Una escritora franco-marroquí denuncia “las cárceles de la vergüenza” en Marruecos

Paco Soto

Pie de foto: La escritora y periodista franco-marroquí Leïla Slimani.

Leïla Slimani, escritora y periodista franco-marroquí, denuncia en un artículo publicado en el periódico digital ‘Le360’ “las cárceles de la vergüenza” en Marruecos. Slimani alerta a la opinión pública marroquí sobre la penosa situación de las cárceles en el país magrebí, y da datos escalofriantes. La saturación de los centros penitenciarios marroquíes está en torno al 220% y es de 328% en la prisión de Marrakech. El 40% de los reclusos se encuentran en situación de detención preventiva y a la espera de ser juzgados. “El pasado 19 de enero –recalca la escritora-, el Observatorio Marroquí de Prisiones (OMP) publicó su informe anual. El balance es absolutamente trágico”. Slimani advierte de que las cárceles marroquíes hacen cada vez “más difícil la reinserción” de los presos, y “no hay que olvidar que detrás de la frialdad de las cifras se esconden hombres y mujeres que viven en condiciones indignas, amontonados en celdas, durmiendo en el suelo, mal alimentados y sometidos a tratos degradantes. No tienen derecho a ningún tipo de intimidad y la higiene es simplemente inexistente”.

La escritora y periodista franco-marroquí asegura que los presos no tienen “acceso a la formación” profesional y educativa, condición básica para la reinserción, lo que hace muy difícil encontrar un trabajo cuando salen de la cárcel. La máquina penitenciaria “machaca” a los reos y la Justicia no cumple con su cometido oficial al no tratar con dignidad y en un tiempo corto a las personas que sufren privación de libertad. Leïla Slimani cuenta en su artículo que “al menos 50% de los prisioneros tienen que ser internados, pero los servicios psiquiátricos están completamente saturados. Entonces, son puestos en libertad en la calle y vuelven a cometer delitos o crímenes”. “Es un círculo vicioso que no conseguimos frenar”, lamenta Slimani.

Además, “las malas condiciones de vida favorecen las enfermedades, la violencia y las crisis psicóticas. Es normal que esto ocurra teniendo en cuenta que celdas que tendrían que acoger a tres presos están pobladas por diez”, señala Slimani. La novelista deplora que la sociedad marroquí no se movilice sobre “la cuestión de la dignidad de los prisioneros o de sus condiciones de vida en los centros penitenciarios”. Para la sociedad, recalca Slimani, “son asesinos, criminales, que no se merecen nuestro apoyo. Pero olvidamos que la prisión no es solo un lugar de castigo. También tiene que preparar a los que han sido condenados a que regresen a la sociedad, una vez que hayan cumplido sus penas”. Leila Slimani está convencida, y así lo expone en su artículo, que “hoy, en Marruecos como en otros lugares, las prisiones se han convertido en verdaderas fábricas de criminales, en lugares donde [el preso] se radicaliza”. Por ello, cree que “la sociedad civil tiene que movilizarse con el Estado, para favorecer las mejores condiciones de vida en detención, para proteger la dignidad de los que, aunque hayan sido condenados, siguen siendo ciudadanos de pleno derecho. De esto dependen nuestra cohesión social y nuestro humanismo”.

Premio Goncourt

Leïla Slimani nació el 3 de octubre de 1981 en Rabat. Es escritora y periodista, de madre franco-argelina y de padre marroquí. Su segunda novela, ‘Chanson douce’ (Canción dulce), fue galardonada con el Premio Goncourt en 2016. Alumna del Liceo francés de la capital marroquí, Slimani creció en un ambiente francófono. Su padre, Othman Slimani, es banquero; y su madre se dedica a la medicina. En 1999, se instaló en París, ciudad donde se diplomó en el Instituto de Estudios Políticos. Quiso ser actriz de teatro y completó sus estudios universitarios en el Europe Business School (ESCP). Se especializó en medios de comunicación, y el periodista Christophe Barbier, padrino de su promoción, le propuso trabajar en el semanario de información general ‘L´Express’.

Después hizo un curso de creación literaria en la Editorial Gallimard y tuvo el apoyo de Jean-Martin Laclavetine, su tutor. En 2008, entró a trabajar en el semanario africano ‘Jeune Afrique’, y siguió dedicándose a la literatura. En el año 2014, publicó su primera novela en Ediciones Gallimard, ‘Dans le jardin de l´ogre’ (En el jardín del ogro). La productora Huffpost adquirió la obra para adaptarla cinematográficamente. La novela fue seleccionada como una de las cinco finalistas del Premio de Flore de París, y en 2015, fue galardonada con el Premio Literario de la Mamounia, que suele entregarse a un escritor marroquí en lengua francesa. Leïla Slimani fue la primera mujer que recibió este premio.

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