Los habitantes del Atlas, abandonados a su suerte por el Estado un año más

Paco Soto

Pie de foto: La presidente del CMA, Kamira Nait Sid.

El Atlas es una cordillera que recorre a lo largo de 2.400 kilómetros el noreste del continente africano. En el caso de Marruecos, este sistema montañoso situado aproximadamente en el centro del país es una zona turística de gran interés, tanto para los marroquíes con buen nivel de vida como para los extranjeros. Pero en la región montañosa del Atlas marroquí, que es de cultura mayoritariamente amazigh, no todo el mundo vive del turismo.

Muchos de sus habitantes residen en pequeñas ciudades, pueblos y aldeas y en algunos casos en zonas muy alejadas de lo que podríamos llamar la civilización del siglo XXI. En las zonas más pobres y atrasadas del Atlas falta de todo: carreteras, hospitales y centros de salud, escuelas, infraestructuras básicas como alcantarillado, calles asfaltadas, luz eléctrica en algunos casos… La vida en las zonas más subdesarrolladas del Atlas es muy dura.

Sus habitantes sobreviven de la ganadería lanar y de una agricultura de pura subsistencia. En invierno, además de hacer mucho frío, nieva y muchos pueblos quedan incomunicados durante semanas enteras. Se han dado casos en algunos lugares de bebés que han muerto de desnutrición. Un simple catarro puede convertirse en una enfermedad mucho más grave que llevará directamente al enfermo a la muerte.

Un país olvidado

Nadie, salvo algunos medios y grupos berberistas o de defensa de los derechos humanos, habla de este Marruecos casi medieval que no interesa ni a las autoridades nacionales ni a las agencias internacionales de turismo. Esta región montañosa separa las costas mediterráneas y atlánticas del desierto del Sáhara, y muchos europeos no aguantarían ni una semana si quisieran vivir como uno de sus moradores pobre. Como cada año en invierno algunos habitantes del Atlas abandonan sus pueblos y por su propia cuenta intenta llegar a lugares menos inhóspitos de la región.

Pie de foto: Un pueblo del Atlas marroquí.

Según información que hizo llegar a Atalayar la presidenta del Congreso Mundial Amazigh (CMA), Kamira Nait Sid, desde principio de este mes de febrero, el frío se ha intensificado en el Atlas. Nieva mucho, las carreteras están bloqueadas, y decenas de pueblos han quedado aislados. Los cortes de electricidad son frecuentes. La vida económica y social de amplias zonas del Atlas está completamente paralizada. El precio de la madera para calentarse –denuncia el CMA- ha subido considerablemente. La nieve ha destruido muchas casas de adobe y piedra, y una mujer murió al hundirse su vivienda. Según la prensa marroquí, también han muerto varios bebés, y algunas personas han desaparecido en la región de Midelt, Khenifra y Azilal.

El sufrimiento de los pastores

Kamira Nait Sid explica que muchos pastores han sufrido de manera dramática la nieve y el frío, y en algunos casos han perdido todo su rebaño. La presidenta del CMA entiende que es muy difícil prever fenómenos climáticos, pero lo que no comprende es que las autoridades locales y nacionales no tomen medidas de prevención ante un fenómeno previsible. Todo Marruecos, según Kamira Nait Sid, sabía que iba hacer mucho frío y nevar en el Atlas., pero lamenta que, una vez más, “las autoridades implicadas (gobernadores, walis, Gobierno) hayan ignorado” esta realidad, “o esto parece”.

La presidenta del movimiento berberista internacional acusa a muchos ministerios, como Obras Públicas, Interior, Sanidad, Comunicación y Solidaridad, de no haber cumplido con su cometido de ayudar a la población del Atlas que lo necesitaba. Piensa que “en los países donde el Estado está al servicio del pueblo, las catástrofes provocan una movilización general en una hora”. Desgraciadamente no es el caso de Marruecos, afirma la activista amazigh; y da el ejemplo de la primera red viaria que fue limpiada por los servicios de emergencia: los 30 kilómetros de la carretera entre Ifrán y El-Hajeb. En Ifrán se encuentra una estación de esquí frecuentada por turistas con alto poder adquisitivo; y está ubicada una universidad privada muy prestigiosa -‘Al-Akhawayn’-, donde estudian los hijos del majzén.

Pie de foto: Una madre y su hija en el Atlas.

Marginación de los amazighs

Dicho esto, Kamira Nait Sid piensa que “a nadie” le debería extrañar que, como denuncian los movimientos berberistas locales, las poblaciones amazighs de Marruecos estén marginadas socioeconómicamente. La presidenta del CMA no entiende que en un país que está construyendo un Tren de Alta Velocidad (AVE) entre Casablanca y Tánger, en pleno siglo XXI, todavía existan muchos marroquíes que vivan como en la Edad Media. “Morir de frío” en Marruecos, “esto es inaceptable”, apostilla la militante berberista.

Por ello, anuncia la presidenta del CMA que su organización seguirá denunciando “este Marruecos a dos velocidades”. De momento, el CMA exige a las autoridades que establezcan un balance de las pérdidas humanas y materiales en el Atlas, y hace un llamamiento a los amazighs de Marruecos, los demás países de la región y la emigración a que sean más solidarios con las víctimas y defiendan su cultura y sus tradiciones.

 ¿El Gobierno de Rabat escuchará esta petición? No parece probable. El Ejecutivo del islamista Saad Eddine El Othmani parece interesarse a otras cosas y no a la miseria en la que siguen viviendo millones de marroquíes, sobre todo en las zonas rurales más atrasadas y las barriadas paupérrimas de las ciudades. Que nadie se extrañe en España si muchos marroquíes, la inmensa mayoría de la juventud, incluso con estudios, quieren abandonar Marruecos para siempre e instalarse en la vecina España, en Francia, en Alemania, en Bélgica o en Canadá.

Más en Sociedad