Marruecos se apunta al intercambio de parejas

Por Amina Adib
Foto: La práctica del intercambio de parejas se extiende en Marruecos. 
 
¿Intercambio de parejas en Marruecos? Es un fenómeno social que existe y se extiende por todo el país,  sobre todo en las grandes ciudades y los centros turísticos y entre la clase media y la clase media alta. Marruecos es un país mayoritariamente musulmán y  conservador, pero eso no significa que practicas sexuales que existen en otros lugares  no hayan llegado a territorio marroquí. Otra cosa bien distinta es que no se hable de ello. “Marruecos no vive encerrado en una cápsula. Es un país que tiene frontera con España, que es un país liberal y abierto en temas sexuales. Millones de marroquíes viven en Europa y muchos regresan a su país de vacaciones o definitivamente y tienen otra mentalidad; no son tan conservadores y tradicionalistas. También hay millones de turistas que nos visitan cada año. Marruecos es un país bastante occidentalizado, sobre todo en grandes ciudades como Casablanca, Rabat, Marrakech o Tánger. Lo que en muchos países de Europa es algo normal y aceptado por una mayoría social en Marruecos, poco a poco, se está normalizando. El intercambio de parejas, que es una práctica sexual entre adultos, ha dejado de ser tabú en Marruecos, aunque la mayoría de los medios prefieran no hablar del tema”, explica a Atalayar la socióloga Fatima Alaui. El intercambio de parejas existe en otros países musulmanes como Egipto, donde varias personas han sido detenidas en ‘flagrante delito’ y acusadas por la Justicia de prácticas ilegales y contrarias a la moral islámica. Según el periódico ‘Al Akhbar’, “Marruecos no escapa a esta tendencia” y el intercambio de parejas no es exclusivamente un asunto de extranjeros adinerados que viven en el país norteafricano. 
 
“Experimentar cosas nuevas”
Rachid, que trabaja de camarero en una famosa discoteca de Rabat, asegura que “las parejas que quieren experimentar cosas nuevas en materia sexual aumentan. Hay gente que se cita donde trabajo para tomarse una copa y después dedicarse a otras cosas, y una de ellas es el intercambio de parejas. Hay extranjeros, turistas o que viven en Marruecos, que practican el intercambio, pero también marroquíes. Son gente con alto poder adquisitivo, viajan a menudo al extranjero, tienen una mentalidad abierta y admiten que pueden cambiar de pareja”. Según ‘Al Akhbar’, existen  salones de intercambio tolerados en varias ciudades marroquíes, incluso en una urbe conservadora que el rotativo no cita, pero que suponemos que es Fez. Mohamed Slimani, estudiante de Casablanca, no se lo cree, porque “Marruecos es un país musulmán y estas cosas no pueden ocurrir. Creo que es un tema que publican algunos medios por puro sensacionalismo”. El joven reconoce, sin embargo, que “muchos marroquíes tienen una doble vida, la vida oficial de buen musulmán, y la otra en la que se dedican a beber, ligar y otras cosas que nos podemos figurar”. Saïd, un vigilante nocturno en un barrio rico de una gran ciudad a la que no vamos ca citar, explica que trabajó en un chalet de lujo que era un lugar de encuentro e intercambio entre parejas liberales, y asegura que colegas suyos podrían contar lo mismo. Recuerda el diario ‘Al Akhbar’ que en los años 90 el intercambio era una práctica bastante frecuente en ciertos sectores de la burguesía marroquí, y hombres y mujeres de esa clase social cambiaban de pareja en fiestas nocturnas celebradas en casas lujosas de los barrios ricos de algunas grandes ciudades. Además, en España, Francia y otros países existen páginas webs dedicadas al intercambio de parejas en Marruecos y las redes sociales alimentan esta práctica. “Cada uno puede pensar lo que quiera sobre este asunto, pero lo que es absurdo es creer que Marruecos va a vivir al margen de lo que ocurre en todas partes. Mucho más grave es la prostitución infantil y la pederastia y hasta hace poco las autoridades marroquíes no han hecho prácticamente nada para combatir estos delitos. Lo que hagan unos adultos libremente y sin hacer daño a nadie es asunto suyo y no del Estado”, sentencia la socióloga Fatima Alaui. Muchos marroquíes, probablemente la mayoría, no piensan como la socióloga.

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