Los salafistas argelinos pierden el norte

Paco Soto

Pie de foto: Manifestación salafista en las calles de Argel.

El salafismo argelino está desorientado. Le cuesta adaptarse a los nuevos tiempos, y algunos expertos creen que sus principales dirigentes han perdido el norte. Arabia Saudí, el país que durante años le ha nutrido ideológicamente a través del wahabismo, una doctrina islámica ultraconservadora, y financiado generosamente, ya no es lo que era. Sigue siendo un país dirigido por una monarquía teocrática y es una de las cunas del extremismo religioso musulmán, pero se está viendo en la obligación de llevar a cabo tímidas reformas en el ámbito social y económico. Riad defiende un programa reformista –Visión 2030- que pretende modificar el modelo económico y acabar con la dependencia de la producción y exportación de petróleo. Desde el punto de vista ideológico y religioso, los dirigentes saudíes no pretenden una ruptura con el wahabismo, que se ha extendido por todo el mundo, pero quieren desempolvarlo. Los más atrevidos y reformistas, como el joven príncipe heredero Mohamed Ben Salmane, aseguran que “no podemos pasar otros 30 años acomodándonos a ideas extremistas y las vamos a destruir ahora y enseguida”. Quizá sea una promesa que no se cumplirá jamás. Pero está sobre la mesa.

La llegada del wahabismo

El príncipe heredero la defendió durante la presentación de su plan de reforma económica, evaluado en 500 millones de dólares. ¿Cómo influirán la reforma saudí y la supuesta superación del rigorismo religioso en el mundo musulmán en general y en Argelia en particular? La respuesta está abierta. En la parte final del siglo XX, el wahabismo se infiltró en Argelia y se extendió en los órganos religiosos, sociales, políticos y culturales del país; lo hizo con el consentimiento de un régimen supuestamente semi laico. El Frente Islámico de Salvación (FIS) de Abasi Madani fue la expresión política más elaborada y organizada del wahabismo saudí en Argelia.

Pie de foto: Un grupo de salafistas argelinos reza en una mezquita.

Los petrodólares de Riad ayudaron generosamente al FIS. La terrible década de los noventa del siglo pasado desencadenó una sanguinaria violencia terrorista y una respuesta del Estado brutal. El balance fue una guerra civil que provocó la muerte de unas 200.000 personas, según partidos opositores y grupos de derechos humanos. Estos sucesos debilitaron el salafismo argelino pero no acabaron con este movimiento, aunque la mayoría de sus miembros hayan renunciado a las armas. “El país ha salido de la espiral de la violencia, pero el problema subsiste”, indica el diario ‘El Watan’. Personajes como Abasi Madani y el exaltado exnúmero dos del FIS, Ali Belhadj, son políticos del pasado. Los herederos del FIS tienen hoy en día poca audiencia, y el islamista Movimiento Social por la Paz (MSP), inspirado en los Hermanos Musulmanes, es su principal competidor.

El salafismo sigue vivo

El salafismo local está vivo y el wahabismo sigue siendo su brújula ideológica. Ahora bien, como señala el politólogo argelino Ali Boukhlef, “si su principal referente se resquebraja, el salafismo tendrá que hacer muchas maniobras para no hundirse, tendrá que adaptarse a los nuevos tiempos si quiere seguir manteniendo una influencia notable en la sociedad desde el punto de vista de las ideas”. A juicio del experto, “los argelinos se vacunaron de la violencia en los años noventa, pero muchos ciudadanos no cambiaron su manera de pensar en temas políticos, ideológicos, sociales y religiosos.

Décadas de embrutecimiento wahabita no se borran de la noche a la mañana. Otra cosa distinta es que los salafistas locales tengan suficiente inteligencia para superar las dificultades actuales y ofrezcan un ideario político conectado a la realidad de nuestros días”. Citado por el diario ‘El Watan’, un cuadro del Ministerio argelino de Asuntos Religiosos reconoce que “todo movimiento o reforma de la doxa religiosa en Arabia Saudí tendrá un impacto cierto en los movimientos islamistas”. ¿Cómo hará el salafismo argelino que juró fidelidad a Riad y sus predicadores para llevar a cabo los cambios que reclaman los nuevos tiempos sin despertar demasiados recelos?

Es una pregunta complicada de responder. Lo que es evidente, según el cuadro del Ministerio de Asuntos Religiosos, es que “lo que ocurra en Arabia Saudí va a desestabilizar profundamente el salafismo en Argelia”. Y no solo los movimientos que se inspiran directamente del wahabismo sino el conjunto del islamismo político, piensa el especialista H´mida Ayachi. 

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