"Por qué no voy a combatir a Gaza"

Por Pierre Puchot 
Foto: El movimiento 'refuznik' está formado por objetores de conciencia israelíes que rechazan la militarización de su país. 
 
El periódico digital francés ‘Mediapart’ entrevistó a un ciudadano israelí llamado Gilad. Tiene 32 años y huyó a Holanda el pasado 22 de julio, porque no quiso ir a la Franja de Gaza a combatir a los palestinos. Gilad, que es reservista. del Ejército de Tierra, forma parte desde este día de quienes son conocidos como ‘refuznik’, un movimiento que ha ido creciendo a lo largo de los últimos años en Israel. Es un colectivo de israelíes que  son objetores de conciencia y no comparten la política que lleva a cabo el Estado de Israel con los palestinos. Este movimiento rechaza la militarización de la sociedad israelí y defiende un proyecto  favorable a una negociación y acuerdo político con los palestinos. El movimiento nació en 1979 cuando Gadi Algazi rechazó servir durante su servicio militar en los territorios palestinos ocupados por Israel. 
 
 
Pregunta: ¿Por qué desertar? 
Respuesta: “Tomé la decisión de forma apresurada. Abandoné el país cinco días después de que me convocara el Ejército. Cinco días en los que traté de explicar a mis superiores las razones de mi rechazo a implicarme en una campaña militar sanguinaria, que se podía haber evitado fácilmente y cuyas principales víctimas son civiles. Aunque sea sorprendente, estas explicaciones no les impresionaron. Ningún Ejército permitiría la insubordinación. Estoy dispuesto a ir a prisión pero espero que, al final, el estar ausente durante el conflicto, el que sea juzgado una vez que el espíritu militarista actual se calme un poco, me será favorable. Aunque, a ciencia cierta, no se nada; también podría ocurrir lo contrario y perjudicarme”. 
 
P: Cuando el Ejército fue a buscarle a casa, justo la víspera de que cancelasen los vuelos de las compañías internacionales sobre Tel Aviv, ya había partido a Europa. Cuéntenos cómo fue la fuga. 
R: “No hay mucho que contar: se me trasmitió un ultimátum, una hora límite para acudir al cuartel y encuadrarme en mi unidad, y yo cogí el vuelo antes de que expirara el plazo. Quizá por ello no fui arrestado en la frontera. El Ejército vino a buscarme a casa unas horas después, pero yo ya estaba en Europa”. 
 
P: ¿Dónde y en qué tipo de unidad realizó usted el servicio militar, que en Israel dura tres años? ¿Durante el mismo, estuvo en Cisjordania y en Gaza? Si fue así, ¿que sentimientos, que análisis hace usted de esa experiencia? 
R: “Realicé el servicio militar en el seno de una división blindada situada en Cisjordania durante el apogeo de la II Intifada. Era joven y, en esa época, el análisis que hacía de la situación no era tan claro como el que hago ahora. Era consciente de que Israel trataba de manera injusta e injustificable a las y los palestinos, pero creía –y seguí creyéndolo años después de concluir mi servicio militar– que se trataba de un ‘lapsus’ en el procesos de paz. Pensaba que Israel estaba interesado en poner fin a este largo conflicto, y que una vez superados los riesgos para la seguridad israelí, se le otorgaría la independencia y sus derechos al pueblo palestino. Los años transcurridos tras el fin de la segunda Intifada, caracterizados por una calma casi sin precedentes por parte palestina en Cisjordania a cambio de nada, me convencieron de que el único interés de Israel era intensificar la colonización de los territorios palestinos, de aumentar la opresión del pueblo palestino y de suprimir de forma brutal todo tipo de resistencia”. 
 
P: ¿Qué piensa del conflicto actual? ¿Considera que es necesario? 
R: “El conflicto actual no es necesario en absoluto. El Gobierno israelí tenía muchas formas de destensar el conflicto con Hamás, aún cuando a fecha de hoy no fuera posible un acuerdo definitivo. Tras la caída de los Hermanos Musulmanes en Egipto y la precaria situación de Bashar al-Asad en Siria –los principales valedores de  Hamás– este movimiento está muy debilitado. Tanto, que aceptó colaborar con Al Fatah en un gobierno de unidad nacional haciendo importantes concesiones, entre ellas, el otorgar a Mahmud Abas el mandato de continuar las conversaciones con Israel. En lugar de aprovechar esta oportunidad para moderar a Hamás y reforzar a los partidarios de la paz en la dirección palestina, Israel ha hecho lo contrario, desentendiéndose del proceso de paz. Y no es la primera vez que actúa de esta forma. Pero, más globalmente, Hamás ha dado pruebas de ser un grupo fiable, que respetaba todos los cese el fuego anteriores. Se podía haber firmado un acuerdo parecido a los pocos días de estallar el conflicto, aunque sólo hubiera pervivido si hubiera estado acompañado de un proceso diplomático con Abas, del que Netanyahu huye como de la peste. Aún cuando el régimen palestino no sea enteramente democrático, la continuidad del liderazgo palestino depende de la opinión pública: en el momento en el que el pueblo se de cuenta que la apertura hacia Israel resulta rentable, dará la espalda a Hamás. Al contrario, en la medida que no exista ese horizonte, se alinea con Hamas. Es tan simple como eso”. 
 
 
P: Actualmente, ¿cuál es el problema para no servir en el Tsahal (Ejército israelí) y, sobre todo, no ir a Gaza? 
R: “Sobre todo es no apoyar esas medidas brutales que, como he tratado de explicar, podían haber sido evitadas fácilmente. Lo que me molesta es que la única política de Israel hacia Gaza sea la de machacarles cada dos años sin ofrecerles ninguna alternativa. La muerte de centenares de inocentes es horrible. Sobre todo, cuando puede ser evitada”. 
 
P: ¿Considera el paso que ha dado como un acto político? 
R: “No, sobre todo se trata de un acto moral, pero no puede ser desgajado del contexto político. No soy pacifista, creo que a veces las guerras son necesarias. Pero las guerras que se realizan para compensar una política desastrosa en detrimento de gente inocente son inmorales”. 
 
P: Siendo el primer testimonio de rechazo a la ofensiva israelí ‘Margen protector’, ¿se reconoce usted en el movimiento ‘refuznik’? 
R: “No formo parte de ningún movimiento de ‘refuznik’. Se trata de un acto personal”. 
 
P: ¿Qué futuro le ve al conflicto; ¿piensa que puede prolongarse en el tiempo? 
R: “No tengo ni idea. Creo que tanto Hamás como Israel estarán obligados a ponerle fin, pero esta previsión ha sido desmentida a lo largo de los 18 últimos años. No obstante, cualquiera que sea el fin, si no hay avances diplomáticos, asistiremos a nuevas guerras. Por ello, yo me opongo también a la ineficacia a largo plazo de esta campaña militar”. 
 
P: ¿Qué piensa de las muchas  víctimas palestinas, de las cuales el 80% son civiles y, también, de los  soldados y los tres civiles israelíes? 
R: “Evidentemente, se trata de un conflicto asimétrico. Israel dispone de avanzados medios de protección y de agresión que no tienen los palestinos. Hamás es un grupo cínico y extremista, que antepone la lucha a la seguridad de su población; consideran a las víctimas como un sacrificio y a los soldados muertos como una victoria. Es deplorable que Israel le de en bandeja lo que ellos quieren”. 
 
P: ¿Cómo piensa volver? ¿Qué riesgos corre? 
R: “El Ejército es totalmente imprevisible. De un lado, podría ser juzgado y condenado a una pena de prisión. Pero me ha llegado que, oficiosamente, el Ejército quiere evitar al máximo la publicidad a los ‘refuznik’, sobre todo por la amplitud que ha adquirido el fenómeno. Es posible que no quieran hacer nada”. 
 
 

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