Marruecos recuerda la muerte de Hasan II, un rey autócrata que se ganó muchos enemigos

Por Rachid Elalamy
Foto: Hasan II fue un monarca autoritario que reprimió a los opositores y recompensó a los fieles y amigos.
 
Hace 15 años, el 23 de julio de 1999, falleció Hasan II, rey de Marruecos desde 1961 hasta su muerte. Marruecos recuerda hoy que dos días después de su fallecimiento, el 25 de julio de 1999,  miles de marroquíes acompañaron los restos mortales de Hasan II hasta el Mausoleo de mármol blanco donde está enterrado su padre, Mohamed VI, en Rabat. Numerosas personalidades asistieron a los funerales: el presidente estadounidense, Bill Clinton; el rey de España, Juan Carlos I; el secretario general de la ONU, Kofi Annan; el primer ministro de Israel, Ehud Barak; y una veintena de jefes de Estado africanos y árabes. La flor y nata del poder  mundial se dio cita en Rabat. El 17º soberano de la dinastía alauí, que reinó y gobernó con mano de hierro Marruecos durante 38 años, murió en el Hospital Avicena de Rabat. Había celebrado su 70 aniversario dos semanas antes. Muchos marroquíes lloraron por la muerte de Hasan II, pero otros respiraron aliviados, sobre todo aquellos que sufrieron la represión que el régimen ejerció contra los opositores. Hasan II era un personaje controvertido, “odiado  y admirado a la vez. No dejó a nadie indiferente. Supo conservar el poder, mantener los privilegios de la clase social a la que representaba y sus propios intereses. Reprimió con dureza a los opositores más recalcitrantes y recompensó a los que le apoyaban”, señala a Atalayar el analista político Mohamed Darif. Hasan II fue un político extraordinariamente inteligente y ambicioso que  estableció un régimen monárquico autoritario y arcaico. Organizó un sistema despótico  al servicio de la monarquía y del Majzén (el poder más tradicional). En algunos momentos de su reinado, el sistema fue claramente sanguinario. Pero también dotó a su país de unas instituciones aparentemente democráticas y modernas, copiadas del sistema occidental, sobre todo del francés. Hasan II fue un autócrata a quien no le tembló el pulso a la hora de reprimir a su pueblo, pero supo ser generoso con los que se sometieron a su poder absoluto. Tuvo muchos enemigos dentro y fuera del poder y se enfrentó a dos golpes de Estado. Desempeñó un papel relevante en política internacional y construyó el Marruecos moderno,  pero lo hizo sin tener en cuenta la verdadera democracia parlamentaria, los derechos humanos y la justicia social. Se enriqueció y enriqueció a sus cortesanos, amigos y aliados.  En plena guerra fría entre Estados Unidos y la URSS, el rey de Marruecos desempeñó el papel de “aliado y guardián de los intereses occidentales frente a una Argelia revolucionaria y tan autoritaria o más que Marruecos, que se presentaba ante el Tercer Mundo como el gran defensor de los oprimidos”, señala el analista político argelino Ahmed Rebrab. 
 
Autoritarismo, servilismo y nepotismo
Segundo hijo de Mohamed V, Hasan II, antes de ser proclamado  príncipe heredero, reprimió con dureza la rebelión de la población rifeña después de la independencia del país, en 1956. Nunca perdonó  a los valientes bereberes  rifeños que no aceptaran la monarquía alauí y quisieran crear unas instituciones autónomas -e incluso independientes en el caso de los más radicales- del poder central. Proclamado príncipe en 1957, subió al trono alauí a la muerte de su padre,  en 1961. Sus servicios secretos secuestraron y asesinaron en París  al líder socialista Mehdi Ben Barka. Miles de personas fueron detenidas, torturadas, condenadas a muerte o a largos años de prisión, o desaparecieron tras ser secuestradas, durante su largo reinado. Mandó a matar a sus propios amigos  cuando se rebelaron contra él, como le ocurrió al sanguinario general Mohamed Ufkir, mano derecha del soberano.  Los partidos y la prensa de oposición fueron tolerados pero dentro de un estrecho margen. Muchas revueltas obreras, estudiantiles y populares, como las de Casablanca y Fez, fueron salvajemente reprimidas y las elecciones, manipuladas durante años por el ministro del Interior e íntimo colaborador del monarca, Driss Basri. Desde el punto de vista económico y social, Hasan II transformó a Marruecos en productor de materias primas y en un país dependiente de Europa y Occidente, enriqueció a unos pocos y mantuvo a buena parte de la población en la pobreza y la ignorancia. Favoreció la corrupción, el servilismo y el nepotismo. En 1975, Hasan II aprovechó la enfermedad de Franco y la crisis del franquismo en España para organizar la ‘Marcha Verde’ y apoderarse  del Sáhara occidental, una colonia española donde el Frente Polisario apoyado por Argelia luchaba por la independencia del territorio. España entregó el Sáhara occidental a Marruecos y Mauritania. En los últimos años de su vida, consciente de los cambios nacionales e internacionales, Hasan II aflojó las tuercas, liberó  presos políticos y autorizó el regreso de algunos exiliados. Estuvo casado con dos mujeres, Lalla Latifa Hammu, madre del rey Mohamed VI y del resto de sus hermanos, y con una prima de ésta, Lalla Fatima bint Qaid Uld Hasan Amhurak. La llegada al trono de Mohamed VI  hace 15 años significó un cambio importante respecto al pasado autoritario de su padre y un impulso al proceso de transición democrática que todavía está en marcha en el país magrebí.
 
 

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