La yihad de las mujeres del Daesh

Alexandra Dumitrascu

Pie de foto: Imagen de Hasna Aitboulahcen

En noviembre de 2015, Hasna Aitboulahcen, una mujer natural de Francia hacía estallar su cinturón explosivo en su apartamento del norte de París, en Saint Denise, durante una redada policial antiterrorista, intentando con ello hacer daño al mayor número de agentes posible. La mujer fue identificada como la prima del cerebro de los atentados de París del 13 de noviembre, en el que perdieron la vida más de 130 personas. El hecho marcó un precedente dentro del terrorismo islámico internacional, al ser Hasna la primera mujer europea suicida en el nombre del Islam en suelo europeo.

A principios de 2015, otra mujer, identificada como Hayat Boumeddiene, de 26 años, se convertía en la mujer más buscada de Francia, después de darse la fuga tras el atentado al supermercado judío de enero, cuya responsabilidad corrió a cargo de su novio. De acuerdo a fuentes oficiales francesas, la mujer, presuntamente, también tiene algún grado de complicidad en la organización del ataque al semanario satírico, Charlie Hebdo, al haber sido identificadas cerca de 500 llamadas intercambiadas con la mujer de uno de los autores de la masacre en la redacción de la revista. Hayat logró escaparse a Siria, a través de Turquía, en donde poco después concedía una entrevista a la revista oficial de la organización terrorista Daesh en la que animaba a las “hermanas musulmanas” a apoyar incondicionalmente a sus maridos, hermanos, padres e hijos, en su deber con la yihad violenta que caracteriza al Daesh.

En diciembre del mismo año, un matrimonio mataba a 14 personas en un centro para discapacitados estadounidense, en San Bernardino, California, ataque que posteriormente fue reivindicado por el Daesh. La mujer, Tahfeen Malik, de 29 años, originaria de Pakistán, que ingresó en el país con un visado de reunificación familiar, había publicado, poco antes de la matanza, un mensaje en la red social Facebook de lealtad hacía el Daesh, y de acuerdo con las primeras estimaciones de las autoridades, presuntamente, ella fue quién quien había radicalizado a su marido, Syed Farook, nacido en Estados Unidos, aunque de padres también paquistaníes.  

Estos tres ejemplos de mujeres comprometidas de alguna u otra manera con el terrorismo islámico, son el fiel reflejo del cambio de paradigma del papel de las mujeres en el seno del Daesh, en particular, siendo esta organización terrorista la que más eficazmente ha logrado movilizar al género femenino. Si bien las mujeres musulmanas, especialmente las de Occidente, nativas o inmigrantes, hasta hace poco han mantenido un perfil bajo, vemos como estas han empezado a adquirir un papel cada vez más activo pasando de lo que se llama la yihad silenciosa a la acción, tal como en el caso de estas tres mujeres.

La radicalización de las mujeres

Alrededor de 4.500 personas de Occidente salieron desde la creación del autoproclamado califato islámico del Daesh, en junio de 2014, para afiliarse a los territorios controlados por la organización terrorista en Siria e Irak. De estos, cerca de 600 fueron mujeres, lo que equivale a un 15% de la totalidad. En el caso de España, tal como lo recoge el informe del Real Instituto Elcano (RIE), El Estado Islámico en España, desde junio de 2013 y hasta mayo de 2016, casi el 17% de la totalidad de detenidos en el país por actividades relacionadas con el Daesh han sido mujeres, la mayoría con edades de entre 15 y 29 años, lo que revela que éstas comienzan su radicalización a una edad más temprana, incluso que la de los hombres. El mismo informe, refleja que de estas mujeres, el 50% eran solteras, y sólo un 28% estaban casadas, lo que denota que la decisión de las mujeres de unirse al Daesh no consiste en una coerción o engaño por parte de los hombres, sino que estas se adhieren de forma voluntaria y consciente, y el fin último de todas ellas es emprender la hijra o la migración hacia los territorios del supuesto califato.

Desde el principio, la migración ha sido presentada por el Daesh como un deber moral y religioso para los musulmanes, que deben ir hacía los territorios controlados para construir juntos el estado islámico basado en una visión rigorista de la Sharia o la ley Islámica, y el Corán. Aunque no es infrecuente que entre las mujeres radicales haya también un factor sentimental, un supuesto amor, que induce a estas a viajar a Siria o Irak bien junto a sus maridos, bien en busca del hombre muyahidín – más comúnmente conocido como yihadista. A través de la yihad, los hombres adquieren un estatus de honor, y para las mujeres es un acto de valentía que alimenta el amor, y es para ellas un privilegio y un orgullo poder estar casadas con un muyahidín, más aún cuando estos alcanzan el martirio, acto que las que las mujeres alardean a través de las redes sociales. 

Pie de foto: Uno de los puntos fronterizos entre Siria y Truqía

Propaganda y voluntad

No hay duda de que gran parte de esta movilización por parte de las mujeres se debe especialmente por la eficaz propaganda que el Daesh ha ido difundiendo desde su creación. Como amas de casa, tienen mucha exposición a las redes sociales, en donde circula todo el material propagandístico de la organización terrorista. La idea de empoderamiento es constante en la retórica del Daesh que promete al público femenino una vida onírica dentro del califato, en donde podrán liberarse de la amenaza de la incredulidad que sufren en Occidente, así como de la degradación que caracteriza a las sociedades que lo conforman, y encontrar, en cambio, una sociedad en la que vivir mediante lazos de apoyo y hermandad con las demás mujeres que, independientemente de su origen, son iguales en el visionario islámico construido por el Daesh. Además, se prometen condiciones propias de un estado de derecho en donde puedan gozar de seguridad, asistencia médica, justicia, educación, y  comida asegurada, en medio de amables imágenes propagandísticas que tratan de paliar o eliminar el miedo que puedan tener de emigrar a una zona en conflicto.

Por tanto, esta retórica ha calado entre las mujeres musulmanas de Occidente, que han asistido a una creciente islamofobía que se ha traducido en leyes anti-inmigración, pero ante todo en medidas que desde los gobiernos han atentado en contra de sus costumbres y en contra de la libertad religiosa, como la prohibición de llevar la hijab. Esto unido a los crímenes de odio, ha llevado al deseo de ir hacia territorios en los que ningún tipo de discriminación pudieran sufrir.

Además, la propaganda transmite la idea de que para las mujeres hay un papel específico dentro del califato, a la vez que imprescindible. Así, aunque no está expresamente prohibido a las mujeres llevar a cabo acciones armadas, es preferible que estás se comprometan con una yihad más digna del género. En el número 11 de la revista Dabiq, un artículo escrito por una mujer del Daesh titulado “Una yihad sin lucha”, anima a todas las musulmanas a dedicar su vida en apoyo hacía sus maridos, en medio de proclamas que juegan con las emociones de las lectoras, al considerar la petición de divorcio de una mala esposa disconforme con el deber del hombre de combatir, más doloroso para su marido, incluso que la condición de preso en manos enemigas.

Asimismo, un deber muy importante de ésta es que, como madre, debe criar a sus “cachorros de león” de acuerdo con las costumbres del Islam, y prepararle para la yihad. En este sentido también es una obligación de toda mujer instruirse y enseñar a los demás la “ciencia de la Sharia”, porque como  “el arma del hombre musulmán es el  rifle de asalto y el cinturón explosivo, el arma de la mujer es el buen comportamiento y el conocimiento”, tal como reza el artículo.

Dentro de esta función educadora, forma parte, igualmente, el enseñar a las demás mujeres sus deberes; por tanto, estas adquieren una participación activa en cuanto a la difusión de la propaganda del Daesh cuyo  propósito es reclutar a más mujeres, siendo esta última una función muy importante de la mujer dentro de la organización terrorista.

Yihad armada

No obstante, como hemos visto en los ejemplos expuestos al principio, las mujeres tienen predisposición por la lucha armada. En el caso de España, tal como se desprende del informe del RIE, la presencia de mujeres situadas en posiciones intermedias y periféricas de células terroristas desarticulas en el país es entre cuatro y ocho veces mayor que en núcleo central de liderazgo y coordinación. Entre las funciones que estas adquirían dentro de sus respectivas posiciones eran de preparar su viaje a Siria e Irak, y algunas el de ser combatientes extranjeras en el seno del Daesh.

Las ansias de combate de las féminas del Daesh están siendo aplacadas por la brigada femenina Al-Khansaa, constituida en diciembre de 2014, e integrada por jóvenes de entre 18 y 25 años que reciben un sueldo a cambio de mantener el orden y las buenas costumbres entre sus hermanas. Aunque la formación no está implicada en actividades terroristas, es habitual ver a sus integrantes posando en actitud de combatientes o con fusiles de asalto en la mano. Creada con el propósito de detectar a hombres armados enemigos del Daesh disfrazados de mujeres, actualmente actúa a modo de policía femenina, y su rol primordial consiste en vigilar y castigar las conductas inmorales de las mujeres dentro del califato.

El manifiesto de la brigada, publicado a principios de 2015, aunque en árabe, y dirigido a una audiencia de las tierras de semejante calado, alude con ejemplos a la perversión de la sociedad occidental y la saudí, y básicamente eleva la vida en el califato al más alto y puro modelo de sociedad islámica, y expone el papel que tiene la mujer musulmana y sus obligaciones como tal en la comunidad. La traducción del texto al inglés por las instituciones de Occidente con el ánimo de analizarlo, han hecho un favor a las mujeres que no hablan ni entienden el árabe.

Si al principio de la existencia del Daesh como organización terrorista propia, las mujeres eran relegadas a un segundo plano, las secciones habituales dedicadas a las mismas dentro del material propagandístico, reflejan un cambio estratégico tanto en el mensaje como en el modo de actuar de la agrupación. El papel cada vez más activo de la mujer dentro del grupo, no sólo supone una amenaza mayor a la seguridad de los países, por su involución directa en el terrorismo yihadista, o como criadora de futuras generaciones de terroristas, sino que obligan a repensar la estrategia anti-terrorista incluyéndolas también como posible amenaza, vigilando los movimientos sospechosos de estas, incluso más que en el caso de los hombres.

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