La educación en América Latina

Alexandra Dumitrascu

Pie de foto: Un grupo de alumnos asisten a una clase al aire libre en una zona rural de América Latina

Desde hace tiempo, el debate a nivel internacional en materia de educación parece coincidir con que el objetivo general sea el de lograr una enseñanza de calidad. La meta de antaño de conseguir el acceso universal a la educación se ha alcanzado en la mayor parte de los países desarrollados y, en parte, en los demás estados restantes, hasta el punto de que este objetivo ya no satisface.

Una educación que brinde la posibilidad de un aprendizaje efectivo y eficiente de los niños, y el pleno aprovechamiento escolar es, por tanto, la clave para el perfeccionamiento de los sistemas educativos.

En América Latina, al reto de conseguir una mayor escolarización entre los niños y jóvenes de la región, se ha unido este última, un desafío que tardará mucho en superarse. Durante muchos años la falta de progreso de los países del subcontinente ha impedido la expansión de las oportunidades educativas. Por tanto, Latinoamérica, al igual que otras regiones en desarrollo, se ha confrontado con la paradoja de que para lograr un mayor progreso había falta un acceso mayor a la educación, por una parte, pero que, sin embargo, por otra parte, esta ausencia de desarrollo de las sociedades ha sido lo que, justamente, ha bloqueado este acceso.

A lo largo de las últimas dos décadas, América Latina ha mejorado considerablemente los aspectos básicos de la educación. De acuerdo con el informe de Naciones Unidas, Una Educación para Todos, revisado en 2015, gran parte de los países de la región han logrado reducir las disparidades existentes en la calidad de educación entre las zonas rurales y urbanas, siendo Argentina, Brasil, Costa Rica y Uruguay, los países en donde esta reducción ha sido considerable.

El crecimiento económico que ha experimentado la región en las últimas décadas, obviando la crisis económica de 2008, ha permitido el desarrollo de las sociedades que la conforman, la salida de la pobreza de muchos ciudadanos latinoamericanos, y la expansión de la clase media, lo cual ha favorecido también un ambiente menos áspero para el avance en materia educativa.

En términos relativos, de acuerdo con el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), en los últimos diez años, la mayoría de los países latinoamericanos ha pasado de un nivel de desarrollo medio a uno alto, y en 2014 únicamente Haití tenía un índice de desarrollo humano bajo. Se estima de que entre 2000 y 2011, más de 50 millones de personas salieron de la pobreza.

Bajo estas circunstancias, el gasto público promedio en educación se ha visto favorecido también, pasando de 4.6% del PIB en 2000 a 5.2% en 2013. En cuanto al gasto privado, tradicionalmente este siempre ha sido más elevado, incluso en comparación con la media de la Organización para el crecimiento y el Desarrollo Económicos (OCDE). A falta de datos actualizados, la Organización de Naciones Unidades para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), estima que en 2009 el gasto privado promedio representaba el 16% del PIB, y sólo Chile invertía más del 40%, el mayor gasto registrado en la región en este sentido.

No obstante, este desarrollo, y el incremento del gasto en educación no han favorecido tasas de escolarización, de repetición de los cursos, o el porcentaje de abandono escolar. Aunque hay fuertes disparidades entre los países, estos niveles únicamente mejoraron levemente en cuanto a la matriculación en la escuela pre-primaria y en la secundaria. Desde 2000 y 2013, la matriculación pre-primaria ha ascendido un 5.5%, hasta el 66.4%; y la que se dio en secundaria, el promedio de 2013 alcanzaba el 74.1%, comparado con el 62.7% en 2000.

Sin embargo, la escolarización en la escuela primaria ha descendido levemente en este periodo -desde 94.3% a 92.4% -, y las tasas de repetición y de abandono escolar siguen en los mismos niveles que hace una década y media. El porcentaje de abandono escolar en la secundaria se eleva hasta una media de 15.5%, y es uno de los principales problemas que afronta la región.

En cuanto al acceso a la educación universitaria, si bien ha incrementado el número de jóvenes que ingresaron a la misma, la proporción sigue siendo muy baja en relación con las tasas registradas entre los países de la OCDE, 3.42% versus 40.5%.

Si bien estos datos no son alentadores, la tasa de alfabetización en el subcontinente arroja algo de optimismo, en cuanto que esta ha escalado hasta una media de 93.3% en 2012, las últimas cifras disponibles, cuatro puntos porcentuales por encima de las cifras registradas en el 2000.

Las aptitudes a prueba

A nivel internacional, la situación de la educación en América Latina tiene su reflejo en las pruebas que miden el rendimiento de los alumnos. De acuerdo al último estudio de la OCDE, el Programa para la Evaluación Internacional de los Alumnos (PISA) que compara los resultados de alumnos de 15 años de 64 países participantes, América Latina se encuentra por debajo de los estándares globales de rendimiento escolar. La totalidad de los países de la región no alcanzan ni siquiera el nivel mínimo exigido por la OCDE, y Perú, Colombia, Brasil y Argentina se encuentran entre los diez países cuyos alumnos en más del 50% no llegan a los niveles básicos requeridos en matemáticas, ciencias y lectura.

Dentro del ámbito regional, los resultados de las pruebas que miden el desempeño de los alumnos dan una visión del avance que se ha registrado en los últimos años en el subcontinente. Tal como se desprende, los resultados de la prueba TERCE-2013 del Laboratorio Latinoamericano de Evaluación de Calidad de la Educación de la UNESCO, el promedio en lectura, matemáticas y ciencias en alumnos de primaria ha mejorado 18 puntos respecto a las pruebas SERCE-2006, cuando un tercio de los estudiantes no habían alcanzado el nivel básico de desempeño educativo en este sentido. Estos resultados son un reflejo de una mejora a nivel interno, sin embargo, los datos arrojados por las evaluaciones PISA, denotan también que los alumnos latinoamericanos todavía están muy por debajo de la media internacional.

La desigualdad como barrera

Si bien, tal como se ha afirmado, los países de América Latina han experimentado un desarrollo significante en las últimas dos décadas, todavía persiguen las desigualdades entre los países de la región, por una parte, y dentro de estos, las disparidades se hacen pronunciadas entre los grandes conos urbanos y el interior, mayoritariamente rural. Se estima que en 2010, 4 de cada 10 personas vivían en zonas rurales, una proporción que apenas se ha inmutado desde el año 2000.

La clase social, la indigencia y la zona de residencia, tal como aclaran desde Naciones Unidas, son los principales impulsores de las desigualdades en América Latina. La pobreza sigue y seguirá siendo un obstáculo para acceder a la enseñanza de calidad, y la matriculación en las instituciones privadas de alumnos procedentes de la clase media es una forma de segregación cada vez más aguda, imposibilitando con ello que las capas con menos recursos accedan a una educación de calidad. Países como Brasil, Uruguay, Perú y Argentina han aumentado considerablemente la matriculación en las instituciones privadas en los últimos años.

Si bien, escuela pública no es sinónimo de baja calidad educativa, es de suponer que la mayor inversión del que disponen las escuelas privadas se traduce en un mejor cuerpo docente y una infraestructura de mayor calidad, lo que permite a sus alumnos un mejor y más eficaz aprendizaje.

La zona de residencia representa asimismo una barrera para el acceso a una educación de calidad. Si bien se han reducido las disparidades entre las ciudades y las zonas rurales, estas últimas se deben enfrentar a un desafío aún mayor en cuanto que al reto de escolarización y la pendiente tarea de asegurar unas condiciones básicas para la educación, se une el reto propio del siglo XXI que es la eliminación de la brecha digital, una característica muy aguda de América Latina.

La modernización de las aulas es un requisito considerado cuasi básico en la mayor parte de los países desarrollado, pero es todo un desafío cuando se trata del mundo en desarrollo. La implementación de las comúnmente conocidas como tecnologías de la información y la comunicación (TIC) en Latinoamérica es un proceso que apenas ha empezado a despegar, y su presencia es desigual, y constituye, por su parte, un factor más para la exclusión y la segregación social. El acceso a las TIC es beneficio exclusivo de algunos sectores de la sociedad y, tal como es de suponer, el nivel socioeconómico juega un papel fundamental. En 2011 apenas un 35% de los hogares disponían de un ordenador,  y apenas un 45% tenía acceso a Internet de acuerdo con un estudio del Banco de Desarrollo de América Latina (CAF).

Algunos gobiernos de América Latina se han tomado muy en serio la labor de alcanzar una educación para todos como derecho fundamental indispensable para el desarrollo de la población y de las sociedades, y están comprometidos con el objetivo de alcanzar un sistema educativo de calidad en la región. Prueba de ello es la reciente reforma del Gobierno de México que pretende poner fin a un modelo vigente desde 1943, y que incluye exámenes periódicos para los profesores, una mayor autonomía para las escuelas, o la implementación del inglés desde la infancia, entre otras cosas. Las violentas protestas llevadas a cabo por parte del profesorado contrarios a la introducción de la reforma, reflejan que los desafíos son múltiples y de distinta naturaleza, y que, a veces, se basan también en un cambio de mentalidad que deje de lado el facilismo reinante y apueste por un mayor compromiso con la educación, con la vista puesta en el futuro de las sociedades.

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