Sudáfrica, una victoria electoral mancillada por la corrupción

Por Paco Soto
El Congreso Nacional Africano (ANC, en sus siglas en inglés) del difunto Nelson Mandela ganó las quintas elecciones generales desde el fin del Apartheid en África del Sur. El presidente, Jacob Zuma, será así reelegido sin problemas para una segunda legislatura y tomará posesión del cargo, en Pretoria, el próximo 24 de mayo El ANC logró mayoría absoluta, al superar el 63% de los sufragios, pero no consiguió apartar de sus filas el espectro de los numerosos casos de corrupción que lo salpican. En segunda posición llegó el principal partido de la oposición, la Alianza Democrática (DA), que alcanzó casi el 22% de los votos. La corrupción es un grave problema en la patria de Mandela, porque corroe la vida económica, política y social del país, y en algunos escándalos se han visto implicados dirigentes, empresarios y funcionarios vinculados al histórico ANC. Es precisamente por la corrupción, pero también por los graves problemas económicos y sociales que sufren los sectores más empobrecidos de la sociedad, que el ANC ha recibido menos votos que en las legislativas de 2009. Hace cinco años el ANC consiguió el 66% de los sufragios, casi tres puntos más que en 2014. En cambio, la DA, liderada por la activista contra el Apartheid Helen Zille, logró cinco puntos más que en 2009. Estos comicios fueron los primeros sin Nelson Mandela y en que los ciudadanos nacidos tras el fin del régimen racista tuvieron  derecho a acudir a las urnas. La juventud es el segmento social más desencantado con el ANC, según apuntan todos los sondeos, y muchos jóvenes votaron por la DA y el grupo Luchadores por la Libertad Económica (EFF) de Julius Malema. 
 
El ANC hizo todo lo posible por convencer a los electores de que es el mejor representante político del país, usó y abusó de la figura del difunto Mandela, manipuló sentimientos y ocultó los problemas reales del país. En gran medida consiguió el objetivo que se había fijado: seguir en el poder. Pero es innegable que el partido de Mandela va perdiendo poco a poco votos e influencia social. Tiene todavía mucho poder, pero las voces críticas sobre su gestión de los asuntos públicos aumentan. Los  casos de corrupción que afectan incluso al propio presidente Jacob Zuma -acusado de haber destinado 16 millones de euros a obras de su residencia particular-,  el paro, el descontento de los pobres y la represión violenta de trabajadores en huelga no han acabado con el ANC, ni mucho menos, pero han abierto algunas brechas en el edificio de su enorme poder. Según el analista político sudafricano Steven Friedman, las elecciones han demostrado que tras 20 años de vida democrática es muy importante “la fuerza de la lealtad de los electores hacia el ANC”, pero también que “nuestro sistema político funciona en torno a un partido y no un individuo”. Aún así, Friedman augura que “los problemas para el presidente Jacob Zuma no han hecho más que empezar” y señala que existen luchas muy duras entre las distintas facciones que componen el ANC. Además, el partido opositor de Helen Zille se ha consolidado y en un futuro relativamente próximo podría convertirse en el gran rival democrático del ANC. 
 
Así las cosas, el partido de Mandela controla, además del Parlamento, ocho de las nueve provincias del país. Así lo quisieron los electores que también acudieron a las urnas para elegir a sus representantes regionales. Pero el futuro político a medio y largo plazo no está escrito. AD, por ejemplo, progresó en todas las provincias sudafricanas. Y la formación de Julius Malema, que se creó hace menos de un año, logró más del 5% de los votos y el tercer puesto parlamentario. El descontento social recorre desde hace meses los barrios pobres de chabolas de las grandes ciudades, donde siguen viviendo ciudadanos negros en condiciones infrahumanas. La casta de poderosos creada al amparo del poder del ANC se extiende como un cáncer en todo el país y genera malestar y rencor entre muchos ciudadanos que se sienten humillados. Sudáfrica es el Estado más desarrollado de África y su sistema democrático es envidiado por muchos países del continente más pobre del planeta. Pero dos décadas después de que África del Sur entrara en la civilización democrática y dejara atrás la barbarie del Apartheid, son muchos los problemas económicos, sociales y políticos que se acumulan. Y estos problemas no se solucionan simplemente ganando elecciones.
…///Fin///…

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