Trípoli y El Cairo valoran con prudencia el acuerdo libio promovido por Macron

Paco Soto

Pie de foto: Fayez al-Sarraj, Khalifa Haftar y Emmanuel Macron en La Celle-Saint-Cloud/Come Sittler-SIPA.

El acuerdo promovido el pasado 25 de julio por el presidente de Francia, Emmanuel Macron, entre el primer ministro de Libia reconocido por la comunidad internacional, Fayez al-Sarraj, y el mariscal disidente Khalifa Haftar, que lleva a cabo una lucha militar muy dura contra islamistas radicales y yihadistas en el este del país magrebí, es visto con prudencia por Trípoli y El Cairo. Desde que la dictadura de Muamar Gadafi fue derribada en 2011, Libia no ha conseguido construir un Estado sólido y acabar con el caos, la violencia y el terrorismo. Las divisiones tribales y territoriales, la existencia de poderes políticos paralelos y la actividad permanente de grupos terroristas y bandas de delincuentes armados han destrozado a Libia, y de momento los esfuerzos de la comunidad internacional no han conseguido cambiar la situación. Es probable que el último intento del presidente Macron, sellado en La Celle-Saint-Cloud, cerca de París, sea también un fracaso. Diversos actores políticos libios y egipcios lo dijeron estos días en declaraciones a medios de comunicación.

En este sentido, Abdelhakim Belhadj, líder del partido islamista Al-Watan y antiguo cuadro de la organización terrorista Al Qaeda en la década de los noventa del siglo pasado, recordó que las dos partes enfrentadas en Libia “no han ratificado nada”. El pacto propuesto por Macron es “una copia del acuerdo de Shkirat [consensuado en Marruecos] sin firma”. Belhadj alabó el esfuerzo de París por conseguir la paz en Libia, pero consideró que “Macron se equivoca cuando afirma que Sarraj y Haftar encarnan la legitimidad y la capacidad de agrupar en torno a ellos” a la población libia. Es la misma posición que defiende Saïf al-Islam, el hijo más político de Gadafi. El político islamista criticó que los representantes de las tribus cercanas al antiguo dictador fallecido o a su hijo Saïf al-Islam no hubieran sido incorporadas al acuerdo promovido por Macron. “Sin ellos no hay solución política” a la crisis libia, afirmó Belhadj. Por el contrario, un alto funcionario del Gobierno de Tobrouk valoró positivamente el acuerdo bilateral, y lo calificó de “primer paso simbólico”.

Pie de foto : Tropas libias haciendo el saludo de la victoria en Bengasi tras haber expulsado a los yihadistas.

Optimismo moderado

Por su parte, el ministro egipcio de Asuntos Exteriores, Sameh Choukri, se mostró moderadamente optimista y prudente, y opinó que otros países importantes en ambas riberas del Mediterráneo como Italia, Egipto y Argelia debieron ser consultados por Macron. “Francia tiene que incrementar mejor sus esfuerzos y coordinar con Egipto, los vecinos de Libia y otros aliados” una solución a la crisis que atraviesa el país norteafricano, puntualizó el jefe de la diplomacia egipcia. Fayez al-Sarraj y el mariscal Khalifa Haftar se pusieron de acuerdo para decretar un alto el fuego y organizar elecciones “lo antes posible”, quizá en primavera, según anunció Macron. Es un objetivo que algunos analistas ven difícil en el contexto actual. “Nos comprometemos solemnemente a obrar a favor de elecciones presidenciales y parlamentarias lo antes posible a partir del 25 de julio de 2017, en cooperación con las instituciones implicadas y con el apoyo y la supervisión de Naciones Unidas”, pactaron las dos partes.

“Valentía histórica”

Emmanuel Macron alabó la “valentía histórica” de los dos contrincantes, que reafirmaron en una declaración conjunta de 10 puntos su voluntad de encontrar una solución política para superar el caos y la violencia en Libia y edificar instituciones democráticas y legitimadas por la población. El primer ministro y el militar díscolo reiteraron la validez del acuerdo de Shkirat, que impulsó la ONU en 2015. Los objetivos son importantes y complejos: construir un Estado de derecho, respetar los derechos humanos elementales, disolver las milicias armadas y constituir unas Fuerzas Armadas libias regulares. “Es un proceso que es esencial para Europa toda entera, porque si no conseguimos llevar a cabo este proceso, aumentarán los riesgos terroristas, y las consecuencias migratorias sobre nuestros países serán directas”, enfatizó el presidente francés. En el seno de la Unión Europea (UE), los países que se podrían ver afectados de forma más directa por el empeoramiento de la crisis libia son Italia, Francia, España y Grecia. 

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