Ocupaciones en transformación, a quién afectará el cambio tecnológico

La tecnología transformará la mayoría de profesiones en los próximos años. ¿A qué trabajadores afectará el cambio tecnológico en mayor medida? Este artículo analiza las características socio-económicas y políticas de los trabajadores en mayor riesgo de verse desplazados por la tecnología en el futuro, en función de cuántas tareas propias de su ocupación actual podrán ser automatizadas. Para ello, el artículo usa una medida de “riesgo de computerización” propuesta por Frey y Osborne (2017), la vincula a datos a nivel individual de la Encuesta Social Europea y compara el riesgo de diferentes perfiles sociodemográficos y políticos.

Los resultados sugieren que en España el riesgo de computerización es relativamente alto y que las ocupaciones con calificaciones intermedias, como las administrativas, se verán muy afectadas. Por otra parte, las personas en mayor riesgo son menos activas políticamente.

1. Introducción

Existe una preocupación creciente sobre el impacto del cambio tecnológico en el empleo. El miedo a la sustitución de trabajadores humanos por máquinas por supuesto no es nuevo, aunque hasta ahora nunca se ha materializado la situación de “desempleo tecnológico” masivo que temieron primero los trabajadores del movimiento ludita o John Maynard Keynes un siglo después. La desaparición de empleos en sectores como la agricultura se vio compensada en las anteriores revoluciones industriales por la creación de nuevos puestos de trabajo, ya fuera porque el número de empleos en ocupaciones existentes creció gracias al aumento de la riqueza o porque la innovación tecnológica hizo surgir nuevos sectores. En muchos casos, además, la tecnología no hizo desaparecer ocupaciones enteras sino que transformó las tareas de quienes las desempeñaban, como, por ejemplo, en el caso de los conductores de carretas que pasaron a conducir vehículos de motor. Las nuevas tecnologías pueden crear, transformar o destruir trabajo y el efecto neto es difícil de anticipar (David H. Autor, 2015). 

A pesar de que el fenómeno viene de largo, los riesgos derivados del cambio tecnológico son quizás más tangibles en la actualidad, tanto por la velocidad a la que se produce el cambio como por su profundidad (Brynjolfsson y McAfee, 2014). Un ritmo acelerado de cambio tecnológico puede sobrepasar la capacidad de adaptación de los trabajadores. Aunque se creen nuevos empleos que, sobre el papel, podrían compensar los destruidos, a los trabajadores “desplazados” les puede resultar difícil adquirir las habilidades técnicas necesarias para realizar las nuevas tareas. El fenómeno de “skill mismatch” o desajuste de habilidades (Restrepo, 2015) ya se está produciendo en muchos sectores.

Además, aunque en un primer momento las tareas que se pudieron automatizar fueron sobre todo las más rutinarias, avances en campos como la robótica o la inteligencia artificial están permitiendo automatizar tareas que antes se consideraba exclusivas de los humanos. Estas incluyen las que requieren de percepción y manipulación, como conducir o limpiar casas, y también las tareas cognitivas, como diagnosticar enfermedades o escribir documentos legales. Los cambios son de muy amplio alcance. 

2. ¿A quién afecta el riesgo de automatización? Medición y críticas

Ante esta situación es imprescindible anticipar a quién afectará en mayor medida el cambio tecnológico. El objetivo de este artículo es analizar las características socio-económicas y políticas de los trabajadores más amenazados por el avance de la tecnología en España. Para ello, se aplica la medida de riesgo de computerización más usada en los pocos estudios sobre este tema, que es la propuesta por Frey y Osborne (2017). Aunque esta medida ha sido criticada, es seguramente la mejor de las existentes y ofrece información importante si se interpreta con cuidado.

Para elaborar esta medida, los autores preguntaron a expertos en distintas áreas qué tareas podrán realizar máquinas en los próximos 20 años gracias a avances tecnológicos. De modo paralelo, se etiquetaron manualmente 70 ocupaciones como completamente automatizables o no, a partir de una descripción de las tareas que se llevan a cabo en ellas. A continuación se aplicó un clasificador automático para predecir la probabilidad de que una ocupación pueda ser automatizada en función de su composición de tareas actuales. La medida resultante refleja la proporción (de 0 a 1) de trabajo humano en cada ocupación actual que potencialmente podría ser sustituido por capital tecnológico para 702 ocupaciones (según la clasificación ocupacional ISCO [International Standard Classification of Occupations] de 4 dígitos, muy detallada). 

Son necesarias varias puntualizaciones. En primer lugar, el tipo de tareas que se llevan a cabo en una ocupación puede variar entre países o industrias y esta medida no ha sido desarrollada específicamente para España. En segundo lugar, los resultados no deben interpretarse como el porcentaje de empleos que con certeza destruirán las nuevas tecnologías, sino como la probabilidad de que una ocupación pueda ser automatizada en el futuro próximo en función de las tareas que se desarrollan en esa ocupación. Cuando una tarea es automatizada aumenta el riesgo de que se destruyan puestos de trabajos, pero también puede ser que el número se mantenga o incluso crezca, ya sea por un aumento de la demanda o porque esa ocupación se transforma e incorpora tareas nuevas.  Finalmente, que sea posible desde un punto de vista técnico automatizar una tarea no significa que eso necesariamente vaya a ocurrir, puesto que podría tener un coste demasiado elevado o podrían existir impedimentos éticos o legales.

Por poner un ejemplo, según esta medida los jardineros tienen un riesgo de computerización muy elevado, de 0,87, pero esto no significa que en 20 años el número de jardineros se reducirá al 13 % del actual. Quizás los jardineros ya no cortarán el césped sino que cuidarán flores y puede ser que por diversos motivos haya más demanda de jardines de flores. Además, aunque existan robots especializados que puedan podar árboles, quizás estos sean muy caros y se prefiera seguir empleando a humanos para esta ocupación. 

3. España en perspectiva comparada

En primer lugar se analiza el riesgo de computerización en perspectiva comparada. Para calcularlo se ha asignado el valor de riesgo de computerización calculado por Frey y Osborne a cada persona activa menor de 65 años (excluyendo jubilados, personas que no buscan trabajo, etc., pero incluyendo a parados y estudiantes con un empleo anterior) en la séptima ola de la Encuesta Social Europea, la última publicada hasta el momento. Las diferencias entre países reflejan la composición de la ocupación; valores altos implican que un país tiene una proporción importante de trabajadores en ocupaciones con alto riesgo de computerización. El primer gráfico muestra la proporción de tareas que actualmente son realizadas por trabajadores que podrían ser realizadas por máquinas a medida que avanza la tecnología en los siguientes 20 años para distintos países europeos.

Teniendo en cuenta que todos los riesgos se sitúan entre 0,48 y 0,58 (en un rango entre 0 y 1), vemos que existe relativamente poca variación entre países. Alrededor de la mitad de tareas realizadas hoy por humanos serán realizadas por máquinas en unos años según estas proyecciones. España está en niveles relativamente elevados de riesgo, mientras que los países escandinavos o Suiza son los que tienen trabajadores en ocupaciones en menor riesgo de computerización. Esto refleja en buena medida la elevada inversión en capital humano y formación realizada en estos países. 

4. Perfiles sociodemográficos

En segundo lugar examinamos la distribución del riesgo de computerización dentro de cada uno de los principales grupos ocupacionales usando un gráfico de cajas. En este tipo de gráfico, la línea central de la caja muestra la mediana o valor central de riesgo de computerización en ese grupo ocupacional. Los bordes de la caja delimitan el primer y tercer cuartil; es decir, dividiendo a todos los trabajadores en cuatro grupos de igual tamaño, el primer cuartil incluiría al 25% de los encuestados con un mayor riesgo, el segundo llega hasta el valor de la mediana, el tercer cuartil de la mediana al 75%, y el cuarto incluye al 25% de la distribución con menor riesgo de computerización. Los límites exteriores del gráfico de caja muestran los valores máximos y mínimos, excluyendo los valores más extremos, que aparecen como puntos en el gráfico. Cuanto más distintos son estos valores, más varía el grado de computerización en un tipo de ocupación. 

Vemos que las ocupaciones directivas y las “profesionales” (categoría que abarca desde médicos a químicos, profesores o informáticos) son las que tienen menor riesgo de que tareas típicas de estas profesiones puedan ser realizadas por máquinas. Sin embargo, el riesgo es elevado para todo el resto de categorías. Los llamados “técnicos”, que incluyen profesiones como operadores especializados, ingenieros técnicos o inspectores tienen niveles de formación intermedios y realizan algunas tareas rutinarias. Más de la mitad de las tareas realizadas en estas ocupaciones podrá ser realizada por máquinas en los próximos años. El grupo en mayor riesgo es el de los administrativos, quienes serán fáciles de sustituir por capital tecnológico. Finalmente, otras categorías como los trabajadores en servicios y ventas, los operadores o los trabajadores no cualificados presentan unos niveles de riesgo intermedio.

En el gráfico 3 se muestra el riesgo de computerización medio según las principales características socio-demogràficas. También en esta ocasión se usa la información sobre el nivel de riesgo de cada ocupación y se calcula el valor medio para distintos subgrupos poblacionales. 

En primer lugar, vemos que hombres y mujeres tienen niveles de riesgo similares, aunque el valor es algo menor para las mujeres. Esto refleja la mayor prevalencia de ocupaciones con tareas interpersonales, difíciles de computerizar, entre las mujeres.

Destaca la gran diferencia en el riesgo de computerización según el nivel educativo y, en menor medida, por ingresos. En concreto, casi el 70% de las tareas hoy realizadas por personas con educación primaria podrán ser realizadas por máquinas en unos años. Estas personas son las que más probabilidad tienen de ser afectadas por el “paro tecnológico” y las que más necesitarán formación en nuevas habilidades si quieren permanecer en el mercado de trabajo. Las personas que tienen un nivel formativo de secundaria inferior (ESO) o superior (bachillerato, BUP, COU) tienen también valores de riesgo de computerización superior a la media. Un hallazgo importante es que las personas que han cursado Formación Profesional tienen un valor menor de riesgo de computerización que los que han cursado primaria o secundaria no especializados. Esto parece indicar que los cursos de Formación Profesional transmiten habilidades específicas valiosas y distintivas. 

Existe también una correlación importante entre riesgo y salario. Para clasificar a la población según su nivel de ingresos se calculan quintiles de forma similar a los cuartiles discutidos anteriormente: si ordenamos a toda la población de menores a mayores ingresos y la dividimos en cinco grupos de igual tamaño, cada quintil incluiría al 20% de la población en orden ascendiente de ingresos. En este caso vemos que la relación entre ingresos y riesgo es totalmente progresiva, de manera que éste disminuye a medida que aumentan los ingresos.

Puesto que los empleos propios de la economía digital y los de naturaleza más cognitiva, en principio más difíciles de computerizar que los rutinarios, se concentran en las grandes ciudades, cabría esperar que el riesgo de computerización fuera menor en las urbes. Efectivamente, los trabajadores de las grandes ciudades presentan un riesgo menor que los del entorno rural, aunque la correlación con el tipo de municipio en que se vive es relativamente baja. 

Finalmente, el riesgo varía mucho según la situación laboral. Las personas empleadas presentan un riesgo de computerización ligeramente por debajo de la media, mientras que estudiantes y parados tienen valores mucho más elevados. Para asignar los valores de riesgo a estos dos últimos grupos, se ha utilizado la ocupación en el último empleo. Observamos que los parados estaban anteriormente en ocupaciones con un riesgo de computerización muy elevado. Esto sugiere que algunos de los desempleados actuales podrían haber perdido su trabajo precisamente por haber sido sustituídos por capital tecnológico.

5. Perfiles políticos

Una cuestión muy poco explorada hasta la actualidad son los perfiles políticos de los trabajadores en mayor riesgo de computerización. Esta cuestión es relevante por varios motivos. En primer lugar, es posible que las personas en mayor riesgo tengan opiniones políticas diferentes de las que tienen menos y, en particular, que estén más a favor de redistribuir riqueza, genérandose nuevas demandas de compensación. También es importante observar si los ciudadanos directamente afectados participan o no en política, ya que es poco probable que sus necesidades sean tenidas en cuenta si no lo hacen. 

El gráfico 4 examina si los trabajadores con mayor y menor riesgo de computerización difieren en su implicacion y opiniones políticas. 

Existe una relación clara entre interés por la política y riesgo de computerización: las personas nada interesadas por la política tienen un riesgo mucho mayor. En cuanto a la ideología, destaca la diferencia entre los ciudadanos de derechas, con un menor riesgo de computerización y el resto. Asímismo, los trabajadores que se declaran más en contra de redistribuir ingresos para reducir las diferencias de renta entre grupos sociales presentan riesgos de computerización significativamente más reducidos que los ciudadanos que se muestran a favor de la redistribución.

En cuanto a la participación política, vemos que los ciudadanos que no votan tienen un riesgo mayor que los que votan. La última variable muestra en cuántos tipos distintos de actividades de participación política (aparte del voto) se han involucrado los entrevistados en el último año. Estas actividades pueden ser por ejemplo firmar peticiones, colaborar con partidos políticos o asociaciones o donar dinero para causas políticas. Vemos que los ciudadanos que no han participado en ninguna actividad política aparte del voto tienen valores de riesgo de computerización más elevados que el resto. Cuantas más actividades políticas diferentes se realizan, más se reduce el riesgo. Ello sugiere que los puntos de vista de los ciudadanos en menor riesgo de computerización son los que llegan en mayor medida al sistema político.

6. Conclusiones

Este artículo ha usado la medida de riesgo de computerización propuesta por Frey y Osborne (2017) junto con datos de la Encuesta Social Europea para analizar las características socio-económicas y políticas de los trabajadores en mayor riesgo de computerización en España. Los resultados indican que los trabajadores españoles tienen unos valores de riesgo ligeramente mayores que los de otros países y que éste afecta sobre todo a los trabajadores con niveles menores de educación y a los parados. Políticamente, quienes están en mayor riesgo tienen posturas más de izquierdas y favorables a la redistribución. Están menos movilizados políticamente.

El hecho de que las personas con un mayor riesgo de computerización participen notablemente menos en política es particularmente relevante. En general, si un grupo social no participa en política, los partidos políticos tienen menos incentivos para proponer medidas dirigidas a atajar los problemas propios de este grupo. En este caso, la no participación de los trabajadores en mayor riesgo limita su capacidad de transmitir sus preocupaciones y demandas al sistema político. Como resultado, tanto el conocimiento de los actores políticos acerca de este problema como la presión para actuar pueden ser menores de los que podrían ser si los trabajadores afectados participaran en mayor medida. Que lleguen buenas políticas de respuesta dependerá de la movilización política de este colectivo, que por el momento parece reducida.

Este estudio es preliminar puesto que existen pocos datos de encuesta sobre el tema. En particular sabemos muy poco sobre cuestiones básicas como las percepciones del riesgo de computerización entre la población, las opiniones sobre la tecnología y el apoyo a políticas diseñadas para compensar a los trabajadores que pueden verse desplazados, como podría ser la renta básica de ciudadanía. Una prioridad para la investigación en el futuro sería generar datos de encuesta más ricos con los que poder explorar estas cuestiones. 

7. Referencias

Autor, D.H. (2015): «Why are there still so many jobs? The history and future of workplace automation», The Journal of Economic Perspectives, 29(3).

Brynjolfsson, E., y A. McAfee (2014): The second machine age: work, progress, and prosperity in a time of brilliant technologies, Nueva York: W.W. Norton.

European Social Survey Round 7 (2014), Edition 2.1

Frey, C.B., y M.A. Osborne (2017): «The future of employment: how susceptible are jobs to computerisation?», Technological Forecasting and Social Change, 114.

Restrepo, P. (2015): «Skill mismatch and structural unemployment, », Massachusetts Institute of Technology.

 

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