Los jóvenes tunecinos se divierten desafiando a la muerte

Paco Soto

Pie de foto: La ruleta rusa es un juego macabro que se ha extendido en Túnez.

La juventud tunecina, sobre todo los sectores sociales menos afortunados materialmente, aunque muchas veces con estudios, se aburre. Ocurre en todas las sociedades, pero en los países más pobres el aburrimiento se vuelve crónico.  Muchos jóvenes tunecinos de clase baja y clase media baja salen de su país como emigrantes. Otros no tienen ni esta ‘suerte’. Cambiar de país, conocer otra lengua, empaparse de otra cultura suele ser positivo. Los jóvenes que se quedan en su país sin trabajo o trabajando en precario, en muchos casos, tratan de superar sus problemas a través de las drogas y el alcohol, o participan en juegos tan absurdos como peligrosos donde desafían la muerte.

Necesitan dinero y emociones fuertes, salir de la modorra diaria tan propia de la juventud magrebí que no tiene padres con posibles. Los sociólogos, en algunos estudios hechos públicos, sostienen la tesis de que “algunos de estos jóvenes que no ven futuro a sus vidas, por eso están dispuestos a arriesgarlas. Es triste, pero así son las cosas”, apunta el sociólogo de origen marroquí Larbi Ben Malek.

Morir es un juego

“La muerte es para estos jóvenes un juego, No se puede entender si no se ve de cerca la situación”, opina un periodista del diario ‘Le Temps’. Las leyes no sirven de mucho, porque los jóvenes tunecinos que se siente abandonados por el Estado no creen en ellas y se las saltan a la torera. La religión en su versión dogmática y cerrada al diálogo es una salida para una parte de estos jóvenes, y algunos miles se han dejado engañar por los terroristas yihadistas. Pero muchos tunecinos menores de 20 años dicen que creen en Dios, y hasta de vez en cuando van a la mezquita. Pero a muchos les gusta el estilo de vida occidental, aunque públicamente no se atrevan a reconocerlo. Les gustaría tener un dinero mínimo para tomarse una copa y relacionarse con una chica en Madrid, Roma o París. Pasearse por las calles de Túnez capital a determinadas horas del día no es siempre atractivo, a pesar de la belleza de esta ciudad mediterránea, el clima estupendo y la calidez de la población.

Pie de foto: Jóvenes tunecinos en una cafetería de la capital del país.

La democracia ha permitido que los jóvenes tunecinos hayan perdido el miedo a pensar y hablar; y los más activos son famosos blogueros. Por suerte para una parte de la juventud las redes sociales les han abierto el camino de la libertad. Las situación de las chicas es mucho más dura, el control social de la familia, las instituciones y la población la asfixia, salvo en el caso de los núcleos militantes y las jóvenes de clase alta y occidentalizadas. En este contexto social, muchos chicos buscan desesperadamente participar en juegos peligrosos pero donde pueden ganar dinero. La ruleta rusa es uno ellos. Es un juego prohibido, pero no importa a miles de muchachos veinteañeros dispuestos a jugarse la vida para ganar dinero. Los medios tunecinos han informado sobre esta cuestión y otros juegos trágicos donde la muerte les acompaña.

Juegos peligrosos

“Los juegos como la ruleta rusa activan la adrenalina, y sabes que puedes ganar dinero si te lo propones. Sé que hay un riesgo, que me puedo pegar un tiro en la sien, y adiós vida. Pero la vida es un riesgo contante. De momento he participado tres veces y no me ha pasado nada. He ganado pasta. Conozco casos de jóvenes que participan en este juego, pero no lo hacen por dinero, sino para vivir ciertas sensaciones”, cuenta un joven de Sfax que ha vivido años en Italia y Francia. Para algunos expertos, lo que ocurre en Túnez no tiene nada que ver con la evolución, apertura y modernización de la sociedad, sino que es la consecuencia de un sector de la juventud que haría cualquier cosa para cambiar de vida o dejar de vivir. El suicidio, desgraciadamente, es una alternativa para demasiados chicos, es lo que hizo Mehdi, de 13 años, en la ciudad de Zaghouan.

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