Reabre el museo más incómodo para China: el de la matanza de Tiananmen

Mar Sánchez-Cascado/EFE

Mientras en Pekín se inauguraba con jactancia el II Foro de las Rutas de la Seda con representantes de más de 100 de países para hablar de inversiones, en Hong Kong reabría un museo único en el mundo al que China no dará publicidad alguna: el que conmemora la matanza de Tiananmen en 1989.

Un fragmento de la bala que alcanzó el fémur del activista Zhang Jian en la madrugada del 4 de junio de aquel año, una réplica de Lego del "hombre del tanque" o dos relojes digitales de pared con la hora actual y las transcurridas desde la masacre son algunas de las piezas de la colección del nuevo Museo del 4 de Junio.

Tras varios años cerrado, la Alianza de Hong Kong en Apoyo a los Movimientos Democráticos Patrióticos de China (HKA, por sus siglas en inglés) ha logrado comprar una nueva sede en la que mostrar y recordar los sangrientos sucesos que zanjaron las manifestaciones estudiantiles de mediados del '89 en la capital china."Si no recordamos el pasado, perdemos la perspectiva de nuestro futuro", aseveró el presidente de la HKA, Albert Ho, durante el discurso inaugural.

Para Ho, la obstinación de la HKA por reabrir el museo pese a las dificultades planteadas por China -donde cualquier alusión a la matanza se censura de manera sistemática- demuestra un "compromiso en mantener la memoria, y buscar justicia y esperanza para el futuro" de su país.

La nueva sedese encuentra en medio de un bullicioso laberinto de calles en el céntrico distrito hongkonés de Kowloon, y es el primer centro permanente del mundo dedicado con detalle a las manifestaciones estudiantiles que pronto se ganaron la simpatía de obreros y profesionales de otros ámbitos en todo el país.

En los cien metros cuadrados del museo, abarrotados este viernes por prensa local e internacional, se exhiben también recortes de periódicos de la época, grandes fotografías y videos de tanques rodando por las calles de Pekín durante aquellos días funestos que el régimen comunista busca enterrar.

“No importa cuán grande sea el poder de la tiranía y la tormenta: seguiremos avanzando. No nos detendremos. Lucharemos hasta el final”, proclamó el presidente de la HKA, mientras llegaban desde la calle los gritos de protesta de manifestantes opuestos a la reapertura del centro.

Porque, a pesar de ubicarse en la democrática Hong Kong, el Museo del 4 de Junio ha topado con fuerte resistencia prácticamente desde su nacimiento, en 2012, un espacio temporal en uno de los barrios más concurridos de la ciudad.

La HKA abrió un museo similar en 2014, pero tuvo que cerrar después de que los propietarios del edificio demandaran a los inquilinos por el uso del espacio arrendado, un hecho que en la asociación consideró escondía motivaciones políticas dictadas desde Pekín.

Así permaneció hasta este año: a principios de abril, cuando se ultimaban los detalles para su nueva apertura al público, la policía hongkonesa abrió una investigación.

Todo ello a raíz del descubrimiento de un empleado del museo de que la cerradura de la puerta principal había desaparecido, los enchufes eléctricos de la pared y las cajas de conmutación habían sido rociados de agua y se habían perforado agujeros en las sillas.

El centro ha estado permanentemente rodeado del revuelo creado por grupos favorables a China que lo acusan de presentar una versión sesgada de los acontecimientos, y de la incertidumbre de algunos vecinos por miedo a que su seguridad pudiera verse afectada.

Por eso, los inquilinos del edificio se manifiestan casi a diario a las puertas, afirmando que el museo viola las regulaciones exponiéndolo a riesgo de incendio o derrumbe, mientras que sus organizadores creen que detrás de esta excusa se encuentran de nuevo motivos políticos para acabar con sus actividades.

Ha sido el caso también del viernes 26 de abril, durante su reapertura, a pocas semanas de que se cumpla el trigésimo aniversario de la tragedia, cuando una veintena de simpatizantes de Pekín se han congregado frente al museo con pancartas y carteles. Para evitar futuras acciones vandálicas, el presidente de la HKA aseguró que han equipado el recinto con una puerta metálica, circuito cerrado de televisión y seguridad las 24 horas. "Hemos hecho todo lo posible para enfrentarnos al acoso y a los desafíos”, señaló Ho, quien explicó que para evitar mayores problemas, controlarán la asistencia a la exposición. La HKA espera que el museo sirva para que la gente amplíe sus conocimientos históricos y vea cómo Hong Kong, destino de varios manifestantes de Tiananmen exiliados, ha contribuido a la lucha por los derechos humanos en China. 

La masacre de Tiananmen, cuya cifra de muertos todavía se desconoce pero que segó al menos cientos de vidas de civiles desarmados a manos del Ejército, es un tema tremendamente sensible para el Gobierno chino, que censura con celo toda información relacionada.

Las manifestaciones -iniciadas por universitarios que pedían apertura y reformas al régimen en medio del luto por la muerte del dirigente aperturista Hu Yaobang- fueron sofocadas por los militares el 4 de junio de 1989.

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