La democracia no consigue erradicar la tortura en Túnez

Por Mohamed Sahli
Foto: Una manifestación contra la tortura en la capital tunecina/Mohamed Messara-EFE.
 
El domingo de la semana pasada, los tunecinos fueron a las urnas para elegir el primer Parlamento democrático de Túnez desde que el dictador Zine El Abidine Ben Ali fue derrocado, en 2011. El vencedor de estos comicios fue Nida Tounes, un partido conservador y laico que reúne a políticos de derecha, antiguos seguidores de Ben Ali, sindicalistas y militantes de izquierda. Nida Tounes es un partido de orden, que quiere liquidar la revolución popular de 2011 y llevar a cabo reformas sin sobresaltos. Una parte de la población piensa de esta forma; unos porque son nostálgicos del régimen anterior; otros porque están cansados de la crisis económica, las tensiones sociales y políticas, y quieren un Estado fuerte que acabe con  el caos y derrote el terrorismo yihadista, aunque sea a cambio de limitar las reformas democráticas. Un sector importante  de la sociedad tunecina no comparte el posibilismo de los votantes de Nida Tounes y sostiene que no habrá verdadera democracia en el país mientras que no se aplique la nueva Constitución, se reforme la economía  y los aparatos del Estado sean sometidos a un profundo cambio, sobre todo la Policía y la Justicia. Ben Ali dejó el poder, pero los torturadores y represores siguen en sus puestos en la fuerzas de seguridad y muchos jueces piensan y actúan como en la época dictatorial. “La transición democrática no está acabada. Hemos dado grandes pasos, pero todavía nos quedan muchos problemas por resolver. La reforma del Estado en clave democrática es un objetivo al que Túnez no puede renunciar”, explica a Atalayar el periodista y analista Omar Mestiri. Casi cuatro años después de la caída del dictador, la tortura sigue siendo un grave problema en Túnez. Amnistía Internacional (AI) y otras ONGs defensoras de los derechos humanos lo han denunciado numerosas veces. 
 
Una muerte sospechosa
El caso de Mohamed Ali Snoussi es especialmente escandaloso. Snoussi estaba en su casa el pasado 24 de septiembre cuando se presentó la Policía. “Un grupo de agentes de Policía irrumpieron en nuestra casa con los rostros cubiertos”, contó su esposa Ahlem a AI.  Agregó: “lo golpearon con palos y le quitaron la ropa interior. Luego lo esposaron y lo sacaron a la calle desnudo. Los agentes decían: Somos de la Brigada 17; mirad lo que somos capaces de hacer.” Algunos vecinos que habían presenciado cómo golpeaban a Snoussi en la calle dijeron que la Policía los había amenazado cuando intentaron evitarlo. Según la familia, se llevaron a Mohamed Ali Snoussi de Mellassine, barrio periférico de Túnez, hasta la comisaría de Policía de Sijoumi. Nadie sabe con certeza lo que pasó mientras estuvo en prisión preventiva  sin poder llamar  a un abogado. Según el derecho tunecino, este periodo de reclusión bajo custodia policial puede durar hasta seis días. Lo cierto es que, poco más de una semana más tarde, el detenido estaba muerto. El pasado 15 de octubre, un equipo de investigación de AI se reunió con los familiares de Mohamed Ali Snoussi y Ali Khemais Louati -otro hombre que murió recientemente bajo custodia en Túnez- y con activistas de la sociedad civil en el exterior de la sede del Ministerio del Interior, en el centro de Túnez. La sentada estaba organizada por la Organización contra la Tortura en Túnez (OCTT), la Organización Mundial contra la Tortura, Amnistía Internacional y otras organizaciones, para reclamar el fin de la tortura y la impunidad por las violaciones de derechos humanos cometidas por las fuerzas de seguridad. Radhia Nasraoui, presidenta de la OCTT y abogada que actúa en representación de la familia de Mohamed Ali Snoussi, contó a AI que Snoussi había sido trasladado al hospital Charles Nicolle de Túnez el 1 de octubre, cuando las autoridades penitenciarias de Mornaguia rechazaron su ingreso ante la gravedad de su estado. Familiares y abogados de Mohamed Ali Snoussi  explicaron a Amnistía Internacional que habían visto grandes hematomas en varias partes de su cuerpo, incluidas la nuca, la espalda y las piernas. En una declaración emitida cinco días después de su muerte, el Ministerio del Interior mencionaba algunos datos del informe forense, según el cual Snoussi había sufrido un “síndrome de respuesta inflamatoria sistémica” y un “absceso pulmonar”. Según las conclusiones del informe, la causa de la muerte no era violenta.
 
Justicia para las víctimas
Human Rights Watch (HRW) afirma que Snoussi fue “torturado y violentado durante su detención” y demanda una investigación minuciosa e imparcial sobre la muerte de esta persona.  Benedicte Goderiaux, investigadora de AI sobre África del Norte, cree que “Mohamed, su familia y otras víctimas de tortura merecen justicia. Amnistía Internacional ha pedido a las autoridades que la investigación de su muerte sea exhaustiva, imparcial e independiente. Los agentes de Policía implicados deben ser suspendidos mientras concluye la investigación, cuyos resultados deben hacerse públicos”. Por su parte, los familiares de Ali Khemais Louati reclamaron  respuestas convincentes sobre su fallecimiento. El equipo de investigación de Amnistía Internacional habló también con familiares de Arbi Torkhani, joven que, según ellos, había sido agredido por dos agentes de Policía el 13 de octubre. Explicaron que Arbi Torkhani había sido atacado al volver de la universidad por dos agentes  que resultaron ser hermanos de un vecino con el que el joven había tenido un altercado horas antes. Arbi Torkhani perdió la visión del ojo izquierdo debido a la agresión. Benedicte Goderiaux piensa que “para romper este círculo vicioso de impunidad, las autoridades tunecinas deben garantizar que se llevan a cabo investigaciones sólidas, independientes e imparciales sobre todas las denuncias de tortura y otros malos tratos. Los miembros de las fuerzas de seguridad responsables de violaciones de derechos humanos deben comparecer ante un tribunal”. “Han pasado casi cuatro años desde el derrocamiento del presidente Ben Ali y todavía queda un largo camino por recorrer hasta garantizar la protección de todas las personas frente a la tortura y otros malos tratos en Túnez, derecho proclamado en la nueva Constitución del país”, recalca la responsable de AI. 
 
Comisiones de investigación
Tras la caída de Ben Ali, se pusieron en marcha tres comisiones para investigar las violaciones de los derechos humanos y la corrupción durante la dictadura. El Gobierno de la troika (islamistas de Enahda y dos partidos laicos de centroizquierda) creó un Ministerio de Derechos Humanos y Justicia Transicional que tuvo poca efectividad, pero creó mucha polémica. El politólogo Choukri Hmed  dice a Atalayar que “la lucha contra la impunidad es un objetivo clave para la transición democrática. Pero desgraciadamente, la rendición de cuentas y la denuncia de los abusos contra los derechos humanos están definitivamente olvidados por parte de las élites políticas. Ya no hay debate sobre ello entre la clase dirigente. Con la victoria electoral de Nida Tounes las cosas serán más difíciles”. Todo parece indicar que en Túnez, como pasó en otros países que vivieron delicados procesos de transición democrática, los torturadores y los represores se irán de rositas, las víctimas no serán resarcidas por el Estado, y con el paso del tiempo todo el mundo habrá olvidado lo que ocurrió  en la época de Ben Ali y durante los primeros años del cambio político. Ahora mismo, de los 20 antiguos responsables de la dictadura más fieles a Ben Ali que fueron encarcelados, todos están en libertad, excepto  Imad Trabelsi, yerno del exdictador.
 

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