Los refugiados en el Líbano atrapados en un círculo vicioso de la deuda

Atalayar

Pie de foto: Refugiados sirios vuelven de la tienda cargados con comida

Casi el 90% del millón de refugiados sirios en Líbano están cada vez más endeudados, según los datos de un nuevo estudio de ACNUR, UNICEF y el Programa Mundial de Alimentos. Un estudio basado en la evaluación de más de 4.000 hogares de refugiados y en más de 100.000 visitas a familias a lo largo de este año.

La cantidad de dinero que los refugiados sirios adeudan a arrendatarios, comerciantes, amigos y familiares se ha incrementado en un 22% en 2015. Han agotado sus ahorros, su capacidad para encontrar trabajo se ha visto reducida y la ayuda humanitaria ha menguado debido a la escasez de fondos. La media de la deuda acumulada por las familias sirias refugiadas es de 842 dólares al mes, 180 dólares más que el pasado año. Los refugiados están pidiendo préstamos para cubrir necesidades básicas como el alquiler, la alimentación y la atención médica, por ende las pequeñas cantidades de sucesivos microcréditos terminan por convertirse en grandes cargas.

Alrededor de un 40% de los refugiados deben dinero a sus caseros, y suelen acumular más de dos meses de retraso en el pago del alquiler. Un 39% de los refugiados encuestados manifestaron que no están recibiendo asistencia sanitaria por el alto coste del tratamiento y los medicamentos. Ante esta situación solo les queda salir adelante recortando el número de comidas al día  y reduciendo el tamaño de las raciones. Aun así, muchos tienen que seguir pidiendo préstamos a comerciantes, amigos o parientes para alimentar a sus familias. El consumo de carne es muy limitado y el de huevos se reduce a una vez por semana, en el mejor de los casos. Muchos adultos están comiendo menos para asegurar la alimentación de sus hijos.

El porcentaje de familias refugiadas que compran comida a crédito supera el 75%, en contraste con el 30% que recurría a esta medida en 2014, o el 19% en 2013. Uno de los motivos de esta situación son los recortes en la asistencia alimentaria proporcionada por el Programa Mundial de Alimentos que entraron en vigor en julio. El año pasado, tres cuartas partes de los refugiados estuvieron recibiendo ayuda alimentaria a razón de 30 dólares mensuales por persona. Hoy en día, apenas la mitad de los refugiados recibe asistencia alimentaria y la cantidad percibida se ha reducido (actualmente es de 21,60 dólares por persona al mes).

En total, se estima que el 70% de los refugiados en el Líbano están viviendo por debajo del umbral de pobreza nacional, situado en 3,84 dólares diarios. Además, se ven forzados a priorizar entre necesidades básicas. Reducir calorías y nutrientes y renunciar a ciertos productos no basta, pues cada vez son más los refugiados que se ven obligados a sacar a sus hijos de la escuela, en muchos casos para enviarlos a trabajar en condiciones de explotación en el mercado de trabajo informal. Asimismo, afrontan el riesgo cada vez mayor de ser desahuciados de sus casas y, en tanto que su capacidad para amortizar las deudas se reduce, se hace más probable perder la confianza de sus deudores, empeorando la relación con la comunidad local.

A las condiciones de vulnerabilidad de los refugiados sirios en el Líbano se han añadido en enero nuevos requisitos relacionados con su estancia en el país. El permiso de residencia tiene que ser renovado cada seis meses, y para hacerlo, los refugiados registrados en edad de trabajar tienen que firmar una declaración notarial renunciando a buscar empleo. La mayoría de los refugiados sirios que trabajan lo hacen de manera irregular, encontrando empleos de varios días al mes en el sector de la agricultura o la construcción, por los que generalmente ganan menos de 15 dólares por jornadas de 12 horas de trabajo. Mujeres y niños ganan la cifra ínfima de 4 dólares al día por un día de trabajo agrícola.

Ante esta situación ACNUR aboga por que se permita a los refugiados ser autosuficientes, aunque reconocen la necesidad de evitar distorsiones en los mercados de trabajo locales. Por lo que recomienda que se exima a los refugiados de la declaración de renuncia al trabajo, o que al menos sea reformulada, de manera que puedan trabajar en ciertos sectores como la agricultura o la construcción de acuerdo a la ley libanesa, y donde exista demanda. Estos son sectores donde tradicionalmente se ha contado con trabajadores sirios en Líbano. Asimismo, ACNUR aboga por que se lleven a cabo inversiones que ayuden a empresas libanesas a crear oportunidades para la población local necesitada y que repercutan positivamente en los refugiados, como la industria textil, de procesado de alimentos, servicios medioambientales, agricultura y construcción.

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