Las petroleras baten récords de beneficios por la subida del crudo

Julián González/capitalmadrid.com

Pie de foto: Cepsa

Repsol, Total, BP, ExxonMobil, Shell, ENI y Lukoil en­gordan con un ba­rril que su­peró los 71 dó­lares

Las grandes pe­tro­leras del mundo re­gis­traron en 2018 los me­jores re­sul­tados de los úl­timos años, gra­cias a los efectos po­si­tivos del precio del pe­tróleo y los ajustes que se vieron obli­gados a rea­lizar en los mo­mentos de la crisis ener­gé­tica. Total, BP, ExxonMobil, Shell, ENI, Lukoil y Repsol se con­so­lidan como las mul­ti­na­cio­nales que más han ga­nado con la subida del ba­rril.

El Brent del Mar del Norte registró el ejercicio una media de 71,76 dólares, un precio que ha permitido dar estabilidad al sector tras un periodo de grave incertidumbre y donde los ajustes de plantilla, en unos casos, y las desinversiones y ventas de activos, en otros, han contribuido a mantener la política de dividendos con los accionistas.

Tres años después de que el precio del petróleo registrase los peores momentos -en febrero de 2016 el barril llegó a cotizar a 28 dólares-, ha vuelto a estabilizarse -ahora supera los 65 dólares-, si bien está lejos de alcanzar los 90 o 100 dólares. En 2018, se aproximó incluso a los 87 dólares, el máximo registrado en los últimos cuatro años.

Los directivos de las petroleras que tienen en sus negocios el ciclo completo, upstream (exploración) y downstream (refino y marketing), se conforman con un petróleo de precios menos volátiles y en calma antes que subidas y bajadas continuas.

Estabilidad de precios frente a volatilidad

La mayoría considera que es mejor disfrutar de un precio estable -entre los 60 y los 70 dólares el barril- que un barril que, de pronto, se hunda a los 30 dólares y después emprenda un rally alcista hasta los 90 dólares, sin ningún tipo de paraguas para los gobiernos consumidores. La Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) es la primera que se ha dado cuenta de que la volatilidad de los mercados es una mala compañera para el negocio de sus países miembros.

Por eso, en las últimas cumbres de la OPEP, tanto Arabia Saudí como Rusia -aliado de la Organización- han preferido manejar un control de la producción de petróleo para que el mercado no se hunda, pero sin dar sobresaltos con suministros estables. Es decir, han tratado de que el nerviosismo no invada a los países consumidores ante cualquier amenaza por parte de EEUU para que sus aliados no comprenden crudo a Irán.

El propio Estados Unidos ha actuado, a veces, al revés. Ante las amenazas de la OPEP de recortar la producción para que los precios suban, Donald Trump ha respondido diciendo que pondría en el mercado todo el petróleo que los países árabes y Rusia dejasen de producir.

Lo cierto es que el petróleo ha dejado de ser una continua medida de presión para los Estados dependientes del oro negro. Lo que hace años era la principal arma de los países productores, se ha convertido en algo que las dos partes necesitan estar tranquilos. De un lado, los países consumidores para que sus economías no se hundan y puedan seguir comprando crudo. Y de otro, los países productores para que sus ingresos no caigan y puedan crecer y mantener el plan de inversiones en los que se han metido, como es el caso de Arabia Saudí.

El dilema de las petroleras

La petrolera española Repsol es una de las que mejor se ha adaptado a las circunstancias de un petróleo a la baja. La compañía que preside Antonio Brufau, fue una de las que más sufrió con el hundimiento de los precios en 2015 y 2016. La compra en diciembre de 2014 de la canadiense Talisman Energy por 10.400 millones de euros provocó un tsunami en sus cuentas. Las agencias de rating clocaron a la multinacional en el ojo del huracán lo que obligó a sus directivos un fuerte plan de venta de activos.

Cinco años después, Repsol ha recuperado todo su músculo y ahora puede decirse que está mucho mejor preparada para aguantar cualquier embestida a la baja de los precios del petróleo. La compañía registró en 2018 unos beneficios de 2.341 millones de euros, lo que supone un 10% más que en 2017 y una cifra récord en ocho años.

El ejercicio pasado redujo la deuda en un 45% -hasta los 3.439 millones de euros-, gracias a la venta del 20% de Naturgy. La liquidez del grupo ascendía en diciembre pasado a 8.742 millones.

Según el plan estratégico 2018-2020, la petrolera podrá autofinanciarse a 50 dólares/barril y mantener los dividendos comprometidos con los accionistas. Su compromiso es seguir aumentando la retribución al accionista en una media anualizada del 8%, hasta 0,95 euros por acción en 2019 y un euro en 2020.

El resto de las grandes multinacionales registraron igualmente en 2018 unos resultados espectaculares. British Petróleum ha logrado solventar los problemas de pago del vertido del Golfo de México y presentar unos beneficios de 8.228 millones de euros, lo que supone un crecimiento de un 177%. Los ingresos del grupo británico ascendieron a 266.127 millones de euros, un 24,2% más.

La angloholandesa Shell ha elevado sus ganancias un 80%, hasta los 20.330 millones de euros. Hay que señalar que, tras el hundimiento de los precios en 2016, la compañía puso en marcha un plan de desinversiones por valor de más de 26.000 millones de euros, que ha sido completado el ejercicio pasado.

La francesa Total fue otra de las que tuvo que aplicar el bisturí en los momentos de crisis y en 2018 obtuvo unos beneficios de 10.000 millones de euros, un 32,6% más. La compañía señala que, una gran parte de sus resultados se deben al precio del crudo, que alcanzó una media de 71 dólares frente a los 54 dólares de 2017.

La cifra de ganancias del grupo italiano ENI ascendió a 4.226 millones de euros, un 25,2% más. La rusa Lukoil obtuvo también un beneficio neto de 8.300 millones de euros (+50%).

Los beneficios de la norteamericana ExxonMobil se elevaron a 20.840 millones de dólares, lo que supone un 5,7% más. La facturación se aproximó a los 300.000 millones de dólares, con un aumento de un 18,7%.

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