Reinventando la infancia marroquí

Noor Ammar Lamarty

María es risueña, curiosa, inquieta, bella. Su gracia es la de una mujer cuya mochila de sueños la ha convertido no solo en emprendedora, presidenta y fundadora de su propia casa de acogida   ’Ningún niño sin techo’, Al-Amal en árabe (que abrió sus puertas en 2005), sino que también es cómplice, educadora, amiga, madre y por consiguiente heroína de todos los niños que han pasado por esa casa cuya cifra ronda los 45.

Se trata de un hogar lleno de cariño, amor y empatía, probablemente los valores más importantes para sentirse en familia. Ella es una referente como mentora para esos representantes de la infancia marroquí, que si bien han vivido situaciones desfavorecidas han encontrado la oportunidad de crecer y avanzar en el proyecto de vida en un lugar que les proporciona lo que necesitan, pero que también les enseña a reinventarse. A ver sus futuros con toda la ilusión que implican los sueños, pero también con las herramientas necesarias, primando el esfuerzo constante. A comprender, que es igual de importante saber de dónde se viene como a dónde se va, y que sentirse afortunado por tener la oportunidad que otros no tienen a su alcance nos hace ser agradecidos con la vida y nos convierte en mejores personas. Eso les enseña, sobre todo, a ser buenas personas, que opten a lo que opten en la vida siempre será lo más importante.

Cada uno de esos niños desprende una magia y una luz distinta, son vocingleros, inquietos, curiosos, extrovertidos algunos, más tímidos otros. Son un largo espectro de ansias de comerse el mundo. Se les ve alegres, y a María, el motor detrás de la casa de acogida ’Ningún niño sin techo’, la hacen completamente feliz. Esta es su visión de ellos y la institución en una entrevista con Atalayar.

¿Tenías claro que tu proyecto de vida era ayudar a esos niños?

No. Tenía claro que tenía que ayudar a los demás, en general. Siempre, desde pequeña tuve esa necesidad de ayudar a los que necesitaban alguna cosa. Pero en el camino se me cruzaron unos niños con necesidades reales de desarrollar una vida normal y digna y comprendí que los menores viven en una indefensión total, por tanto, es deber de cualquiera ayudar al que lo necesite y más a ellos. Todos podemos necesitar algo en cualquier momento de la vida.

¿Cómo es el proceso de adaptación para ellos? Me refiero a los cambios de vida que sufren los niños porque todo es diferente en ese nuevo hogar que les ofreces?

Rápido. Enseguida se adaptan al cariño. Después, cuesta más hacérseles entender las normas, pero poco a poco y con perseverancia, las van aceptando junto a las nuevas costumbres de la casa. También se les enseña higiene personal, poner una mesa, fregar y recoger la cocina, hacer sus camas, tareas generales de la casa, pensando en su autonomía en un futuro.

Obviamente, van al colegio, aprenden español, francés, inglés. Sobre todo, español. Hacen talleres culturales, como música, teatro, acrobacia, etc. Rápidamente, comienza la armonía familiar, el calor del hogar. Y, sobre todo, se les educa respetando su cultura y religión. Fomentamos sus costumbres celebrando todas las fiestas del pueblo marroquí y la religión musulmana, sin presionarles a nada que no quieran hacer al respecto. Por supuesto, se imparte charlas sobre otras culturas, pensando siempre que la multiculturalidad es el éxito de la sociedad.

¿Qué crees que debe simbolizar en Marruecos una casa de acogida que intente dar un futuro digno a un niño? ¿Crees que se hace todo lo posible para evitar la pobreza infantil?

Una casa de estas características en Marruecos debe simbolizar, ante todo, la dignidad. Nadie es responsable de donde nace, pero la sociedad si debe ser responsable de dar cobertura a estos casos, especialmente si hablamos de menores, pues serán el futuro del país. No exijamos un futuro alentador a un país donde su infancia no se forma, no se educa, porque no será posible. Hay que invertir en los menores como prioridad máxima. El país, aún debe trabajar mucho por el bienestar de los menores en riesgo de exclusión social. Existen programas bien redactados, pero aún falta pasar a la acción. Mientras no se pase a la acción real y eficaz, la pobreza infantil, será aun significativa.

Supongo que todos serán muy diferentes ¿Qué te ha enseñado educar y ayudar a niños tan distintos los unos de los otros?

Pues cuando tienes la situación frente a ti, se desarrolla una psicología natural muy interesante. Yo diría que la escucha es lo más importante. Escuchando a cada uno de ellos, te das cuenta de sus carencias y de sus necesidades, entonces, con escucha, cariño y diálogo, se crea un hilo conductor entre los dos, particular y único para cada uno. A cada uno hay que darle su trato especial, completamente distintos unos de otros. Como cada ser humano, es único, pues el trato a cada uno de ellos también es único e intransferible.

¿Te sientes madre de todos ellos? ¿Por qué?

Me siento que soy su madre de vida. Igual les abrazo, que les regaño o les castigo. Actuó con total confianza con ellos. También es verdad, que unos se entregan más que otros.

¿Cuál es la mayor satisfacción que has tenido desde que empezaste con el proyecto?

Mi mayor satisfacción, ha sido poder llevar a uno de mis chicos a la Universidad en España. Ha sido un sueño hecho realidad. Por otra parte, la satisfacción de haber podido dar a cada uno lo que necesitaba. Ver cómo crecen, ver cómo se van situando y encontrando su sitio en la vida.  Doy gracias a Dios.

María es sin duda un ejemplo clave de cómo se debe obrar para sacar a los niños de la precariedad y la pobreza infantil, así como favorecer su integración en la sociedad, a través de la educación y del apoyo emocional. Esta casa de acogida que cumple 14 años este año es sin duda la reinvención de la infancia marroquí, en la que aquellos que entraron siendo muy niños terminan este curso bachillerato como Said e Ilyas, trabajan ya en empresas en Tánger, como Oussama, Omar e Ilyas, hacen una formación en peluquería como Reda, o en hostelería como Youssef o como Nawfal, el mayor de todos, que vive en Berlín y tiene una empresa de mudanzas y su esposa es polaca. Todos los otros están en la escuela o en el instituto. Les deseamos un futuro maravilloso y mucha suerte a sus educadores, que tanto saben que su trabajo es un experimento delicado que requiere de paciencia y compromiso porque es muy fácil que se frustre, pero muy satisfactorio ver sus frutos en unos jóvenes como los de este hogar, que forman una gran familia.

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