Los desafíos de Oriente Medio

Por Alexandra Dumitrascu
Foto: Edificios destruidos en la última ofensiva israelí en la Franja de Gaza.
 
La escisión del Estado Islámico de Irak, su denominación original -o Daesh- de Al Qaeda, a principios de 2014, y el consiguiente avance del primero por los territorios de Irak y Siria, que desembocó en la autoproclamación del califato, ha hecho que el foco de atención de medios, analistas, expertos y gobiernos esté incesantemente dirigido hacia Oriente Medio. En la actualidad, aunque no existen datos empíricos que lo pruebe, se estima que Daesh controla ocho provincias repartidas entre Irak y Siria, en la que viven alrededor de cinco millones de personas a las que “gobierna”, siendo su ambiciosa aspiración la extensión por el mundo y la conformación del “califato mundial” que incluya los territorios de la época dorada de los musulmanes (a partir del siglo VII), entre ellos Portugal, España, Grecia, Rumania, Bulgaria y norte de África. Los feroces métodos empleados por este grupo terrorista: decapitaciones, crucifixiones, etc., así como el gran atractivo que ejerce entre algunos ciudadanos procedentes de Occidente, aunque de origen árabe, ha llevado a una situación de alarma internacional y en donde Daesh representa una de las mayores amenazas para la sociedad internacional, y el mayor actor desestabilizante de Oriente Medio.  A esto se suma el conflicto árabe-israelí, agravado con los últimos incidentes del pasado verano cuando Israel comenzó la operación ‘Margen Protector’ en la Franja de Gaza que se prolongó a lo largo de 50 días y que se saldó con más de 2.000 muertos de origen palestino, la mayor parte de ellos civiles; 67 fallecidos del lado de Israel, de los cuales 64 soldados; y decenas de miles de edificios derribados en la Franja de Gaza. La respuesta de la sociedad internacional fue también esta vez débil, hecho que acrecienta la impresión de impunidad de Israel por su sistemática violación de los derechos humanos. 
 
Mayor peso de Irán
En este turbulento contexto, Irán se ha encontrado en una situación privilegiada, donde el transcurso de los acontecimientos ha hecho que este país cogiera cada vez más peso hasta erigirse como potencia regional. Si antes de la extensión de Daesh, Irán era el “gran enemigo”, no únicamente de Arabia Saudí, sino que también de las potencias occidentales, es cada más frecuente que se plantee a este país como un socio de peso y un posible aliado en la lucha contra el terrorismo de Daesh.  Así las cosas, son cada vez más frecuentes los espacios donde se debaten y analizan estas cuestiones, entre ellos la Fundación Abertis, que celebró al principio de la semana pasada el debate ‘El futuro de Oriente Medio’, en colaboración con el Club de Roma y Esglobal, como prólogo de otros que se van a celebrar en diciembre y en 2015, y que persiguen ofrecer un panorama sobre algunos de los actuales desafíos. Ignacio Rupérez, diplomático, embajador de España en Irak entre 2005 y 2008; Gema Martín Muñoz, profesora de Sociología del Mundo Árabe e Islámico de la Universidad Autónoma de Madrid; e Ignacio Álvarez Osorio, profesor de Estudios Árabes e Islámicos de la Universidad de Alicante; moderados por Lourdes Romero, redactora de Esglobal, analizaron la situación geopolítica de Oriente Medio. En el caso del terrorismo yihadista encontramos que la política de contención de EE.UU., que paraliza la toma de decisiones que puedan contribuir a paliar el agravamiento de determinados problemas, se ha sumado a la fragmentada política exterior de la UE. El resultado es un número cada vez más amplio de combatientes entre las filas del Daesh, entre ellos más de la mitad procedentes de Occidente, y un avance y fortalecimiento del grupo terrorista en la región, favorecido por el vacío de poder y por la consiguiente situación de inestabilidad, con unos métodos que superan con creces en brutalidad a las demás organizaciones terroristas, y que tiene, además, una clara vocación territorial y administrativa. 
 
Una coalición que llega tarde
Por tanto, hubo un consenso por parte de los ponentes en cuanto que la coalición conformada por las potencias occidentales a principios del mes de septiembre, liderada por Estados Unidos, de la que forma parte España, no solamente ha llegado tarde, sino que la estrategia empleada por la misma es poco eficaz. “Los drones no resuelven los graves problemas que se han acumulado, además causan victimas civiles, pierden base social de apoyo […] Es más negocio para las empresas armamentísticas.”, aseguró la profesora Martín que, al igual que el profesor Osorio,  reivindicó la necesidad de tropas terrestres. Asimismo, la solución de los conflictos en Oriente Medio, pasa, según la catedrática, por el compromiso con ofrecer apoyo real dirigido a contribuir a la estabilidad política de aquellos países que lo necesitan, dejando de lado el factor religioso y la disgregación entre sunníes y chiíes que, si bien es verdad conforman una realidad, no deja de situarse en un segundo plano dado que el carácter específico de los problemas es de naturaleza política, y no religiosa. Una solución que pasa, igualmente, por la inclusión de Irán dentro de la sociedad internacional, debido a que es un actor clave, que desde 2003 ha gozado de un papel progresivamente preponderante, y que, por tanto, puede contribuir a la futura estabilidad regional, al igual que otros como los Hermanos Musulmanes, Hezbolá o Hamás; actores a los que se han “demonizado”, pero que son fundamentales. Arabia Saudí, si bien representa una potencia regional, su inversión en el salafismo, únicamente contribuye a desestabilizar si cabe más la situación.  En cuanto a al conflicto árabe-israelí, Ignacio Rupérez en un tono pesimista,  admitió que el reconocimiento del Estado palestino es “un paso pobre” y que confiar en las negociaciones de paz y en la viabilidad de dos territorios se hace cada vez más difícil y frustrante, especialmente entre la población de origen palestino, pero indicó que “hay que seguir luchando desde todos los puntos de vista”. Una lucha que, en opinión del profesor Osorio, tiene que ser trasladada en la ONU desde la que se debería adoptar un calendario que marque los pasos a seguir hacia  la creación del Estado palestino. 
 
Ocupación israelí
El consenso esta vez se ha creado en torno a la política de hechos consumados llevada a cabo por Israel, que no cuenta con ningún cortapisa por parte de la comunidad internacional, y que se traduce no sólo en el mantenimiento de los territorios ocupados, sino en un sistemático aumento del número de ‘colonos’, que en la actualidad se ha triplicado. “La reconstrucción la pagamos los europeos, los americanos, pero el destructor reincidente no paga nada. Estamos financiando la ocupación israelí de esos territorios”,  aseguró la profesora Muñoz.  No obstante, tras la operación ‘Margen Protector’, no hay dudas de que la contraria reacción por parte de Occidente hacia la desmesurada actuación de su socio se ha dejado entrever, y las relaciones entre el presidente de EE.UU, Barack Obama, y el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, no están en su mejor momento. Asimismo, la ONU está actualmente llevando a cabo una investigación sobre posibles crímenes de guerra perpetrados, esta vez, durante la última ofensiva, y cuyas conclusiones está previsto se entreguen en marzo de 2015. La situación en Oriente Medio está lejos de encontrar una solución, no obstante del hecho de que la haya depende de la cooperación de las potencias occidentales con los actores regionales o, como dijo Ignacio Rupérez, de la retirada de EE.UU. a un segundo plano, para dejar así que el orden de la región lo arreglen los Estados que gobiernan en la misma, sin depender de la ayuda exterior.
 

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