Varios atentados en cadena amenazan la estabilidad de El Cairo

Por Alexandra Dumitrascu 
Foto:  Un atentado terrorista contra  unos turistas extranjeros en El Cairo/AFP.
 
A falta de tres meses para que se cumplan cuatro años desde que el régimen de Hosni Mubarak fuera derrocado por la cúpula militar egipcia, alentada por las protestas de los ciudadanos en el contexto de la ‘Primavera Árabe’, la estabilidad en el país está lejos de asentarse. El derroche de alegría y la esperanza con las que se había recibido al primer presidente elegido libremente por los egipcios, Mohamed Morsi, libre además de vestigio castrense alguno, apenas duró un año. En julio de 2013, el actual presidente de Egipto, Abdelfatah al-Sisi, dio un golpe de estado e intervino así de nuevo esta vez para hacer factible la demanda de la así llamada ‘segunda ola de la Revolución Egipcia’ de destituir al líder de los Hermanos Musulmanes. El resultado de estas actuaciones es la ola de violencia que se vive en la actualidad en Egipto, un país dividido y sumiso en una cadena de atentados casi al orden del día, perpetrados por los grupos islamistas que no aceptan las nuevas disposiciones constitucionales ni las nuevas medidas de seguridad.
 
El terrorismo cercano a la frontera con Gaza
Uno de los más conocidos y de los más activos de ellos es Ansar Bayt al Maqdis (Seguidores de la Casa de Jerusalén), con base en la Península de Sinaí, presuntamente, autor material de los dos ataques armados en contra de las fuerzas de seguridad egipcias, consumado el pasado viernes en la zona de Sheij Zueid, a las afueras de Al Arish, capital del norte de Sinaí, en el que 31 soldados perdieron la vida y otros 30 resultaron heridos. En el último año, este grupo terrorista, acusado por las autoridades egipcias de tener lazos con el Estados Islámico (EI), ha asesinado a cientos de soldados y policías y ha decapitado a varios egipcios bajo el pretexto de colaboración con el Ejército egipcio y la inteligencia israelí. Una semana antes, el 19 de octubre, otros siete soldados perecieron en una atentado con bomba colocada a la orilla de una carretera que embistió a un vehículo militar blindado. La dramática situación ha llevado al presidente al-Sisi a decretar tres meses de estado de emergencia en varias zonas del norte de Sinaí y, sin apuntar a nadie en concreto, advirtió de una “gran conspiración extranjera” que apoya a las organizaciones terroristas que actúan en el país, entre los que se suman los Hermanos Musulmanes, declarada como tal tras su ilegalización, en septiembre de 2013. 
 
Cadena de atentados
Desde el derrocamiento de los Hermanos Musulmanes, los atentados con bomba en El Cairo se han sucedido incesantemente, elevando a 500 el número de muertos, en su mayoría soldados y policías, según el Gobierno de al-Sisi. El pasado 22 de octubre, un artefacto explosivo casero, colocado en las inmediaciones del campus de la Universidad de El Cairo hirió a cinco policías y a otros cuatro civiles. El atentado, que apenas ha trascendido en la prensa internacional, tiene, según el Ministerio de Interior, como blanco a las fuerzas de seguridad a modo de represalia por la represión que sufren los partidarios de los grupos islamistas. La explosión se produjo tras la marcha de cientos de estudiantes en protesta por la muerte de Omar al-Sharif, compañero de la Universidad de Alejandría, como consecuencia de los disparos desencadenados por la policía en un enfrentamiento con varios alumnos. Una docena de estudiantes, sospechosos de permanecer a los Hermanos Musulmanes, fueron detenidos, aunque el portavoz del movimiento Estudiantes Contra Golpe (SAC) negó toda implicación del grupo en el atentado. No es la primera vez que el campus de la Universidad de El Cairo está en el punto de mira de los ataques terroristas. El 2 de abril, cuatro bombas se saldaron con la muerte de dos personas, entre ellos un general de Policía; otros cinco agentes resultaron heridos. Esta vez, la autoría fue reivindicada por el grupo Ajnad Misr (Soldados de Egipto), otro de los movimientos yihadistas que operan en Egipto. 
Aniversario sangriento
A principios del año, a un día de que se celebrase el tercer aniversario del derrocamiento de Hosni Mubarak, el 25 de enero, cuatro atentados en la capital egipcia se cobraron la vida de seis personas e hirieron a un centenar. Los cuatro ataques explosivos estaban dirigidos contra miembros de seguridad al ser detonados, tres de ellos, cerca de objetivos con una presencia de los mismos: la sede de la Dirección General de Seguridad; un vehículo policial que circulaba por las proximidades de la estación de metro El Behuz, en el barrio de Dokki; una comisaría policial en el distrito de Talbiya; y, por último, enfrente de un cine ubicado en la avenida de las Pirámides que costó la vida a cinco policías y  un civil. La autoría de los cuatro atentados fue atribuida a Ansar Beit al Maqdis (Seguidores de la Casa de Jerusalén), presuntos autores de la intentona de asesinato fallida del ministro de Interior en septiembre de 2013, y también del atentado contra una sede policial de Mansura, en el delta del Nilo, cuyo balance fue de16 muertos y 134 heridos.
 
Primer ataque contra turistas
Aunque la mayor parte de los atentados van dirigidos contra las fuerzas de seguridad del Estado, en febrero, cinco personas perdieron la vida en una explosión de una bomba al paso de un autobús turístico cerca del paso de Taba, en la frontera con Israel. El autobús, que trasportaba 50 turistas de origen surcoreano, procedía de El Cairo y se dirigía a la ciudad de Eilat. Horas más tarde, también el grupo terrorista Ansar Beit al Maqdis reivindicaba la autoría del atentado a través de su cuenta de la red social Twitter, el primero de estas características dirigido en contra de extranjeros en la Península de Sinaí. 
 
 

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