Opinión

¡Ay el maldito virus!

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Han sido 365 días bajo la influencia de la emergencia sanitaria, con una pandemia que el próximo 11 de marzo, cumplirá dos años y a la que todavía no se le ve el final.

Las vacunas antiCOVID han permitido cierta vuelta a una normalidad atada al uso del cubrebocas, al gel hidroalcohólico, pero sujeta a una serie de restricciones de acceso a determinados espacios y con control de aforo, en la medida que los semáforos sanitarios han ido imponiéndose para frenar la expansión de los contagios por SARS-CoV-2.

Aquí en Europa, la gente ha debido acostumbrarse a los test PCR, de antígenos, al uso de los pasaportes sanitarios no solo para poder viajar a otro país, sino inclusive para ingresar a sitios de ocio, de restauración y para visitar residencias de mayores.  Y ahora vamos de vuelta a las restricciones y confinamientos como el decretado por Países Bajos hasta el próximo 14 de enero.

Algunos han ido más allá sancionando con despidos, suspensiones de trabajo o la imposibilidad de cobrar la nómina si el trabajador no está completamente vacunado. 

Así, países como Grecia, Italia, Reino Unido y Francia han sido los primeros en territorio europeo en llevar a cabo esta normativa aduciendo que el bien común está por encima de las libertades individuales; también hay una pugna contra el fuerte movimiento antivacunas que se ha visto acorralado por una muralla de sanciones si rehúsan a inmunizarse.

Inclusive, en otras partes del mundo, se ha instrumentado la utilización forzosa de la vacuna contra el coronavirus para todas las personas mayores de 18 años así sucede en: Indonesia, Tayikistán, Turkmenistán y El Vaticano.

Para 2022, otros países sobre todo europeos, también implementarán la obligatoriedad como lo anunció el Gobierno austríaco que encabeza el canciller interino Alexander Schallenberg: “A partir del próximo 10 de febrero será obligatoria la vacunación contra el coronavirus, por lo menos hasta 2024 y quien la rechace estará sujeto a multas de hasta 3.600 euros”.

A colación

Tampoco la desdeñan ni Italia, ni Alemania, en tanto que Grecia emitió una orden ejecutiva que entrará en vigor a partir del 16 de enero para todas las personas mayores de 60 años que, en caso de no tener las dosis completas, deberán pagar multas de 100 euros cada mes.

La pandemia se ha convertido en el gran enemigo a vencer, sin un origen determinado todavía por la comunidad científica, cierto consenso mayoritario se inclina hacia el origen zoonótico del virus.

Un coronavirus que se sospecha proviene de un murciélago que infectó a un huésped-intermediario mediano y que de éste saltó al ser humano. La misión de la Organización Mundial de la Salud (OMS) llegó a Wuhan, China el 14 de enero pasado y tras dos semanas de indagaciones controladas por Pekín, el equipo de científicos determinó que el SARS-CoV-2 no era producto del accidente de un laboratorio.

El científico Ben Embarek que acudió in situ con su equipo formado por colegas de diversas partes del mundo arribó con cuatro hipótesis bajo el brazo: “Partimos de varios supuestos como punto de origen del SARS-CoV-2, primero que fuese de origen zoonótico; segundo, una transmisión de un animal a otro animal huésped y de éste a un humano; tercero, un virus propagado por la cadena de frío de algunos alimentos congelados; y, por último, la posibilidad de un accidente de laboratorio”.

Tras sus pesquisas de cortísimo tiempo, la misión concluyó que el coronavirus no salió de un laboratorio, ni de forma accidental, ni de ninguna otra manera y el origen del contagio tampoco comenzó en el mercado de Huanan dado que el virus ya estaba circulando antes en otros puntos de la ciudad, pero nunca con anterioridad a diciembre.

No obstante, en agosto pasado, Embarek declaró a la televisión de su país, la cadena danesa TV2, que el contagio pudo suceder después de que un investigador dentro del laboratorio de Wuhan se infectase manipulando un coronavirus de murciélago.

Para China, el origen del virus es punto zanjado, el Gobierno del presidente Xi Jinping considera que otorgó todas las facilidades a la misión de la OMS y defiende que ni Wuhan, ni ninguna otra ciudad china, fueron la zona cero del coronavirus; el brote, según esta versión, inició en otro país y fue Wuhan la que detectó masivamente los casos.

El meollo es que ni se sabe todavía de dónde ha salido este patógeno maldito, ni podemos derrotarlo aún con la vacunación y vamos además para el mediano plazo con estos estires y aflojas… si bien nos va.