La Revolución tranquila en Argelia dibuja el contorno de la II República

Abdelaziz Buteflika ha renunciado a presentarse a las elecciones, y nombra un nuevo Gobierno

Pedro Canales

Pie de foto: Los argelinos se manifiestan en contra de la candidatura de su presidente por un quinto mandato, en Argel. Photo:Photo by RYAD KRAMDI / AFP

La primera victoria de la movilización popular en Argelia, deja un gusto amargo. El pueblo quiere el fin del sistema, no su continuidad. El anuncio hecho por la presidencia de la República, de que Abdelaziz Buteflika no se presentará como candidato, y que ha nombrado a su actual ministro del Interior, Nuredin Bediui como primer ministro de un nuevo Ejecutivo, arriesga con desatar nuevas y más importantes manifestaciones populares en el país. 

La incapacidad física y mental de Buteflika para ejercer sus funciones, le hacían impotente para aspirar a un nuevo mandato en la presidencia del Estado. Nombrar a su ministro del Interior para presidir un nuevo gobierno, con Ramtam Lamamra, como viceprimer ministro y ministro de Asuntos Exteriores, está siendo tomado por los internautas y las redes sociales en Argelia como un insulto y una provocación: “no se puede construir nada nuevo con lo viejo”. El régimen, acorralado por la movilización popular, ha optado por la continuidad. Se anuncian nuevas manifestaciones para mañana en todo el  país. 

Las señales de descomposición del régimen argelino y el fin de la era Buteflika eran visibles. Después de que la Organización Nacional de Muyahidines, los veteranos de la Guerra de Liberación, y de la asociación de ex miembros del MALG (Ministerio de Armamento y de Relaciones Generales), la cantera de la que surgieron los cuadros de los servicios secretos argelinos durante y después de la Guerra de Independencia, se pronunciasen en contra del quinto mandato de Buteflika, el Ministerio de Defensa había emitido el lunes 11 de marzo un comunicado en el que afirmaba, según palabras del jefe de Estado Mayor, general Gaid Salah, que “el Ejército y el pueblo tienen una visión común del porvenir”, eliminando de una vez por todas, o casi, la hipótesis de una posible intervención militar contra la población. Junto con eso, la agencia de prensa oficial que depende directamente de la Presidencia, la APS, sacaba una nota de su rección en la que por primera vez hablaba de que los centenares de miles de manifestantes coreaban eslóganes “por el cambio de sistema” y “en contra de la candidatura de Buteflika”. Y pocas horas antes del anuncio de la renuncia de Buteflika, la central sindical UGTA hablaba de una transición política y democrática “cuyo único actor es el pueblo argelino soberano”. 

Pie de foto: Principales fechas y problemas de salud durante la carrera de Abdelaziz Bouteflika, candidato a un quinto mandato como presidente de Argelia. AFP / AFP

Hasta ahora, tanto la Organización de Antiguos Combatientes, como la central sindical y por supuesto las Fuerzas Armadas, eran el apoyo incondicional del octogenario jefe de Estado. A pesar de las provocaciones de grupos a menudo encapuchados y siempre anónimos, los manifestantes que han segjuido invadiendo todas las ciudades del país por centenares de miles, han mantenido el orden y la unidad; y los estudiantes han desafiado el decreto ministerial que cerraba las Universidades a partir de este lunes, ignorándolo. Todo intento provocador habia fracasado hasta el momento, y el Ejército, que sigue siendo el verdadero poder oculto, tomaba nota de ello

Han bastado unas pocas horas para que el sistema Buteflika inicie el escenario de su abandono por la fuerza de las calles, y se abra el comienzo de una Segunda República, cuyos contornos, protagonistas y composición son aún inciertos. Los partidarios de la continuidad pretenden seguir aprovechándose del sistema, ahora sin Buteflika, mientras que los cada vez más numerosos partidarios del cambio de régimen que pregonan una Argelia libre y democrática, seguirán exigiendo cambios radicales.

En el campo de los continuistas se barajaban ya públicamente nombres para sustituir al viejo presidente y encabezar una transición, “que reconcilie el pueblo con sus dirigentes”, dicen. Se hablaba de Lajdar Ibrahimi, quien, además de ser amigo personal de Buteflika, jugó importantes papeles en el seno de la cúspide de la Organización de Naciones Unidas, como negociador en Afganistán entre otros; o de Ramtan Lamamra, ex ministro de Exteriores argelino, enviado también a la secretaría general de la ONU y vuelto a Argelia hace un par de meses como “consejero diplomático”. 

Pie de foto: Un manifestante se enfrenta a la policía, que utilizó gas lacrimógeno para dispersar a las multitudes mientras la gente marchaba para protestar contra el plan del presidente Abdelaziz Bouteflika para buscar un quinto mandato, en Argelia. REUTERS/Ramzi Boudina

Junto a estas personalidades, también se ha mencionado al que dirigiera durante 25 años los servicios secretos militares del país, el general Tawfik Medien, como interlocutor con los partidos de la oposición y la sociedad civil. Los continuistas siguen sacando a quiniela gente del propio sistema, que ha estado marginada o jubilada, pero al fin y al cabo participes de este mismo sistema que los manifestantes repudian. 

Ante estos escenarios de mantenimiento del sistema, aún sometido a un ligero lifting, se yerguen los que ansían la ruptura total o parcial con las prácticas del pasado y con la corrupción imperante en el país. 

Una Hoja de ruta

El general Hocine Benhadid, condenado a un año de prisión por “ultraje a la institución militar” en 2016, había hecho pública por primera vez en una entrevista al cotidiano El Watan, su “Hoja de ruta” sobre cómo se puede desenvolver la transición democrática exigida por el pueblo argelino en las calles. Benhadid expresaba su apoyo a los millones de jóvenes, mujeres y hombres de todas las edades que han denunciado la injusticia; “el pueblo ha sentenciado”, se exclama. “El presidente Buteflika está enfermo y ausente de la escena política desde 2005; además su candidatura, es ilegal y anticonstitucional”, añade. 

Diferenciándose del general Ali Ghediri, candidato a las elecciones, del que no comparte “ni las convicciones, ni el programa”, Benhadid calificaba de “predadores y apaches” a los que aun pretendían defender el quinto mandato de Buteflika, y que ahora se escudarán detrás del nuevo gobierno. El general los identificaba: son  ellos, su hermano Said Buteflika y el general Gaid Salah, quienes, aprovechándose del estado de salud complicado de Buteflika, dirigen el país. “Fue Said Buteflkika quien modificó la Constitución en 2008 para permitir a su hermano un tercero y después un cuarto mandato”, sostenía. “Es Said Buteflika quien está al mando de este grupo de oligarcas, como Ali Haddad, Mahiedin Tahkut, Reda Kuninef, que han creado verdaderos imperios financieros saqueando las arcas públicas”.

El actual primer Ministro Ahmed Uyahia no se libra de la crítica del general Benhadid, que lo señala “como un nuevo oligarca”. El general Benhadid fustigaba todos los gobiernos que se han sucedido en la era Buteflika, que se han aprovechado de la situación y que han terminado siendo “esclavos de los Buteflika”. Como acompañantes de esta oligarquía en el poder, Benhadid colocaba a los partidos políticos creados por el sistema, como el TAJ de Amar Ghoul, el MPA de Amara Benyunes, El KARAMA de Mohamed Benhamu, y por supuesto el FLN (Frente de Liberación Nacional) y el RND (Reagrupamiento Nacional Democrático), a quienes tildaba de trabajar a las órdenes de Said, quien además imponía al jefe de Estado Mayor Gaid Salah, el nombramiento de algunos jefes de Regiones Militares, el jefe de la Guardia Republicana y puestos clave en los servicios de inteligencia. 

Pie de foto: Los estudiantes argelinos organizan una protesta enla Facultad de medicina en contra de la candidatura del presidente Abdelaziz Bouteflika por un quinto mandato. Photo: STRINGER / AFP

Hocine Benhadid no cree que exista “un peligro exterior” que amenace la seguridad del país. “Si existiera una amenaza, nuestro Ejército es capaz de hacerla frente”, respondía el general al Jefe de Estado Mayor que atemoriza al pueblo blandiendo una hipotética invasión de Francia, de los Estados Unidos u de otro país. “Las fronteras están aseguradas y Argelia posee una gran experiencia antiterrorista”, concluye.  Según Benhadid, Gaid Salah, “que recibe las órdenes de los Emiratos Árabes Unidos”, solo esperaba la muerte de Buteflika para ocupar su puesto.    

La novedad de la declaración del general Benhadid consistía en su “Hoja de ruta” para la transición democrática, que se hacía pública por primera vez. En primer lugar, apuntaba a la necesidad de aplicar el Artículo 102 de la Constitución sobre la vacante del puesto de presidente. 

En segundo lugar, exigía la destitución del presidente del parlamento (Asamblea Popular nacional) Muad Buchareb, del Presidente del Consejo constitucional Tayeb Belaiz, y del jefe de Estado Mayor Ahmed Gaid Salah, “todos ellos ilegítimos”. 

En tercer lugar, Benhadid proponía la instalación de un Comité de sabios por el presidente del Senado Abdelkader Bensalah, compuesto de Ali Yahia Abdenur, Ahmed Taleb Ibrahimi y Bualem Benhamuda, veteranos políticos que nunca han ocupado funciones en la era Buteflika, acompañado por consejeros de calidad como el abogado Mustafa Buchachi, el periodista Fodil Bumala y el coronel Chafik Mesbah. Como coordinador de este Comité de Sabios, Benhadid proponía designar a Lunes Ukaci, figura notable de la defensa de los derechos humanos y de la diversidad cultural y lingüística de Argelia.  La función de dicho Comité sería elegir un gobierno provisional en un periodo de tres meses para preparar la transición, y otros tres meses para organizar las elecciones. El Comité de sabios tendría como misión ayudar al presidente del Senado a fijar la presidencia interina tras la destitución de Abdelaziz Buteflika según el Artículo 102.  La cuarta medida de su Hoja de ruta consistía en exigir cuentas a todos los gobiernos anteriores, sus balances y los bienes inmuebles de sus componentes y de los altos cargos del Estado desde el momento de la asunción de funciones. No podrán abandonar el país sin presentar un certificado fiscal emitido por el Tribunal de Cuentas.

En quinto lugar, para garantizar la seguridad de los miembros del Comité, es necesario nombrar un nuevo director de la Seguridad Militar, que no puede ser el actual general Atman Tartag. Hocine Benhadid proponía al general Mohamed Uadaï adjunto en la Primera región militar que cubre la capital. En la misma línea hace falta nombrar un nuevo wali (gobernador) de Argel, que el general propone sea Metaui Mojfi, un ex militar nacionalista. Como remplazo al general Gaid Salah a la cabeza del Estado Mayor, propone como interino al actual Comandante de las Fuerzas Terrestres, general Said Chengriha.

Pie de foto: Convoy en el que el presidente de Argelia, Abdelaziz Bouteflika, regresó a Argel (Argelia) el 10 de marzo de 2019. Photo:REUTERS/Ramzi Boudina

La Hoja de ruta del general Benhadid mantiene toda su actualidad, a pesar del anuncio de retiro del candidato Buteflika y de la designación de un nuevo gobierno con la misma gente del sistema vituperado por los manifestantes.

Otras alternativas

No es esta la única Hoja de ruta de ruptura y de cambio profundo que empieza a abrirse camino en la escena política argelina. El Reagrupamiento por la Cultura y la Democracia (RCD), dirigido por Mohcin Belabbes, que había retirado a su grupo parlamentario de la Asamblea Nacional Popular a la que ya no reconocía como legitima, abogaba por la salida de Abdelaziz Buteflika de la Presidencia, la disolución del Gobierno y de las dos cámaras parlamentarias.  El RCD pedía una alternativa democrática concertada. “Los millones de argelinos que han desfilado el 8 de marzo han descalificado definitivamente al sistema político, y arrancado el derecho a dotarse de instituciones elegidas por ellos para culminar la independencia nacional”, declaraba un comunicado del partido.

Por su parte Ali Benflis, malogrado contrincante dos veces en las presidenciales de 2004 y 2014 en contra del candidato del sistema Abdelaziz Buteflika, rechazaba antes del citado anuncio presidencial, la Conferencia nacional propuesta en la carta atribuida a Buteflika del domingo 2 de marzo, en la que pide al pueblo otorgarle una nueva confianza y se compromete a organizar unas elecciones presidenciales sin su participación y poner en marcha una Conferencia Nacional de Reconciliación. Para Benflis se trata de un engaño pues “no puede haber salida a la crisis sobre la base del viejo sistema”. El líder del partido Talae el Hurriyet, pedía que Buteflika renunciase al quinto mandato, y que dimitiese el Gobierno y el presidente del Consejo constitucional. Una posición, según los analistas, que venía a situarse en una ruptura suave y negociada con el propio sistema, y que prácticamente se ha confirmndo con la renuncia de Buteflika. Benflis fue el primer jefe de Gobierno con la llegada de Abdelaziz Buteflika al poder en 1999, y secretario general del partido FLN, la columna vertebral del aparato político del régimen. 

Otro partido de la oposición Jil Yadid, que dirige Sufian Yilali, que no esconde su temor a una deflagración que podría hacer saltar en añicos el conjunto del país si el régimen se empeña en atrincherarse contra el pueblo, propone como salida a la crisis “entregar el poder al pueblo”.  Yilali exige ni más ni menos que Buteflika reconozca en una carta presidencial “su inaptitud a gobernar y anule las presidenciales de 2019”; se retiraría una vez expirado su mandato. Hecho lo cual, encargaría a una personalidad de consenso o a un comité iniciar consultas con la clase política, los sindicatos, la sociedad civil y personalidades nacionales”. El plan de Jil Yadid reposa en la organización de un “Foro nacional” de miembros benévolos, y la formación de un Gobierno neutral cuya duración y misioines sean objeto de negociaciones. Dicho Foro designaría por consenso la personalidad o el equipo destinado a sustituir al jefe del Estado. Como preámbulo a esta Hoja de ruta de Jil Yadid, la Constitución debe ser suspenddida, así como la Asamblea Nacional, el Consejo de la Nación y el Consejo constitucional. La primera parte de la propuesta de Sufian se ha plasmado en la renuncia del candidato al quinto mandato, pero el resto sigue en pie y el régimen no lo acepta.                 

Por su parte y de manera un tanto sorprendente, la Asociación de Ulemas, que se fundó en 1931 por un grupo de intelectuales islámicos reformistas y que participó en la guerra de liberación anticolonial, se pronunció recientemente en contra de un quinto mandato de Buteflika, y ha anunciado que expresara su plan global para una salida de la crisis actual, lo que lleva a pensar que tiene la intención de intervenir como movimiento político. 

España silencia las manifestaciones, París y Washington apoyan.

Mientras que los principales socios y aliados internacionales de Argelia en el campo occidental expresaban su apoyo días atrás a “las manifestaciones pacíficas” de la ciudadanía argelina y su derecho a luchar “por la libertad y los derechos democráticos”, el gobierno de Pedro Sánchez optaba por el silencio. Ninguna declaración del Gobierno ni del Ministerio de Asuntos Exteriores sobre la crisis de Argelia, un país suministrador de gas a España y con el que las relaciones se han intensificado en los últimos años.

La intelectualidad argelina y los partidos de la oposición no consiguen entender cómo en plena crisis, con movilizaciones masivas del pueblo argelino contra el sistema político imperante en el país, el gobierno de Sánchez envió a la ministra de Justicia, Dolores Delgado, en visita oficial a Argel, donde se entrevistó con el entonces primer ministro Ahmed Uyahia y firmó  varios acuerdos de cooperación con su ministro de Justicia Tayeb Louh. La justificación oficiosa fue la presencia de la ministra en un homenaje hecho en la sede del Instituto Cervantes de Orán a los republicanos españoles que desembarcaron del buque Stanbrook en Orán en 1939 y que fueron acogidos solidariamente por la población local.

Pero el presidente Sánchez podría haber decidido enviar a cualquier otro ministro o alto funcionario, que no tuviese ninguna necesidad de firmar acuerdos con el gobierno argelino, esos días objeto de la ira de millones de manifestantes en las calles. Algunos piensan que España podría pagar caro este gesto inamistoso con el pueblo de Argelia. 

Envíanos tus noticias
Si conoces o tienes alguna pista en relación con una noticia, no dudes en hacérnosla llegar a través de cualquiera de las siguientes vías. Si así lo desea, tu identidad permanecerá en el anonimato