Un futuro para los egipcios

Andrea Grijalvo
 
Ya han pasado cuatro años desde el famoso 25 de enero egipcio, la revolución en la plaza Tahrir. Las imágenes de la ya famosa Plaza de la Liberación se quedaron grabadas en nuestras cabezas, los gritos de libertad y de dignidad del pueblo egipcio. Sin embargo, ¿qué nos queda después de cuatro años? El pasado domingo pudimos ver los rescoldos de la revolución traducidos en una jornada con varios muertos y un Gobierno lavándose las manos por todo lo ocurrido.  El lunes 26 en Casa Árabe pudimos asistir a una conferencia en la cual dos expertos, Nadine Abdalla y Ricard González, nos explicaron cómo llegó Egipto a aquella situación y cómo podría salir de ella.
 
El auge de los Hermanos Musulmanes
Nadine Abdalla, investigadora en el Arab Fórum for Alternatives de El Cairo, tiene claros los motivos para explicar la situación actual de la ilegalizada hermandad. Las elecciones de 2011 y 2012 se convocaron sin que se negociaran las reglas entre los actores políticos para garantizar la imparcialidad. El fallo de los Hermanos Musulmanes residió en su método de toma de decisiones. Decidieron controlar las instituciones en lugar de reformarlas, no formaron coaliciones políticas, fueron incapaces de llegar a consensos debido a las constantes luchas de poder. Subestimaron su capacidad y su peso político y, sobre todo, no calcularon bien los intereses militares, ya que el ejército intervino al ver la violencia civil y la incapacidad para el gobierno por parte de la hermandad. Tras la caída de Muhammad Morsi, el régimen actual es autoritario, elige la promulgación de leyes para cerrar el espacio político y despolitizar la sociedad egipcia, aplica un gran control de las calles y muestra un gran rechazo por las manifestaciones, incluso las manifestaciones pacíficas. Esto genera repercusiones a nivel social, los egipcios sienten un fuerte rechazo hacia la clase política, los ciudadanos solo quieren la estabilidad del país y evitar que Egipto caiga de nuevo en el caos. Pero no todo son sentimientos negativos, ya que entre la población existen dinámicas positivas como son el auge y el buen uso de las redes sociales como vía revolucionaria, de aquí surgen, poco a poco, alternativas políticas. Sin embargo, existe una clara despolitización de la sociedad egipcia que no se sabe bien hasta cuándo va a aguantar y que tipo de oposición va a surgir. 
 
¿Se ha acabado ya la revolución?
“El mundo árabe tiende a dejar en ridículo a quien quiera hacer predicciones”. Con esta frase nos intentaba explicar Ricard González la situación actual del país y las posibilidades de futuro. En un intento de explicación de la sociedad, Ricard la divide en tres grandes grupos. Por un lado, los Hermanos Musulmanes, representantes del islamismo político. Por otro lado, los jóvenes revolucionarios laicos, el “Egipto cívico”, constituidos por los movimientos opositores al régimen en época de Mubarak. Un tercer grupo lo forma el llamado “Estado profundo”, formado por los pilares del régimen de Mubarak liderados por el ejército. Este último grupo es quien realmente ha manejado la crisis. Es difícil vaticinar el futuro de Egipto, como lo es con cualquier otro país árabe, pero los expertos nos decían que lo más probable es que el régimen actual mantenga la situación social intentando realizar mejoras tangibles a nivel social para la vida de los egipcios. El Gobierno apuesta por un futuro positivo mediante determinados proyectos y mejoras para las vidas de los ciudadanos, teniendo en cuenta la alta tasa de natalidad. Sin embargo, sin un pacto con la oposición islamista no va a haber una situación de estabilidad real. 
 
 
 

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