Los disturbios no remiten en el Rif marroquí

Paco Soto

Pie de foto: Una protesta callejera en el Rif marroquí/Fadel Senna-AFP.

Los disturbios no remiten en el Rif, una región del norte de Marruecos de cultura mayoritariamente bereber que siempre se ha caracterizado por su rebeldía, motivo por el cual fue reprimida a sangre y fuego por Hasan II cuando era príncipe heredero, a finales de los años 50 del siglo pasado. Ni la represión policial, ni la detención de Nasser Zafzafi, líder que ha sabido canalizar pacíficamente el descontento rifeño en Alhucemas y otras poblaciones, y de decenas de activistas, han logrado acabar con la ira popular. Son muchas las injusticias sociales y económicas en el Rif. Buena parte de la población, sobre todo la juventud, está cansada del desempleo, la pobreza, la corrupción, el despotismo y el desprecio del majzén regional hacia su propio pueblo, el rifeño. Entre los ciudadanos de Alhucemas, epicentro de la rebelión, y otras localidades que salen cada noche a manifestarse solo una pequeña minoría son personas politizadas y conectadas a grupos que sueñan con la autonomía e incluso la independencia del Rif. Lo reconoce a Atalayar un militante berberista: “Somos pocos, pero muy activos, y estamos cosechando mucha simpatía en la población”. La inmensa mayoría de los contestatarios rifeños piden trabajo, justicia y dignidad.

Años de marginación y arbitrariedad

La oleada de protestas que recorre el Rif es “la consecuencia de muchos años de marginación, desprecio, arbitrariedad y autoritarismo por parte de los poderosos”, afirma tajantemente Mohamed, activista berberista y militante de la Asociación Marroquí de Derechos Humanos (AMDH), un colectivo fundado por antiguos miembros de la izquierda radical de ideología marxista leninista. “Hay motivos suficientes, como la miseria y la falta de trabajo y unas mínimas perspectivas vitales de futuro para los jóvenes, para que la gente se manifieste a diario y haga frente a la violencia y la prepotencia de la Policía”, recalca el activista berberista. El líder de la rebelión rifeña, que se encuentra detenido en dependencias policiales en Casablanca, se ha convertido en un icono para muchos manifestantes. Generalmente, los disturbios estallan tras la ruptura del ayuno del Ramadán. Los ánimos se calientan y las protestas acaban en enfrentamientos con las fuerzas del orden al grito de “Viva el Rif”. “Todos somos Zafzafi” o “Esto no es un gobierno, es una mafia”, son otras de las consignas que gritan los manifestantes. Alhucemas se ha convertido en un polvorín, y el Gobierno no sabe cómo actuar. Envió a una delegación gubernamental a Alhucemas para dialogar con representantes de la ‘hirak’ (movimiento de protesta) y diversas autoridades, pero no sirvió de mucho.

La muerte de Mohcine Fikri

Algunos predicadores de mezquitas han sido denunciados por los contestatarios por su presunto “colaboracionismo” con el poder del majzén. Según el movimiento de protesta, es por este motivo que el viernes de la semana pasada, Zafzafi interrumpió al imán de una mezquita de Alhucemas durante la oración. Nadie llegó a pensar el pasado 28 de octubre del año pasado, cuando el vendedor de pescado Mohcine Fikri murió triturado por un camión de recogida de basuras cuando intentaba recuperar la mercancía que las autoridades policiales le habían requisado, que este trágico suceso iba a ser la chispa que incendiaría la pradera. “Ocurrió lo que tenía que ocurrir. La muerte de Fikri fue la gota de agua que hizo desbordar el vaso. Fue el detonante de la actual revuelta”, señala el sociólogo Hasan Choukri. Este triste acontecimiento recuerda lo que ocurrió con el vendedor ambulante Mohamed Bouazizi en Túnez. Su muerte desencadenó la revuelta popular que acabó con la dictadura de Zine El Abidine Ben Ali. Ciertamente, Marruecos es un país política y socialmente estable, y en plena ‘Primavera Árabe’, el propio Rey Mohamed VI, consciente de lo que estaba pasando en muchos países árabes, se adelantó a los acontecimientos e impulsó cambios constitucionales y políticos para evitar males mayores.

Pie de foto: Nasser Zafzafi, líder de la rebelión popular detenido por la Policía.

“No hay excepción marroquí”

Ahora bien, como advierte el politólogo Ahmed Alaoui, “no hay una excepción marroquí. Esto fue un invento perverso de Hasan II para tenerlo todo atado y bien atado. Marruecos es un país relativamente estable, pero si el poder político no es capaz de responder satisfactoriamente a las justas demandas de la población rifeña, la situación podría empeorar y el descontento popular podría extenderse a otras regiones del país”. “Es importante que el Gobierno cesara a cargos institucionales como el wali (gobernador) de Alhucemas y que varios ministros del nuevo Gobierno hayan visitado la ciudad rifeña. Pero no es suficiente, y la represión policial podría radicalizar el movimiento. Hay un caldo de cultivo que genera descontento en el Rif, pero también en Tánger, Rabat, Casablanca, Marraquech, Fez… La paciencia de los marroquíes tiene límites”, opina el sociólogo Hasan Choukri. De momento, sería absurdo plantear un paralelismo entre Nasser Zafzafi y el líder político y militar rifeño Abdelkrim El-Khattabi, que se enfrentó con éxito al colonialismo español apoyado por Francia durante el Protectorado de España en el norte de Marruecos, y fundó la República del Rif entre 1923 y 1926. Pero a fuer de negar que la rebelión del norte de Marruecos no es obra de cuatro exaltados manipulados desde el extranjero, “el poder se podría encontrar con un grave problema de desestabilización interna”, destaca Ahmed Alaoui. Como indica el diario conservador francés ‘Le Figaro’: “En el Rif, la cólera no se apaga”.

Pie de foto: Entierro del vendedor de pescado Mohcine Fikri.

Duras acusaciones

Mientras la cólera popular aumenta, Rabat contempla si escoge la vía del diálogo y la negociación o el camino de la represión pura y dura. De momento, ha habido suerte porque nadie ha muerto en las manifestaciones que se han llevado a cabo en Alhucemas y otras poblaciones. La represión ha sido dura pero no sangrienta, y el Gobierno no ha utilizado a las Fuerzas Armadas para frenar la rebelión. Así las cosas, según informaciones periodísticas, varios abogados han sido autorizados a visitar a Zafzafi. Además, fuentes del movimiento rifeño consultadas por Atalayar creen que Zafzafi ha sido tratado correctamente por los miembros de la Brigada Nacional de la Policía Judicial (BNPJ) que lo detuvieron y por los agentes que lo custodian en una comisaría de Casablanca. Entre 20 y 40 personas, según qué fuentes faciliten los datos, han sido detenidas por la Policía en los últimos días. La fiscalía provincial de Alhucemas decidió el miércoles mantener la detención de Zafzafi, que está acusado de “atentar contra la seguridad del Estado” y otros delitos graves. Los demás detenidos también. Ahora resulta que la Justicia no descarta la posibilidad de que algunos detenidos hayan mantenido vinculaciones con traficantes de drogas como el exdiputado Saïd Chaou. Además, Zafzafi y sus seguidores están acusados de haber colaborado con personas de origen rifeño, en una reunión que mantuvieron en Madrid el 20 y 21 de mayo, para desestabilizar el Rif y provocar enfrentamientos sangrientos con las fuerzas del orden. Si se demostrara su implicación en este delito, los detenidos serían trasladados a la Corte de Apelación de Salé, cerca de Rabat, que juzga casos de terrorismo. Según las investigaciones de la BNPJ, Zafzafi habría estado financiado desde el extranjero. Así lo publicó esta semana el diario ‘Assabah’. La Policía aseguró que encontró una gran cantidad de euros en el domicilio de Zafzafi en Alhucemas. Estas acusaciones han sido desmentidas por representantes del movimiento contestatario. 

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