,7 millones de euros en 2018 y la pérdida consolidada para el año aumentó de 165,4 millones de euros en 2017 a 170,4 millones de euros en 2018, según el documento entregado a la SEC.

Pie de foto: Un mensajero de Jumia, presentada como el mayor operador de comercio electrónico africano y conocida popularmente como "el Amazon de África". AFP PHOTO/PIUS UTOMI EKPEI

El comercio electrónico está experimentando un crecimiento en todas las esquinas del planeta. La empresa estadounidense Amazon y la china Alibaba son sus principales representantes y Jumia busca ser la referencia en el continente africano.

El debate sobre Jumia y el colonialismo digital está muy abierto y suscita una serie de dudas que quedan abiertas como ¿qué define la nacionalidad de una empresa digital?, ¿se puede lograr la descentralización tecnológica? o ¿quién se beneficia más de las operaciones del operador electrónico el mercado en el que opera o las oficinas centrales y los inversores?

El contexto euro-céntrico en el que Jumia ha logrado posicionarse como el mayor operador de comercio electrónico africano no deja de ser relevante. Mientras la internacionalización del negocio digital continúe y se produzcan nuevas salidas a bolsa de empresas africanas es muy probable que sigamos viendo casos de colonialismo digital. El debate, como muchos del mundo electrónico, solo está comenzando.

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