Villar reescribe la historia
En 1988 Ángel María Villar llegaba a la presidencia de la Real Federación Española de Fútbol sustituyendo en el cargo a José Luis Roca. Roca abandonó la posibilidad de ser reelegido acusando presiones del Consejo Superior de Deportes, en concreto de Javier Gómez Navarro que, por aquel entonces, tenía mucho interés en sacar adelante la Ley del Deporte y convertir a los clubes de fútbol en Sociedades Anónimas Deportivas.
Siempre ha habido intereses por sentarse en según qué asientos del deporte español. Han pasado 27 años de aquello y nada cambia al frente de los organismos públicos que lideran al deporte español. Ahora, entra en escena un actor privado, la LFP, con Javier Tebas a la cabeza. En su época, ya se escribió esta historia con Antonio Baró como presidente de la LFP aunque simultaneando el cargo con el de vicepresidente de la RFEF. Baró superó una moción de censura de Jesús Gil, puso en marcha la explotación por Quinielas y Derechos de televisión y consumó la conversión de los clubes en SAD.
La obra se repite capítulo por capítulo. Cambian los protagonistas, permanece el nudo pero nadie sabe el desenlace de un negocio que desde 2008 vive una dura guerra entre todas las partes y que se ha recrudecido en los últimos meses. Ángel María Villar (RFEF), Javier Tebas (LFP) y Miguel Cardenal (CSD) son los tres líderes del fútbol. Un pastel del que come demasiada gente.
Los entresijos del fútbol sala
Detrás de la guerra que libran CSD y LFP contra Villar hay una intrahistoria que deja un poco más en evidencia el funcionamiento obsoleto de un organismo público como es la RFEF. En 1989 se firmó la paz a una absurda guerra por controlar el fútbol sala nacional. La Asociación Española de Clubes de Fútbol Sala y la Liga Nacional de Fútbol Sala gestionaban sus propias competiciones e impedían que el fútbol sala creciera en relación a sus practicantes.
La LNFS lideró el fútbol sala y la RFEF acogió a este deporte en su seno. Que el fútbol sala estuviese amparado por la RFEF era algo muy positivo en vista de cómo han funcionado históricamente las federaciones de otros deportes más humildes.
Llegó el mundial de fútbol sala en 1996, España perdió la final contra Brasil pero se abrió una época dorada donde se ganaron dos mundiales y se reinó durante muchos años en Europa con Javier Lozano, actual presidente de la LNFS, como seleccionador.
En 2008 Lozano pasó a desempeñar la labor de coordinar la Ciudad Deportiva del Real Madrid y su cargo llegó a manos de José Venancio López, de Bilbao, como Villar, aunque ya pasó por la selección como ayudante en 1997.
En el plano deportivo, con Venancio, España ha sido dos veces subcampeona del mundo (Brasil y Tailandia) y dos veces campeona de Europa (Hungría y Croacia) aunque queda ese mal sabor de boca del tercer puesto en el europeo de Bélgica en 2014.
Precisamente ese último torneo de Bélgica destapó la caja de los truenos en la RFEF respecto al fútbol sala. Un deporte que no daba guerra pero sí daba títulos, empezaba a dar más trabajo del esperado y ningún título. El último error grave de la RFEF en la gestión del fútbol sala es el del pasado mes de marzo. España jugaba un preeuropeo en Macedonia ante la anfitriona, Hungría y Suiza. A esa convocatoria estaba citado Sergio Lozano, jugador del Barcelona. Lozano sintió molestias en el primer partido, según él, los médicos le dijeron que tenía una contractura y, aún así, jugó el resto de partidos en los que España goleó.
El resultado, rotura fibrilar del recto anterior y una baja de dos meses largos que enfadó mucho al Barça. Su entrenador, Marc Carmona, cargó contra la Federación y el propio Venancio culpó veladamente a sus médicos. Mientras, el seleccionador pedía que la Copa de España, que organiza la LNFS, cambiase sus fechas para beneficiar la concentración de España. El jugador más valioso del fútbol sala nacional y el club más profesional del mundo se han visto gravemente perjudicados por una mala praxis de la RFEF que no se ha pronunciado sobre este asunto.
Un hito en la RFEF de Ángel María Villar que acumula enemigos por detrás y amigos por delante.
