Una exfutbolista afgana denuncia violaciones del presidente de la Federación, directivos y entrenadores

Raúl Redondo

Pie de foto: La ex capitana de fútbol femenino de Afganistán, Khalida Popal (C), asiste a una sesión de entrenamiento en el sur de Londres el 30 de marzo de 2018. AFP PHOTO/DANEIL LEAL-OLIVAS

La exfutbolista y entrenadora de fútbol Khalida Popal denunció violaciones sistemáticas a jugadoras menores de edad de Afganistán por parte del presidente de la Federación, Keramuddin Keram, directivos y entrenadores en lo que ha supuesto la revelación de una historia escabrosa, terrible e inhumana que ha afectado a decenas de adolescentes que se dedicaban a practicar este deporte en un país en el que además no es fácil la vida, por los conflictos y penurias que ha pasado; sobre todo para las mujeres, que viven una situación de opresión social solamente por su condición de género.

Después de que el diario británico ‘The Guardian’ destapase el caso, el presidente del país afgano, Ashraf Ghani, ordenó una investigación sobre el caso, del que salieron más datos a la luz tras una estremecedora entrevista concedida por Popal al diario español ‘El Mundo’.

La excapitana de la selección femenina y ahora entrenadora exiliada en Dinamarca recopiló información sobre los presuntos abusos sexuales sistemáticos que sufrieron las jóvenes integrantes de la selección afgana para denunciarlos ante la opinión pública.

Popal desveló tras sus indagaciones que el mismísimo presidente de la Federación de Fútbol tenía una habitación secreta en la que cometía las violaciones en serie, cuya puerta solamente podía abrirse desde dentro mediante su huella dactilar; allí conducía a las jóvenes para abusar de ellas y posteriormente soltarlas. Unas futbolistas que veían alcanzado uno de sus sueños al formar parte de la selección nacional en sus categorías inferiores pero que se toparon de lleno con la salvaje y grotesca actitud del presidente y otros directivos y entrenadores.

La exfutbolista recordó en sus declaraciones cómo el presidente federativo conducía a las adolescentes a esa dependencia oculta donde “las violaba y las soltaba luego”. “Fueron varias. Venían con sueños, sentían que los habían alcanzado. Eran chicas de familias comunes y ese hombre, agazapado como si fuera un cazador, se dedicó a cazar”.

Pie de foto: La ex capitana de fútbol femenino de Afganistán, Khalida Popal, huyó de su país después de recibir amenazas de muerte. AFP PHOTO/DANEIL LEAL-OLIVAS

A pesar de la intervención del presidente afgano Ghani y de la investigación también abierta por la Federación Internacional de Asociaciones de Fútbol (FIFA), Keram no fue detenido para ser llevado ante la justicia, a pesar de que se trata de un escándalo en el que se vieron involucrados también otros directivos y miembros de la Federación. Las víctimas eran niñas adolescentes de entre 14 y 16 años, que tuvieron miedo de alertar sobre lo que estaba ocurriendo por temor incluso a ser repudiadas por la sociedad o sus familiares, dado el ambiente sociocultural afgano, en el que está mal visto que una fémina se dedique a jugar al fútbol. Según Human Right Watch, Afganistán es un país en el que impera la impunidad para quienes ejercen la violencia y abusos contra las mujeres.

Para Popal, las mujeres afganas, sobre todo las más jóvenes, viven en un ambiente de opresión masculina demoledor, en el que es común el acoso y la dominación masculina desde edades tempranas. Según la entrenadora, el que las mujeres practiquen el deporte rey es un desafío al patriarcado más duro que se vive en Afganistán. Popal relató que en su día jugaban “a escondidas”. “Sólo porque éramos mujeres y los hombres pensaban que el fútbol no era para nosotras me llamaban prostituta. Sólo jugábamos, pero para ellos éramos unas putas, unas zorras, mujeres que avergonzaban al país y a su familia”.

La exfutbolista recordó que, en la guerra, durante el dominio talibán, el balompié solamente lo practicaban los hombres, e incluso en los campos de fútbol se ejecutaba a personas.

Popal huyó de la guerra y de las amenazas que recibió para pedir refugio durante 2012 en Dinamarca, desde donde decidió denunciar todo lo que pasó e intentar ayudar a las componentes del seleccionado de su nación con campamentos en su nuevo destino. En uno de ellos, según contó Popal, uno de los directivos se emborrachó e intentó abusar de una joven, cuando se denunció el asunto ante las autoridades afganas, el propio presidente federativo Keram, antiguo ‘señor de la guerra’ y exgobernador, golpeó a una de las jóvenes y expulsó a ocho integrantes del combinado, a las que acusó de lesbianas.

Desde su actual posición, la excapitana de la selección femenina de Afganistán trata de ayudar a otras jóvenes que quieren practicar fútbol a través de campamentos organizados para el fomento del fútbol femenino.

Ante todo lo aireado públicamente, la Federación de Fútbol de Afganistán hizo un comunicado público negando los hechos denunciados, de los que dijo que carecían de fundamento alguno. Según los dirigentes del fútbol afgano, en su deporte no hay sitio para los abusos, ante los que no hay tolerancia alguna. Actualmente, Keram está suspendido internacionalmente por decisión de la FIFA, pero no ha perdido su cargo como presidente de la Federación y tampoco ha sido llevado ante tribunal de justicia alguno.

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