Opinión

¿Apostar por las redes sociales?

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Durante mi corta estancia en Londres, y en el marco de los encuentros que organiza un instituto especializado, tuve ocasión de conversar con algunos destacados líderes de opinión (periodistas, intelectuales, artistas y blogueros) de varias capitales occidentales (Washington, París y Londres) sobre las expectativas generalizadas de que el presidente Donald Trump resultase destituido o no permaneciera en su cargo, a raíz del fuerte debate que se abrió en los pasillos del Congreso y el Senado de los EEUU, en paralelo a las olas de manifestaciones desatadas en algunos estados pidiendo su destitución en el ecuador de su mandato presidencial. Aunque la mayoría de los presentes al encuentro confiaba en que Trump no iba a completar su mandato, soy de la opinión de que seguirá liderando EEUU hasta el final de su mandato, e incluso tendría fuertes posibilidades de ganar un segundo mandato, debido a tres razones que resumo a continuación:

  • Primera razón: Donald Trump es el primer presidente americano en cumplir casi por completo con su programa electoral, destacando sus promesas en política económica y social.
  • Segunda razón: El buen manejo de las redes sociales por parte de Trump.
  • Tercera razón: relacionada con el conflicto palestino-israelí, ya que en su momento saltó a la palestra el nuevo plan de paz americano para solucionar la crisis, que empezó con el traslado de la Embajada americana de Tel Aviv a Jerusalén como preludio para un proyecto global que iba a llamarse después el “Acuerdo del Siglo”.

Aunque la mayoría de la opinión pública no estadounidense fue influenciada por los medios de comunicación hostiles a Trump, que habían predicho el temprano final de su mandato en la Casa Blanca, lo que estaba sucediendo, sin embargo, dentro de las redes sociales, sugería que el hombre sabía manejarlas a su favor.

El manejo de las redes sociales puede haber sido precedida por un gran debate sobre el papel que éstas han tenido en la forma en que es elegido en su actual mandato. Rusia fue acusada de interferir en las elecciones, empleando redes sociales para apoyar la candidatura de Trump contra la candidata del Partido Demócrata Hillary Clinton, lo que llevó a varios comités del Congreso, así como a la Abogacía Federal Especial, a abrir investigaciones al respecto.

Tras ganar la batalla de las elecciones presidenciales de esta manera, Trump siguió utilizando las redes sociales, especialmente Twitter, como herramienta de comunicación diaria con el pueblo americano. Es igualmente a través de esta plataforma como transmite sus mensajes directos o encriptados a sus rivales y a sus amigos de dentro y fuera, ya que Trump se vale hasta de las redes sociales para comunicarse con algunos líderes mundiales. De esta forma ha logrado romper el ‘modus operandi’ de algunos mandatarios que muy rara vez utilizan directamente las redes sociales como una plataforma para divulgar sus logros o simplemente informar a los usuarios.

La labor de las estrategias de comunicación suele ser asignada a un equipo de profesionales expertos, pero Donald Trump siempre ha procurado, a lo largo de su mandato presidencial, usar de forma personal y directa y con la celeridad requerida estas redes virtuales, sobre todo Twitter, hasta el punto de que muchos seguidores y expertos en materia de comunicación digital consideran que el estilo de Trump le hace más mal que bien.

En mi opinión personal, es al revés: el estilo de Trump para comunicarse con el pueblo americano y con el resto del mundo le dio más fuerza si cabe tanto dentro como fuera del país, y es lo que me lleva a considerar que las probabilidades que tiene Trump de ser reelegido para un segundo mandato son muchas. Por una razón poderosa: su uso eficaz e inteligente de las redes sociales como herramienta de comunicación.

Todo ello nos coloca ante la esencial pregunta que ya he formulado tanto en artículos anteriores como en encuentros organizados por el Centro de Estudios e Investigación de Nueva Delhi, donde considero que los políticos de esta última década compiten con las grandes marcas comerciales y se convierten así en los que más usan las redes sociales como instrumento para controlar los centros de toma de decisiones. En este mismo orden de ideas, las redes sociales constituyen igualmente una herramienta clave para que los movimientos terroristas, con su amplia gama de organizaciones y grupos en todo el mundo, amplíen su presencia en línea para ejecutar sus planes destructores.

Este hecho refuta la creencia generalizada de que los pueblos son los que se benefician de los servicios de las redes sociales y de la amplia esfera de libertad de expresión y opinión que proporcionan. De ahí aparece la imperiosa necesidad para el mundo para establecer tanto unas referencias internacionales ‘onusianas’ para regular este espacio, al estilo de la Declaración Mundial de los Derechos Humanos o el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, como marcos legales y jurídicos que regulen el uso y manejo de estas redes sociales. 

Llama la atención el hecho de que el proceso de monitoreo de usuarios de las redes sociales revele el dominio absoluto de tres grupos sociales, si excluimos algunos servicios sociales y la facilidad con la que se dan a conocer algunas experiencias humanas:

Primer grupo: lo constituyen los movimientos terroristas, ya que toda su estrategia comunicativa y propagandística se desarrolla en el ciberespacio. En la red de internet, los grupos terroristas han encontrado un lugar ideal para producir, trasmitir y difundir sin censuras sus propios materiales llegando, al mismo tiempo, a un mayor público, hasta tal punto que, hoy en día, en todo el mundo, no hay persona que no conozca, por ejemplo, a Al-Qaeda o a la organización Daesh.

Segundo grupo: son las grandes marcas comerciales y las grandes empresas especializadas que han contribuido al descubrimiento de las redes sociales en tanto que herramienta que sirve para publicidad, aumentar notoriedad, generar imagen de marca, favorecer la fidelización, mejorar la comunicación y para consolidar la venta.

Tercer grupo: son los políticos que ejercen el poder para quienes las redes sociales se han convertido en una de las principales herramientas de marketing político en donde limpiar su imagen salpicada de graves violaciones de Derechos Humanos y en donde poder promulgar leyes que consagren su autoridad absoluta y limiten las libertades, como ocurre en varios Estados.

Último grupo: son los activistas en el campo de los derechos económicos, sociales y culturales, pero su número e influencia en las redes sociales sigue siendo muy débil.

Las dos preguntas que se imponen son: Tras convertirse el espacio virtual en una realidad palpable ¿quién es el principal beneficiario de su falta de control?

Tras convertirse las redes sociales en una plataforma eficaz para operar cambios radicales en política y economía ¿acaso pueden quienes las controlan cambiar jefes de Estado y gobiernos y desatar y extinguir guerras?