Los grupos armados malienses inician negociaciones con el Gobierno en Argel

Por Ahmed Brahim
Foto: Los grupos armados tuaregs y árabes del norte de Malí han iniciado una negociación de paz con el Gobierno en Argel.
 
El Gobierno de Malí y los grupos armados tuaregs y árabes  del norte del país africano iniciaron esta semana en Argel unas negociaciones para la paz. En el norte de Malí también actúan grupos yihadistas muy violentos que ponen en peligro la débil estabilidad política y social del país.  En señal de buena voluntad, los dos bandos  procedieron a un intercambio de 86 prisioneros: 45 militares y policías, por un lado, y 41 combatientes tuaregs, por otro. Después de varios meses de bloqueo, las negociaciones de Argel consiguieron reunir al conjunto de las partes enfrentadas en un  conflicto en el que han muerto muchas personas. El pasado mes de mayo, los combatientes del Movimiento Nacional para la Liberación del Azawad (MNLA), un grupo tuareg que lucha por la independencia  del norte de Mali, y los del Alto Consejo para la Unidad del Azawad (HCUA) y  del Movimiento Árabe del Azawad (MAA) libraron duros combates contra el Ejército maliense, que sufrió numerosas bajas. El presidente de Mauritania, el exgeneral golpista Mohamed Uld Abdel Aziz, que también es presidente en ejercicio de la Unión Africana (UA), consiguió un alto el fuego entre los grupos armados del norte de Malí y Bamako, pero no pudo evitar enfrentamientos entre facciones rivales de los propios insurgentes y entre éstos y grupos de autodefensa partidarios del Gobierno. A pesar de muchas dificultades, los bandos enfrentados decidieron negociar en lugar de matarse. Argelia, que desempeña un papel relevante  en la región del Sahel, se ofreció como país anfitrión. Por parte del Estado de Malí, encabezan la delegación  en las negociaciones el ministro de Asuntos Exteriores,  Abdulaye Diop, y el exprimer ministro Modibo Keïta. Por parte rebelde, el MNLA, el HCUA y el MAA tienen una delegación unitaria de 30 personas. El jefe de la delegación es el secretario general del HCUA, Alghabass Ag Intalla. Las negociaciones se desarrollarán en tres fases. En primer lugar, las partes enfrentadas tendrán que consensuar una hoja de ruta. Después, iniciarán el diálogo y en tercer lugar, intentarán llegar a un pre-acuerdo que sea la base del acuerdo de paz definitivo. 
 
Mediadores africanos 
Las negociaciones estarán supervisadas por mediadores africanos como Argelia, la UA, la Comunidad Económica  de Estados de África del Oeste (CEDEAO) y representantes de la Misión de la ONU en Malí (MINUSMA). También estarán presentes en el proceso negociador observadores de la Unión Europea (UE), Francia, Níger y Nigeria. El primer ministro maliense, Musa Mara, pidió a Marruecos que participe en este proceso después de la  negativa expresada por este país, que no ve con buenos ojos que su principal rival en el Magreb, Argelia, capitalice las negociaciones. Musa Mara dejó claro que para que las negociaciones lleguen a buen puerto, todas las partes tienen que llegar a “un compromiso”. El Gobierno de Bamako está dispuesto a ceder excepto en dos aspectos: la integridad territorial del país y la laicidad del Estado. Por parte de los rebeldes tuaregs, el radicalismo independentista ha disminuido notablemente y algunos grupos estarían dispuestos a aceptar una autonomía o un estatuto particular para  el Azawad. Según  un responsable de la MINUSMA, “hay que darse prisa, porque la situación se está degradando cada vez más”. 
 
Anfitrión argelino 
En Malí, una parte de la prensa opositora se interroga sobre la idoneidad de que sea Argelia el país anfitrión de las  negociaciones. “Argelia es el país más implicado en la resolución de la crisis maliense y nunca ha podido encontrar una solución”, señala el periódico ‘Nouvelle Libération’. Las negociaciones entre el Gobierno y los grupos armados se iniciaron el miércoles de esta semana, el mismo día que el ministro francés de Defensa, Jean-Yves Le Drian, viajó a Bamako para firmar un acuerdo militar con las autoridades malienses. Francia movilizará unos 3.000 militares en Malí para hacer frente a los grupos terroristas yihadistas en el Sahel en el marco del plan ‘Barkhane’, que sustituye a la operación ‘Serval’. “Estamos a punto de ver una luz al final del túnel”, aseguró el ministro argelino de Asuntos Exteriores, Ramtane Lamamra. El MNLA es quizá el grupo más intransigente, porque en sus filas abundan los insurgentes que quieren la independencia del Azawad, y a este movimiento no le gustó que Musa Mara dijera que “en Argel no está en el orden del día hablar de la autonomía o la independencia” del norte del Malí. El camino de la paz será difícil, pero hay que intentarlo, y “todos tendremos que hacer concesiones”, declaró a la emisora Radio France Internationale (RFI) un ministro maliense presente en Argel.
 
Llamamiento a la ONU
Por otra parte, según informa Mohamed Sahli desde Túnez,  el ministro libio de Asuntos Exteriores, Mohamed Abdelaziz, pidió desde Nueva York al Consejo de Seguridad de la  ONU que forme fuerzas de seguridad en Libia para que puedan mantener el control de las infraestructuras esenciales del país magrebí, como los aeropuertos y las instalaciones petrolíferas. El jefe de la diplomacia libia explicó que no quiere una intervención militar extranjera para acabar con el  caos político y social que provocan las milicias armadas, sino el envío de “un equipo de expertos en seguridad de la ONU”. “Se trata de formar al Ejército y a la Policía libios para que puedan proteger las infraestructuras del país”, recalcó el ministro. El aeropuerto internacional de Trípoli es desde hace días el escenario de violentos enfrentamientos entre grupos armados yihadistas y contrarios al islamismo que se pelean  por el control de esta infraestructura aérea y han causado numerosos muertos y destrozos materiales. El desorden reina en prácticamente todo el país y el Gobierno de Trípoli no ha conseguido hasta hora imponer su autoridad. Tres años después de que el dictador Muamar Gadafi fuera ejecutado,  Libia vive una profunda crisis política, social y económica, y  la debilidad del Gobierno y de las instituciones es de tal magnitud que los observadores temen lo peor. El espacio aéreo de la región oeste de Libia quedó cerrado  a raíz de una huelga que realizaron los controladores aéreos para protestar contra la situación que vive el aeropuerto internacional de Trípoli.

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