Los médicos que mantienen viva la revolución de Sudán

Manuel Pérez Bella/Jartum. EFE 

La sirena de una ambulancia retumba en la noche de Jartum y al instante, la muchedumbre que se agolpa en la efervescente acampada opositora abre paso a los médicos, reconocidos por los sudaneses como líderes de la revolución que llevó al derrocamiento de Omar al Bashir.

Los médicos sudaneses se pusieron en primera línea de las movilizaciones desde el pasado diciembre y también se han organizado, con suma celeridad, para abrir y gestionar ocho clínicas en la acampada opositora, con las que contribuyen a mantener vivo el pulso contra la junta militar que se hizo con el poder el pasado 11 de abril.

A medio oscuras, iluminada por unos pocos focos, la principal clínica de la acampada está inmersa en un continuo frenesí por la noche, momento del día en el que decenas de miles de personas afluyen a la explanada situada frente a la sede de las Fuerzas Armadas.

El doctor Muntather Ozman recuerda que uno de sus colegas fue asesinado con un tiro a quemarropa por las fuerzas de seguridad de Al Bashir cuando comenzaron las protestas. Esos excesos de violencia en la represión a los manifestantes, argumenta, hizo que los médicos se involucraran en el movimiento multitudinario que desembocó en la caída de Al Bashir el 11 de abril, pero que ha continuado con el propósito de forzar a los militares a ceder el poder a los civiles.

"Los médicos hemos participado en la revolución sudanesa desde diciembre porque notamos que el Gobierno anterior, el régimen apoyado en los islamistas estuvo en el poder 30 años y ha fallado en la tarea de proveer las necesidades elementales del pueblo en el país", comenta Ozman.

Uno de los episodios más graves al inicio de las protestas tuvo lugar el pasado enero, cuando hombres armados leales a Al Bashir persiguieron a los manifestantes hasta el interior del hospital de la ciudad de Um Durman y dispararon con fuego real y gases lacrimógenos dentro del centro médico.

Los tiroteos de las milicias de Al-Bashir 

Las clínicas fueron montadas por los médicos por iniciativa propia desde el mismo día en que se inició la acampada opositora, el 6 de abril.

"Hubo un ataque la primera noche y muchos médicos, con un equipo muy pequeño, vinieron" para ayudar a los manifestantes, relata a Efe la farmacéutica Samaha al Mubarak, miembro del comité que coordina los ocho centros médicos. Los primeros días, según Al Mubarak, "fueron críticos" y llegaron "numerosos casos graves de personas con heridas de tiros".

En esos días que precedieron la caída de Al Bashir, 35 manifestantes murieron en las protestas, la mayoría tiroteados, según cálculos del Comité Central de Médicos, uno de los grupos que ha liderado las protestas y responsable de organizar las clínicas.

Para proteger a los pacientes de los ataques, los galenos instalaron la clínica central en torno a una torre eléctrica resguardada por un muro, que se sitúa frente al cuartel general de la Fuerza Aérea. Ahora no hay disparos, pero la intensidad del trabajo continúa en la clínica por la propia dimensión de la acampada, que recibe una marabunta de personas todos los días para exigir a los militares que entreguen el poder a una autoridad civil.

Las donaciones abastecen las clínicas

La sala de control de la torre eléctrica sirve de farmacia central para toda la acampada, puesto que es la única sala refrigerada bajo el control de los activistas.

La sala, llena de equipos eléctricos, "en realidad no es segura" para los medicamentos, que se amontonan en cajas en el suelo, porque podría haber un incendio, admite el joven farmacéutico Mohamed Awad Sigaria. "Pero no tenemos opciones, tenemos que almacenarlas aquí porque hace mucho calor afuera. Y necesitamos almacenar las medicinas en un lugar adecuado", explica.

La botica almacena entre 200 o 300 tipos diferentes de medicamentos, que han sido donados por organizaciones de caridad, la Asociación Nacional de Farmacia y por compañías sudanesas, además de voluntarios individuales. Sigaria divide su tiempo entre su empleo en una empresa farmacéutica privada y su trabajo voluntario en la acampada por la noche.

Como él, decenas de médicos, farmacéuticos y enfermeros y estudiantes de medicina se rotan en tres turnos para atender a los manifestantes.

Trabajo preventivo contra la malaria 

Los médicos también desarrollan trabajo preventivo y están tratando de concienciar a los manifestantes para evitar la propagación de enfermedades contagiosas."Tenemos casos de malaria y de enfermedades diarréicas, unos pocos casos. Así que estamos diseminando el mensaje de usar los baños bien, lavarse las manos y el cuerpo, ser higiénico, no traer comida de fuera, no beber agua insegura", relata la médica comunitaria Batula al Tayeb Mohamed.

La doctora es responsable del trabajo preventivo, de supervisar el saneamiento de los baños y del manejo de los residuos sólidos.En esa tarea participan decenas y decenas de activistas, que cada noche barren la acampada y retiran toneladas de basura, en aras de la revolución. "Estoy aquí desde el 6 de abril y haré lo posible para seguir hasta el último minuto. Trabajo 18 horas por día. Triunfaremos. Soy optimista, no tengo otra opción", concluye entre risas la doctora Batula.

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