Músicas en la antigüedad

Atalayar

Pie de foto: Un total de 373 piezas, desde tablillas mesopotámicas y estelas egipcias hasta cerámicas griegas y relieves romanos, recorren tres mil años de historia musical de la mano del Louvre en una exposición organizada por la Obra Social "laCaixa".

El canto de las sirenas casi perdió a Ulises. La música y los sonidos embrujan, seducen, consuelan, asustan y estimulan los sentidos desde tiempos ancestrales; también están presentes en los grandes acontecimientos de la vida pública y privada. El origen de nuestras sonajas, flautas, arpas, platillos, órganos, castañuelas y un sinfín de instrumentos modernos se remonta a miles de años atrás. De Irán a la Galia, la exposición Músicas en la antigüedad reúne un conjunto excepcional de 373 piezas delicadas procedentes, en su mayor parte, de las colecciones del Musée du Louvre, y también de unas veinte instituciones internacionales, entre ellas el Metropolitan Museum de Nueva York, los Musei Capitolini de Roma y el Museo Nacional de Atenas.

Desde los sellos cilíndricos mesopotámicos hasta los relieves monumentales romanos, pasando por los papiros egipcios y los vasos griegos, algunas de las piezas nunca antes habían sido exhibidas. El recorrido de la muestra incluye también una serie de dispositivos sonoros, gracias a los cuales es posible escuchar reconstituciones de sonidos de instrumentos antiguos, así como el canto más antiguo del mundo que se conoce hasta la fecha. La exposición recorre tres mil años de historia y es fruto de la alianza estratégica con el Musée du Louvre para la organización conjunta de exposiciones en nuestro país.

Músicas en la antigüedad. Concepto y producción: Exposición organizada conjuntamente por la Obra Social ”la Caixa”, el Musée du Louvre y el Musée du Louvre-Lens. Comisariado: Hélène Guichard, Violaine Jeammet y Ariane Thomas, conservadoras del Musée du Louvre, junto con otros cinco expertos de distintas instituciones y universidades francesas. Fechas: Del 9 de junio al 16 de septiembre de 2018. Lugar: CaixaForum Madrid (Paseo del Prado, 36).

El director del Área de Cultura de la Fundación Bancaria ”la Caixa”, Ignasi Miró; la investigadora del Centre National de Recherche Scientifique, Sibylle Emerit (en representación del equipo curatorial formado por ocho comisarios); y la directora de CaixaForum Madrid, Isabel Fuentes, han presentado hoy Músicas en la antigüedad, una extraordinaria exposición fruto del trabajo conjunto de varios expertos de distintas instituciones y universidades francesas a partir de los fondos del Musée du Louvre.

Dentro de su programación cultural, la Obra Social ”la Caixa” presta una atención preferente a las grandes culturas del pasado. La misión de las exposiciones programadas es mostrar las distintas formas en que las civilizaciones se han enfrentado a las grandes cuestiones universales. Así, organiza muestras inéditas a partir de las más recientes investigaciones históricas y arqueológicas.

Músicas en la antigüedad es fruto del acuerdo entre la Obra Social ”la Caixa” y el Musée du Louvre para la organización conjunta de exposiciones que acerquen o descubran al público artistas, colecciones y periodos de la historia del arte a partir de los fondos del museo parisino. Esta exposición sigue la línea de otros proyectos que se han desarrollado conjuntamente con el Musée du Louvre, como los dedicados al Egipto faraónico, las rutas de Arabia, los príncipes etruscos, Mesopotamia, Delacroix y Le Brun.

Este ambicioso acuerdo se enmarca en la línea de actuación impulsada por la Obra Social ”la Caixa” en los últimos años para establecer alianzas estratégicas con grandes instituciones culturales del mundo, con el fin de intensificar su acción cultural y fomentar sinergias entre distintas instituciones de primer orden internacional. Oriente, Egipto, Grecia y Roma: Músicas en la antigüedad muestra la importancia de la música en las sociedades antiguas, así como los últimos hallazgos en el campo de la arqueomusicología. La exposición, organizada por la Obra Social ”la Caixa”, el Musée du Louvre y el Musée du Louvre-Lens, presenta la música como un lenguaje universal que atraviesa los siglos, supera conflictos y guerras, y acerca culturas. Desvela los aspectos específicos de cada civilización, así como sus influencias, intercambios e hibridaciones.

Casi 400 piezas de unos veinte museos

Desde Irán hasta la Galia, los vestigios milagrosamente conservados de instrumentos, los fragmentos de notaciones musicales y las múltiples representaciones de intérpretes que han llegado hasta nuestros días evocan los sonidos de tres mil años de historia (del 2900 a. C. al 395 d. C.). La exposición reúne un conjunto de piezas singulares, de sensible y delicada belleza: instrumentos y escenas reproducidas en tres dimensiones en vasos griegos, mosaicos y monedas.

Tablillas mesopotámicas, estelas egipcias, cerámicas griegas, relieves históricos romanos y una colección de instrumentos antiguos de música cuyo estado de conservación a menudo sorprende. En total, se presentan 373 piezas, 278 de ellas pertenecientes al Musée du Louvre. Las obras proceden también de la Bibliothèque nationale de France, el Metropolitan Museum de Nueva York, el Museo Arqueológico Nacional de Atenas, el Museo Archeologico Nazionale de Nápoles, los Musei Capitolini, el Museo Nazionale Romano y el Museo Nacional de Arte Romano de Mérida, entre otros centros.

El hecho musical se aborda desde distintas perspectivas. Los trabajos llevados a cabo recientemente en el campo de la arqueología experimental han permitido recuperar sonidos que se creían perdidos. También se presenta el contexto eminentemente religioso de la música, así como el sociocultural. La exposición recupera las leyendas sobre el origen divino de sonidos e instrumentos: del demiurgo sumerio Enki al inventor de la lira, Hermes.

La música interviene en todas las facetas de la vida: exalta el poder de los soberanos, acompaña en la guerra y es omnipresente en la escena cívica y en el vínculo con lo divino. Está ligada a todas las etapas de la vida: la infancia, la juventud, la madurez y la muerte. Alrededor del hecho musical se crean oficios, desde el de lutier hasta el de maestro de música, mientras que algunos intérpretes extraordinarios han alcanzado una gran fama en este campo.

Un extraordinario equipo de expertos

Músicas en la antigüedad es el fruto del esfuerzo de colaboración de un equipo de expertos en las civilizaciones mesopotámica, egipcia, griega y romana. La exposición es el resultado del trabajo conjunto de las conservadoras del Musée du Louvre Hélène Guichard, Violaine Jeammet y Ariane Thomas, junto con otros cinco especialistas de instituciones y universidades francesas: Nele Ziegler, directora de investigación del Centre National de la Recherche Scientifique (CNRS); Christophe Vendries, profesor de Historia Romana de la Université Rennes II; Alexandre Vincent, profesor investigador de Historia Romana de la Université de Poitiers; Sylvain Perrot, de la Académie de Strasbourg, y Sibylle Emerit, investigadora del CNRS. Estos ocho comisarios han trabajado de forma conjunta para presentar una gran selección de obras con un discurso inédito y novedoso.

El punto de partida de la exposición es el programa de las Escuelas Francesas en el Extranjero (EFE) Paisajes sonoros y espacios urbanos en el Mediterráneo antiguo, dirigido por el Institut Français d’Archéologie Orientale, la École Française d’Athènes y la École Française de Rome. Músicas en la antigüedad se hace eco de la investigación actual, diversa y abundante en este ámbito, gracias a la labor de conservadores, historiadores y arqueólogos, así como de etnomuseólogos, físicos acústicos y arqueometristas.

Como es habitual, la exposición se completa con la edición de una publicación a cargo de la Obra Social ”la Caixa” y, en este caso, junto con el Musée du Louvre y el Musée du Louvre-Lens. Coordinada por los ocho comisarios, la muestra cuenta además con la colaboración de los siguientes especialistas: Victoria Asensi Amorós, Annie Caubet, René Caussé, Ricardo Eichmann, Dorothée Elwart, Uri Gabbay, Stefan Hagel, Robert Piéchaud, Anita Quiles, Aminata Sackho-Autissier y Dahlia Shehata.

A partir de la muestra, también se despliega un programa de actividades para todos los públicos, que incluye una conferencia a cargo de cuatro de los comisarios —Ariane Thomas, Sibylle Emerit, Violaine Jeammet y Alexandre Vincent—, así como visitas comentadas para el público general, cafés tertulia y visitas en familia, y el espacio familiar Arqueomúsicas.

ÁMBITOS DE LA EXPOSICIÓN

Los sonidos antiguos: ¿un mundo desaparecido para siempre?

Imaginemos que, dentro de 2.000 años, tan solo quedasen como muestra de lo que fue la música occidental algunas partituras de Mozart, pequeños fragmentos de las canciones de Brel e instrumentos musicales dañados o rotos. En cierto modo esta es la situación a la que se enfrentan hoy los especialistas de las músicas de la antigüedad, que solo disponen de elementos incompletos, tanto en lo que respecta a las pocas «partituras» existentes como a los instrumentos que se han hallado fragmentados en tumbas, casas o santuarios. Existen, eso sí, numerosos textos y miles de imágenes que muestran escenas de la vida musical y a partir de los cuales los especialistas recomponen el entorno sonoro de cada cultura, gracias también a los últimos avances en el ámbito de la investigación. Aunque las sociedades antiguas parecen compartir ciertos instrumentos musicales y ciertas prácticas, hay en ellas una serie de formas de expresión musical que les son propias.

La música antigua en el imaginario occidental

La ópera, la novela y las artes visuales han forjado una imagen de la música antigua basada en estereotipos heredados en gran parte del siglo XIX. En este periodo de gran desarrollo de la disciplina arqueológica, recuperar el espíritu de las melodías antiguas se convierte en un reto estético para algunos compositores, como Verdi o Saint-Saëns.

Pero será sobre todo el cine, a través del péplum hollywoodiense, el que contribuirá a la popularización de algunos estereotipos: es el caso del arpa, que, asociada al mundo oriental y al erotismo, puede aparecer tanto en la corte del faraón o de Cleopatra como en un banquete griego o romano para ilustrar la presencia de esclavos orientales. Hay otros elementos más circunscritos, como por ejemplo el sonido de las trompetas, que se convierten en la marca visual y sonora de los ejércitos romanos, tanto en el cine como en el cómic.

El redescubrimiento de la música antigua

A partir del Renacimiento, el auge del humanismo favorece el redescubrimiento de la música grecorromana. Eruditos y enciclopedistas copian repetidamente los dibujos de instrumentos musicales y leen a los teóricos de la música griega. Habrá que esperar a la expedición de Bonaparte para que la música del Egipto faraónico despierte tal curiosidad, en un momento en que la historia de la música se convierte en una disciplina en sí misma. En el siglo XIX nace la arqueología musical, que sitúa el origen de la música 3.000 años antes. La publicación de los himnos délficos, así como el hallazgo de vestigios de arpas en Tebas o de trompetas en Pompeya, suscitan la pasión por realizar copias de instrumentos antiguos. En lo que respecta a Oriente, esta gran oleada de curiosidad no se hace manifiesta hasta los años 1930- 1950, gracias a las primeras excavaciones importantes realizadas en Ur, donde se hallan unas liras espectaculares, así como la edición de textos cuneiformes con notaciones o indicaciones musicales.

Los vestigios de los instrumentos antiguos

Gracias a las excavaciones arqueológicas se han descubierto vestigios de instrumentos musicales antiguos por toda la región mediterránea, desde Irán hasta  la Galia: las trompetas de Tutankhamón en Tebas, los címbalos en Susa, la lira

«Elgin» en Atenas, el sistro de un sacerdote de Isis en Nimes, etc. En general, los objetos de bronce han resistido mejor los estragos del tiempo. Aun así, gracias al clima seco del valle del Nilo se han conservado en un estado excepcional ciertos instrumentos realizados con madera y piel en el caso de las arpas, las liras, los laúdes y las panderetas, o con caña en el caso de las flautas y los oboes. Dado su estado fragmentario, no siempre es fácil identificar estos objetos, lo que ha causado algunos malentendidos. Aparecen representadas todas las grandes familias de instrumentos y, según nuestra clasificación moderna, distinguimos instrumentos de cuerda, de viento y de percusión.

El oído de los dioses

En las sociedades donde lo sagrado está presente en todos los momentos de la vida cotidiana, todo pretexto vale para intentar atraer la atención de los dioses y, así, obtener su benevolencia: oraciones, cantos, hechizos, himnos y murmullos rituales. En el ámbito de lo sagrado, la música es parte integrante del rito a través de los sacrificios, las procesiones y las fiestas religiosas. Se considera una gran intermediaria, ya que a algunas divinidades se las asocia estrechamente con los sonidos. En Mesopotamia, el dios Ea inventa los encantamientos, las invocaciones mágicas. En Egipto, la diosa Hathor preside las fiestas al son del sistro y de la pandereta. En la civilización grecorromana, Apolo con su lira es el dios músico y poeta por excelencia. El instrumento musical es, a menudo, un atributo o incluso una invención de la deidad y, como tal, se suele depositar como exvoto en los santuarios.

Dioses de la música y dioses músicos

En el conjunto de las culturas antiguas, los dioses mantienen una relación muy estrecha con la música. En Mesopotamia, el demiurgo sumerio Enki (o Ea en acadio) crea la figura del músico del rey y transmite a los hombres el arte del hechizo, de las

 invocaciones mágicas. En Egipto, varios dioses, entre ellos Amón, crean el mundo gracias a la palabra, y Hathor es venerada como diosa de la música, la danza y la alegría. Su imagen adorna el mango de los sistros, cuya función es entretener a la diosa y apaciguar su ira. En la mitología grecorromana, la invención de la música tiene algo de acto divino: Hermes fabrica la lira, Pan la syrinx (siringa o flauta de Pan) y Atenea el aulós. Apolo recupera la lira de Hermes y Marsias los auloi que Atenea ha rechazado porque le afean el rostro. La derrota de Marsias al enfrentarse a Apolo en un certamen musical confirma la superioridad del instrumento de cuerda sobre el aulós y, metafóricamente, representa la victoria de la belleza sobre la brutalidad.

Honrar a los dioses

La voz de los sacerdotes y de los asistentes del culto, el sonido de los instrumentos, los cantos y las llamadas al silencio marcan los momentos álgidos del acto religioso. Entre los protagonistas del culto hay numerosos músicos, asociados a una divinidad o a un santuario, que tocan durante las grandes fiestas y guían las procesiones. En cada uno de estos ritos la música sirve para establecer una comunicación con los dioses, apaciguarlos o darles las gracias. Es mucho más que un simple acompaña- miento estético: es esencial para el buen desarrollo de la ceremonia porque crea una atmósfera adecuada para atraer la atención de los dioses. No es inusual encontrar, entre los exvotos depositados en un templo, instrumentos musicales con una inscripción dedicada a la divinidad.

Los sonidos del poder

El sonido forma parte del ceremonial del poder y de la puesta en escena de la autoridad. Así pues, hay un gran número de músicos y músicas al servicio de los poderosos, del Estado y de la ciudad. En las monarquías antiguas, tienen la función de animar la vida de la corte, de marcar el ritmo de los cortejos, de exaltar el poder divino del soberano o de acompañar sus campañas de guerra al son de la trompeta o al ritmo de la percusión. En Oriente y Egipto, los miembros de la familia real participan activamente en el culto y en su dimensión acústica. La música, omnipresente en los rituales cívicos, contribuye al funcionamiento de las sociedades antiguas y, en la cultura griega, se convierte en parte esencial de la formación del ciudadano. En el mundo grecorromano, ofrece una representación armoniosa de la ciudad a través de las procesiones y los certámenes. Estas demostraciones públicas experimentan un nuevo impulso con los triunfos que celebran la grandeza de Roma.

En la corte real

De los músicos de corte hablan las fuentes escritas desde el tercer milenio antes de Cristo: puertas falsas, estatuas, recipientes de libación, ushebtis y textos de archivo nos han transmitido los nombres de estos personajes que incluso acompañaban a los reyes en sus desplazamientos. En Oriente, el banquete acompañado del sonido del arpa o de la lira es uno de los temas iconográficos predilectos para representar al rey junto a su familia o sus funcionarios. En Egipto, este tipo de representación no se conoce hasta la época amarniense (1353-1337 a. C.): numerosos músicos, algunos de origen extranjero según indica su indumentaria, animan las fiestas en el palacio del faraón Ajenatón. La presencia de músicos tanto en los banquetes como en las cacerías reales es un motivo que encontramos hasta la época helenística y romana en Oriente.

La familia real y el culto divino

En Egipto y en Oriente, el rey, garante del mantenimiento del orden universal y de la prosperidad, se convierte en el intermediario perfecto entre los humanos y los dioses mediante la realización del culto. En muchos relieves le vemos proceder personalmente con los sacrificios. La reina, su contrapunto femenino, tiene un papel musical, al igual que las princesas y las adoradoras divinas: sus voces y el sonido de sus instrumentos complacen a los dioses. El rey se ocupa de proporcionar a los templos los músicos y los objetos sonoros indispensables para determinados ritos, como por ejemplo las arpas y los sistros. En Oriente, diversos soberanos escriben himnos en honor de los dioses y, cuando obtienen el rango de deidad tras su muerte, se les dedican cantos. Esto también sucede en Egipto, donde la iconografía muestra al faraón y a la reina venerados al son de los sistros.

La música y la ciudad en el mundo clásico

El espíritu competitivo (agon) es muy importante en las ciudades griegas. Los mejores músicos se enfrentan en certámenes musicales con calendarios precisos, algunos de los cuales, como en Delfos, proporcionan éxito y fama a los ganadores. Los romanos intentan implantar este tipo de pruebas en la propia Roma y el emperador Nerón, que es un apasionado de la cultura griega, participa en los grandes certámenes griegos como citarista, es decir, cantando y tocando la cítara. La representación de instrumentos musicales como emblema en las monedas es otra muestra del vínculo de las ciudades con el arte de la música.

En el siglo V a. C., el teatro emerge en Atenas como arte total que combina drama, música y danza. El conocimiento de este repertorio literario y musical es uno de los fundamentos de la educación del ciudadano (paideia), que también tiene que ser capaz de tocar la lira y cantar durante los banquetes, momentos importantes de la vida social en los que la música se combina con el vino y la poesía.

La guerra

Los músicos intervienen tanto en el campo de batalla como en el campamento, dando las señales necesarias para el buen funcionamiento de los ejércitos: ataque, retirada y otros movimientos de la tropa. Además de los mensajes sonoros, los músicos tienen la función de estimular a los soldados. La gran columna que el emperador Trajano levanta en Roma para celebrar sus victorias en Dacia es un testimonio excepcional que permite documentar el contexto en que tocaban los músicos militares romanos. En lo que respecta a la batalla, la trompa es el instrumento que se adapta mejor dada su potencia sonora, pero en algunas ciudades griegas se usa la lira o el aulós. Con motivo del regreso del combate, en Mesopotamia y en Egipto se organizan ceremonias triunfales al son de la trompa y de los tambores para alabar al rey y exhibir a los vencidos. En Roma, este acontecimiento toma la forma de una procesión ritualizada, tanto en lo que respecta al desarrollo del acto como al recorrido.

El poder de los sonidos

La música afecta los sentidos: si es alegre y ligera, incita a bailar; si es lenta y triste, invita a la melancolía. Las sociedades antiguas creen en su capacidad para influir en el estado del alma y del cuerpo; en la filosofía griega, incluso hay una teoría sobre los poderes de la música. Según sus efectos, la música se puede recomendar para proteger y para curar, pero también se puede prohibir, como por ejemplo en el culto a Osiris en Egipto. Acompaña a las personas en determinados momentos de la vida, como por ejemplo los ritos de paso relacionados con el nacimiento y la muerte. Permite expresar emociones que a veces son fuertes o violentas, o aporta consuelo durante el duelo. Tiene una dimensión mágica a través del sonido de los objetos de bronce, como las campanillas, los címbalos, los cascabeles o los gongs. Todos estos sonidos pueden utilizarse en determinados rituales, tanto para atraer como para alejar al enemigo.

Sonidos para seducir

En la antigüedad, «cantar» a menudo significa «encantar», y la magia de los sonidos es un arma de seducción. Existen diversos personajes mitológicos muy conocidos por su cautivador canto, ya sea maligno o apaciguador: las sirenas casi provocan la pérdida de Ulises, mientras que Orfeo es capaz de dominar la naturaleza salvaje gracias a su voz y al sonido de su lira, que atraen a los animales, los árboles y las piedras.

En el ámbito de la seducción, música y sexualidad van a menudo de la mano. Algunos instrumentos tienen una connotación sexual muy marcada, como por ejemplo el arpa en Egipto, e intensifican el carácter erótico del banquete. Aun así, los músicos que aparecen representados con un sexo hipertrófico, también pueden tener un carácter ritual vinculado a la fecundidad y la prosperidad.

Ruidos y silencio

En Egipto, a Osiris, el dios que reina en el mundo de los muertos, también se le llama «señor del silencio». Ya no oye los gritos de lamentación de sus dos hermanas, Isis y Neftis. La muerte aísla al difunto de los ruidos de la vida. El silencio, en ocasiones sinónimo de muerte, también puede ser un medio para aniquilar a los enemigos. A pesar de que en el culto a Osiris se prohíbe tocar música durante parte del año, el sonido ayuda a alejar a los seres maléficos que ponen en peligro su renacimiento. En el mundo de los vivos, el enano Bes y los genios burlones simbolizan el papel protector del ruido. Los dioses, que tienen un oído extraordinario, crean todo un mundo sonoro. Las estelas de oreja, halladas en abundancia en territorio egipcio, pero también griego y romano, ilustran la voluntad de ser escuchado por las divinidades.

Los sonidos del duelo

La música y los cantos están presentes en el momento de la muerte de dos formas distintas: por un lado, animan el banquete funerario, honran la memoria del difunto y ritman las ceremonias funerarias al son de los gritos y las lamentaciones; por otro, según ciertas creencias, la música facilita el acceso del alma del difunto al más allá. No es inusual que la imagen de los músicos aparezca en la decoración de la tumba, o que el difunto sea enterrado con instrumentos (auténticos o imitaciones) o con figurillas de músicos, lo que demuestra la fe que se tenía en los poderes beneficiosos de la música. En parte gracias a esta tradición, los arqueólogos han podido hallar instrumentos musicales en un magnífico estado de conservación, tanto en tumbas de personajes poderosos como de personas muy humildes.

Los oficios de la música

En la práctica musical se distingue claramente entre el músico amateur y el profesional, cuya actividad tiene las características de un verdadero oficio: el músico sigue un aprendizaje, asimila las técnicas y los gestos necesarios, transmite sus conocimientos y recibe una gratificación. Entre los músicos profesionales, hay que distinguir entre «las estrellas», que son recompensadas por soberanos y ciudades, y los simples ejecutantes, cuya función básica es participar en los ritos o animar los banquetes. Las mujeres también pueden vivir de este arte, pero a menudo tan solo pueden tocar en los palacios de Oriente y en los templos de Egipto. Algunas consiguen hacer de ello su profesión, en ocasiones a costa de forjarse una dudosa reputación. En lo que respecta al oficio de lutier, tan solo se documenta en el mundo grecorromano, pero la observación de los vestigios muestra la increíble destreza de los artesanos y la riqueza de los materiales empleados para la fabricación de los instrumentos.

Interpretar

La iconografía antigua ilustra muy bien los múltiples y variados gestos y posturas de los músicos. Encontramos detalles sobre las técnicas para tocar los instrumentos, sobre la manera de pulsar las cuerdas (con o sin plectro) o de entrechocar los címbalos, o sobre la utilización de accesorios, como por ejemplo la phorbeia, una banda que sujeta las mejillas del auleta. Las escenas de concierto muestran los instrumentos que se tocan a la vez. Hay que tener en cuenta que la interpretación de estas fuentes es a menudo delicada, ya que no se trata de fotografías tomadas al momento, sino de imágenes en las que se intenta resumir la actuación musical, por lo que en ocasiones se acomodan a tal fin. Existen relieves muy precisos en cuanto a la posición de los dedos en el instrumento; otros son mucho más aproximativos. Para descifrarlos hay que conocer tanto los códigos de la gestualidad musical como las convenciones iconográficas en las sociedades antiguas.

Transmitir

El mundo de los músicos es muy heterogéneo. En los textos se pueden identificar diferencias en cuanto a talento, estatus y renombre. Los monumentos funerarios son una fuente muy importante para seguir las distintas trayectorias y trazar los vínculos de parentesco en una familia de músicos. En cuanto a las modalidades de aprendizaje, no se conocen lo suficiente, pero sí se sabe que había maestros de música. Aunque la transmisión de los conocimientos musicales se realiza de forma oral, gracias a un proceso de memorización, hay que tener en cuenta el desarrollo de teorías armónicas y rítmicas en Oriente y en Grecia, así como las primeras notaciones musicales. La música se escribe para recordar las melodías y también es objeto de tratados científicos. Cabe señalar, sin embargo, que en la iconografía del conjunto de estas civilizaciones antiguas no aparece ningún músico tocando ante una «partitura».

Fabricar

En el mundo antiguo, los instrumentos musicales no se fabrican en serie. Los mejores fabricantes de instrumentos de cuerda y de viento son los que combinan habilidades técnicas con el conocimiento de los materiales (bronce, hueso, marfil y distintos tipos de madera). Actualmente, el desarrollo de las investigaciones científicas permite reproducir el que pudo ser el gesto del artesano, y redescubrir la naturaleza exacta de las materias primas y su procedencia (local o no). Hay estudios recientes sobre varios instrumentos: el análisis de los materiales y de las técnicas de fabricación, la fotogrametría, la digitalización o la modelización acústica modifican profundamente el conocimiento de estos objetos desde un punto de vista técnico y estético.

Instrumentos viajeros

La región mediterránea siempre ha sido un espacio de intercambio y de circulación entre Oriente y Occidente. Los músicos se desplazan cuando hay migraciones, misiones diplomáticas o certámenes y recitales. Viajan por tierra y por mar con sus instrumentos y, de este modo, contribuyen a difundir técnicas y sonidos nuevos. El circuito de difusión de los instrumentos musicales es una cuestión compleja que no se puede limitar a los desplazamientos. El arpa es un buen ejemplo de ello: se constata su existencia en el tercer milenio antes de Cristo tanto en Egipto como en Oriente, así que no puede hablarse de un solo foco a partir del cual se hubiera extendido su uso. Hay otros casos que reflejan este diálogo entre civilizaciones: en la isla de Chipre, situada en el corazón de los desplazamientos mediterráneos, confluyen distintas corrientes musicales, y Alejandría, fundada por los griegos en Egipto, desarrolla una sólida cultura musical e inventa un nuevo instrumento que tendrá gran éxito durante el Imperio romano, el órgano hidráulico, antepasado lejano del órgano de iglesia.

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