La crisis del Rif empaña los 100 días de Gobierno de El Othmani

Paco Soto

Pie de foto: El primer ministro marroquí, Saad-Eddine El Othmani.

Saad-Eddine El Othmani, el número dos del islamista Partido de la Justicia y el Desarrollo (PJD), lleva 100 días dirigiendo un Gobierno de coalición compuesto por seis partidos en Marruecos. El Rey Mohamed VI designó a El Othmani para el cargo de primer ministro y le encomendó la difícil tarea de dirigir un Gabinete ideológicamente heterogéneo, pero unido y estable. El predecesor de El Othmani, el líder del PJD, Abdelilah Benkirane, ganó las elecciones generales en octubre de 2016 pero no logró formar gobierno. El Othmani prometió llevar a cabo una política gubernamental seria para hacer frente a los grandes desafíos económicos, sociales y políticos de Marruecos y satisfacer las legítimas demandas de mayor bienestar y justicia de la población. La crisis del Rif, que estalló en Alhucemas en octubre de 2016 tras la muerte de un vendedor de pescado, Mohcine Fikri, ha empañado los 100 días de Gobierno de El Othmani. La contestación social y política en esta región del norte de Marruecos berberófona y tradicionalmente hostil al majzén, ha colocado a El Othmani en una situación muy delicada, porque no ha sabido hacer frente a las reivindicaciones de los rifeños y no se ha opuesto a la vía represiva para acabar con el conflicto.

Los partidos también

El PJD y otros partidos parlamentarios gubernamentales y opositores se han visto afectados por los acontecimientos del Rif, porque han sido incapaces de analizar adecuadamente lo que está ocurriendo en esta región y no han ofrecido ninguna alternativa viable y razonable a los ciudadanos. La muerte hace unos días de un joven que resultó gravemente herido en la manifestación no autorizada del pasado 20 de julio en Alhucemas, ha agravado aún más el conflicto y las tensiones en el seno del poder entre sectores que apuestan por la represión policial y judicial y grupos que defienden una política de negociación y acuerdo. El Gobierno de El Othmani no se ha pronunciado abiertamente por ninguna de las dos vías, pero en la práctica ha dado por buenos los numerosos arrestos policiales, encarcelamientos y casos de torturas a detenidos denunciados por abogados, familiares, partidos, grupos pro derechos humanos locales como la AMDH y ONGs internacionales.

El Othmani fue nombrado primer ministro el pasado mes de abril para solucionar el bloqueo político de Benkirane. El Hirak (movimiento de protesta) del Rif ha dejado al Ejecutivo debilitado y sin iniciativa política. “El balance no es positivo después de 100 días de Gobierno de coalición. Los acontecimientos del Rif han descolocado a El Othmani”, opina el politólogo Ahmed Alaoui. Unas 500 manifestaciones en menos de un año, entre 160 y 210 detenciones, decenas de encarcelados, violencia policial desproporcionada, numerosos heridos, un muerto, y una región desestabilizada que podría convertirse en un polvorín. Y el Gobierno y los partidos que le dan vida siguen sin enterarse y dan por buena la versión torticera de algunos aparatos de seguridad, que sostienen que el conflicto es obra de unos cuantos nacionalistas secesionistas rifeños y provocadores financiados desde el extranjero.

Pie de foto: Un grupo de mujeres se enfrenta a la Policía en Alhucemas.

Apaciguar los ánimos

Muchos ministros y altos cargos han viajado al Rif en los últimos meses, pero esto no ha servido para apaciguar los ánimos de la población. El Rey criticó al Gobierno por el retraso de un proyecto de desarrollo socioeconómico de Alhucemas y su región que fue anunciado a bombo y platillo en 2015. Mohamed VI también tuvo palabras muy duras contra los partidos y la Administración pública en el discurso de la Fiesta del Trono del 29 de julio. El Othmani asumió las críticas del monarca y anunció hace unos días una batería de medidas para cumplir con las promesas. La mayoría de los rifeños y en general el grueso de la población no se lo creen.  Los Ministerios de Interior y de Justicia no han dado datos oficiales sobre el número real de detenidos y encarcelados, lo que le hace decir al partido de extrema izquierda Ennahdj Eddimocrati (la Vía Democrática) que hay “un regreso a los años de plomo”, el período de represión más duro durante el reinado de Hasan II.

Sin lugar a duda es una exageración, y la denuncia, viniendo de un grupo político que se reclama de una ideología totalitaria como la marxista leninista, tiene poca credibilidad y nula autoridad moral. Ahora bien, lo que es indudable es que el Estado marroquí “ha perdido los papeles en el Rif, ha demostrado que le cuesta democratizarse y que los poderes fácticos partidarios de la represión ejercen una gran influencia en el aparato estatal”, piensa Omar, militante asociativo de Rabat, capital del país donde se han celebrado manifestaciones masivas de apoyo al Hirak rifeño. El hecho de que Mohamed VI solo indultara a 36 detenidos por su activismo rifeño con motivo de la Fiesta del Trono parece darle la razón a Omar.

Pie de foto: Abdelilah Benkirane y Saad-Eddine El Othmani en el congreso de las juventudes del PJD.

Un dirigente cuestionado

Según algunos observadores políticos, de nada han servido los 63 decretos adoptados por el Gobierno de El Othmani para acabar con la crisis del Rif. Tampoco la creación de la Comisión Nacional de Lucha contra la Corrupción. Los jueces obedecen al poder político. La Policía actúa muy a menudo con prepotencia. Los políticos no escuchan a la sociedad y las instituciones están anquilosadas y no ofrecen soluciones a los problemas del país. A finales del mes de agosto, según informó el portavoz del Gobierno, Mustafá El Khalfi, el primer ministro El Othmani deberá hacer balance de su gestión desde que llegó al poder. Lo tendrá muy difícil si quiere convencer a los rifeños y a muchos marroquíes de que el balance es positivo. El Othmani está cuestionado hasta dentro de su partido por su principal rival, Abdelilah Benkirane, y otras corrientes organizadas. El semanario ‘Jeune Afrique’, citando fuentes del PJD, informó de que El Othmani y Benkirane llegaron a un pacto para limitar las tensiones internas. Esto lo escenificaron en el 13 congreso de la organización juvenil del PJD, que se celebró recientemente en Fes. Benkirane, como secretario general del partido, y El Othmani, en calidad de presidente del Consejo Nacional y primer ministro, estuvieron presentes en el congreso y expresaron su voluntad de unidad. Unos días antes, El Othmani aprovechó su presencia en el séptimo congreso de Attajdid Attolabi, la organización estudiantil del Movimiento Unicidad y Reforma (MUR), la matriz ideológica del PJD, para manifestar su disposición a dimitir si se lo pide el partido de la lámpara. Esto podría ocurrir si en el congreso de diciembre Benkirane es reelegido secretario general de la formación islamista, advierte el politólogo Abdessamad Belkebir.

Pie de foto: Ilyas El Omari en un acto electoral de su partido, antes de dimitir del cargo de secretario general.

Motivos de las tensiones

Los motivos de las tensiones internas son varios. Uno de ellos es el congreso que el PJD celebrará en diciembre, donde Benkirane optará a un tercer mandato como secretario general. Otra causa es la posición oficial del PJD en la crisis rifeña, que ha causado malestar en muchos militantes y votantes del partido. Tanto es así que en el 13 congreso de la organización juvenil del PJD, el dirigente del partido y ministro encargado de los Derechos del Hombre, Mustafá Ramid, varios jóvenes le reprocharon ser responsable directo de la represión y violaciones de los derechos humanos en Alhucemas. El diario ‘Al Massae’ informó de que Ramid denunció que varios congresistas intentaron agredirlo. En el campo de la oposición, la principal fuerza, el Partido de la Autenticidad y Modernidad (PAM), también ha sufrido la crisis del Rif en sus filas. Ilyas El Omari, secretario general del PAM, dimitió de sus funciones de secretario general hace unos días. El Omari, que es presidente del Consejo de la Región de Tánger-Tetuán-Alhucemas, negó que lo que ocurre en el Rif le haya obligado a dimitir, aunque observadores políticos y periodistas locales afirmen lo contrario. 

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