Paco Soto
Pie de foto: Un mercadillo en un barrio popular de Argel.
El controvertido debate sobre el establecimiento de una renta mínima universal para paliar la pobreza y la exclusión y limitar las desigualdades no es propio de los países capitalistas desarrollados. Se está llevando a cabo este polémico debate, que tiene mucho apoyo social pero también bastantes detractores, en países en vías de desarrollo del Hemisferio Sur. Argelia es un ejemplo.
Argelia es un país rico gracias a los hidrocarburos; la renta por habitante supera los 6.000 dólares anuales, menos que en Túnez pero bastante más que en Marruecos. Pero el país tiene una distribución de la riqueza nacional muy desigual y el nivel de pobreza es alto. Tanto es así que millones de argelinos han abandonado su país y emigrado a naciones más ricas. 1.200.000 argelinos viven en Francia; 60.000 en España; decenas de miles en otros Estados europeos, occidentales y del Golfo.
Dos proposiciones
Para mejorar la situación socioeconómica y hacer frente a la crisis del país norteafricano, un think tank denominado Nabni, compuesto por experto, presentó un informe con dos proposiciones para acabar con las subvenciones, que en Argelia son una manera de subvencionar la pobreza pero no acabar con ella. Argelia gasta cada año en subvenciones directas 13.000 millones de dólares.
Pie de foto: Una ciudadana pobre protesta ante la Policía en Argel.
Algunos economistas piensan que este gasto es una barbaridad que impide que el país despegue y acabe con un modelo productivo dependiente de los hidrocarburos, y está hipotecando su futuro económico. Frente a la crisis presupuestaria del Estado y el crecimiento demográfico, estos expertos proponen la sustitución de las subvenciones por una renta universal para cada ciudadano necesitado.
Política insostenible
Piensan estos expertos críticos que subvencionar los carburantes, la electricidad, el gas o la harina es una política absurda e insostenible a medio término. Mabrouk Aib, uno de los miembros del colectivo Nabni, considera que la política de la subvención es una opción del pasado que ha demostrado su fracaso. Según Aib, “es mejor y más rentable entregar a cada familia un ingreso universal. Es muy fácil de poner en marcha a través de una cuenta bancaria”. Estos expertos reconocen que podría haber fraude, pero, según señala Aib, “de lo que se trata es de frenar la exclusión, y la única forma de hacerlo es a partir de un modelo declarativo”.