La nueva política del BCE penalizará a las exportadoras y a las más endeudadas

Héctor Chamizo/CapitalMadrid.com 

Pie de foto: El con­sumo y la in­ver­sión re­sul­tarán muy per­ju­di­cados a medio plazo. El cambio de ruta que inicia el BCE fa­vo­rece a la banca, pero per­ju­dica a los demás. En la foto, Mario Dragui, BCE.

Todo está listo y pre­pa­rado para que la ins­ti­tu­ción mo­ne­taria eu­ropea co­mience el cambio de rumbo en sus po­lí­ticas adop­ta­das. El ciclo en Europa va con re­traso con res­pecto a Estados Unidos, pero si se man­tienen los ni­veles de cre­ci­miento e in­fla­ción, la subida de tipos de in­terés ya po­dría pro­du­cirse en el se­gundo se­mestre del pró­ximo año en el Viejo Continente. Con ella, la in­dus­tria fi­nan­ciera sa­cará ma­yores ren­di­mien­tos, pero hay otras áreas que se verán per­ju­di­ca­das.

El cambio de paradigma está muy cerca de comenzar. El Banco Central Europeo avanza hacia la retirada de los estímulos que no es sino el paso previo para tensionar su política monetaria y empezar la normalización del precio del dinero. Herramienta que ya empezó hace unos años la Reserva Federal Norteamericana y que ahora ve como su institución homóloga europea da pasos hacia ese mismo camino.

Dentro de los beneficiados por este viraje del BCE hallamos al sector bancario, que como se conoce sus márgenes de rentabilidad dependen de tipos de interés más elevados. Sin embargo, hay muchas empresas que reciben esta noticia de políticas menos laxas por parte de la institución que preside Mario Draghi de manera negativa. Principalmente, porque afecta de manera adversa a sus negocios unos intereses más elevados.

Los expertos dicen, en primer lugar, que una subida de tipos es contraproducente para los países periféricos de Europa, entre los que se encuentra España -una de las regiones beneficiadas por el plan de compra de bonos del Banco Central Europeo-. Y es que deberá pagar más intereses por su deuda. La curva de tipos se desplazará, lo que debería encarecer la financiación.

La agencia de calificación crediticia Moody's apuntaba que “una subida de tipos eleva inmediatamente el coste marginal de la deuda en el momento de la emisión”, aunque que éstas “tendrían una afectación más lenta en el coste promedio de la deuda, porque muchas compañías han extendido sus vencimientos de deuda y aprovechado los bajos tipos de interés”.

No obstante, su escenario base esgrimía que “las políticas monetarias seguirán siendo acomodaticias y los bajos diferenciales seguirán apoyando las necesidades de financiación de las compañías en 2018”, pese a que al consenso de mercado descarta un esquema completamente diferente.

Así pues, las primeras que tendrían más dificultades con un progresivo aumento del precio del dinero serían las compañías que tienen un mayor apalancamiento. Es el caso de Iberdrola o también de Telefónica, que en los últimos tiempos han hecho un esfuerzo notable por recortar su nivel de deuda para sortear daños colaterales como consecuencia del cambio de rumbo del BCE.

Además, socimis como Inmobiliaria Colonial y Merlin Properties (se estima que su ratio se ubique en las 13,94 y 12,50 veces, respectivamente, para final del ejercicio), tendrían un impacto adverso. O Ferrovial, cuya deuda se encuentra en los 4.723 millones de euros.

Afectación en consumo e inversión

El efecto sobre el esfuerzo financiero es importante en un contexto en donde las familias se encuentran altamente endeudadas. Los datos del Banco de España reflejan que los hogares tienen en endeudamiento por importe de 957.256 millones de euros.

Así, los intereses más altos tienen una influencia negativa sobre en el consumo y la inversión. Las familias, en especial los hipotecados, ven disminuida su renta disponible al tener que emplear más dinero al pago de sus deudas pendientes.

Por eso, el consumo doméstico también se vería agravado. Siguiendo esta línea, empresas de consumo como DIA o como Inditex tendrían un efecto negativo en su balance.

En el caso de la firma textil agravado además por el efecto divisa. Y es que una proyección sobre una política monetaria más restrictiva conlleva a su vez la apreciación del euro con respecto a la mayoría de monedas. Por tanto, los negocios exportadores tendrían repercusiones perjudiciales a la hora de conseguir una mayor facturación.

También, unos mayores costes de financiación reducen la solicitud de créditos de las empresas para realizar inversiones. A consecuencia de ello, muchos proyectos quedarían paralizados o incluso cancelados.

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