Una Constitución de consenso

Por Alexandra Dumitrascu
Foto: La Constitución española de 1978 fue fruto del consenso entre las diversas sensibilidades políticas e ideológicas del país.
En pleno debate sobre la necesidad de reformar la Constitución española, la Fundación Transición Española, en colaboración con la Universidad Internacional Menéndez Pelayo, organizó, en Madrid, la conferencia ‘La Constitución, ¿por qué se hizo así?’, cuyo tema principal giró en torno a un análisis más sociológico que jurídico, con el objetivo de exponer los momentos previos a la elaboración de la Constitución, cómo se vivieron, así como la serie de reformas que impulsaron su redacción. La conferencia, es la segunda que conforma el ciclo de mesas redondas en relación con ‘La reforma de las instituciones a debate’. El acto, desarrollado en Casa Árabe, contó con la intervención de Alberto Aza Arias, diplomático y ex director del gabinete de Adolfo Suárez, e Ignacio Sánchez-Cuenca, profesor de Ciencia Política de la Universidad Carlos III. El moderador fue Juan Antonio Ortega y Díaz-Ambrona, letrado del Consejo de Estado.
 
Hacía la Transición española
Desde el 20 de noviembre de 1975, fecha que marcó un antes y después en la historia de España, hasta la celebración del referéndum popular, el 6 de diciembre de 1978, que hizo posible la ratificación de la Constitución española, hubo un periodo en el que la incertidumbre marcaba la pauta general de aquellos tiempos. El Rey Juan Carlos I, así como los partidos políticos de la época, sobre todo los de izquierda, junto a las Fuerzas Armadas, jugaron un papel fundamental que posibilitó un cambio carente de traumas y que se hacía necesario tras la muerte de Francisco Franco; un cambio político impulsado desde arriba, que gozó de voluntad política casi desde el principio. Se abría, así, un horizonte en el que los futuros acontecimientos y las decisiones que se podían tomar, se constituían como decisivos para que se dejara paso a un régimen democrático tras 36 años de dictadura. Este cambio requería del consenso de los principales actores de la época. Ante el vacío de poder, producto de un acontecimiento natural, el fallecimiento de Franco, “se establece una situación política provisional que se fue transformando y consolidando en un sistema democrático a través de un proceso de  transición política”, según dijo Alberto Aza Arias.  Por tanto, es de suponer que las reformas políticas previas a la celebración del referéndum constitucional conformaron la base de la Constitución española, más exactamente la Reforma de Carlos Arias Navarro y la Ley para la Reforma Política de Adolfo Suárez, redactadas durante el primero y el segundo gobierno de la Monarquía, respectivamente, pero que, no obstante, eran muy diferentes en contenido.  El consenso surgido en el periodo de Adolfo Suárez como presidente del Gobierno, es lo que marca la diferencia con la primera fase postfranquista de Arias Navarro, en la que predominó el continuismo político y un afán conservador de las “reglas constitucionales del régimen franquista”, apuntó Ignacio Sánchez Cuenca. Consenso, aunque también un equilibrio simétrico entre los partidos de derecha e izquierda, que se transparentaron en la Ley de la Reforma Política en cuya base se asentaba una clara vocación democratizadora del país. 
 
El acuerdo político, clave para la democracia
Hasta la celebración de las primeras elecciones democráticas tras el periodo franquista, 15 de junio de 1977, el consenso apenas estuvo presente en el diálogo político y social, y la reforma de Arias, más que una reforma democratizadora, representó un tímido intento de apertura del régimen, que permitía una ampliación del debate político sin llegar a romper las reglas de juego establecidas. Las leyes de Reunión, de Asociaciones Políticas, de Sucesión, de Cortes, la Electoral, la Sindical y la reforma del Código Penal, fueron los elementos principales de dicho periodo, aunque el “desarrollo caótico” de las mismas dejó el intento reformador de Arias truncado, dejando paso a un periodo más próspero con la llegada de Adolfo Suárez. Es a partir de este momento cuando se llevaron a cabo los intentos más ambiciosos de modernizar el escenario político español, con  leyes como la de Amnistía, los Pactos de la Moncloa, la introducción de los sistema bicameral y electoral proporcional, que culminaron en la elaboración de la Constitución española de 1978; todo revestido de consenso, condición clave del proceso democratizador de España, que contó con la madurez de los partidos políticos que conformaron el Gobierno de la época, en el que ninguno llegó a obtener mayoría absoluta en los comicios de 1977, conscientes de las dramáticas circunstancias que se vivían. Hoy día, aunque se asiste a un ensanchamiento paulatino de la brecha entre los ciudadanos y los políticos, y la desafección es papable, el consenso está más bien ausente de la agenda política y no es previsible que se asista a corto, ni tan siquiera a medio ni largo plazo, a una situación similar, de acuerdo entre las principales fuerzas del Gobierno, debido a que éste requiere una situación, por lo menos igual de crítica como aquella, tal como aseguraron los ponentes. Por tanto, es  de entender que el debate y el consenso sobre temas de interés general están lejos de vivirse actualmente. 
 

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