Opinión

¿Cómo debería Europa definir su abordaje hacia China? ¿Confrontación o cooperación?

photo_camera Xi Jinping, Charles Michel, Úrsula von der Leyen, Angela Merkel, Charles Michel

En la última década, el poder económico y la influencia política de China han aumentado de forma extraordinaria, lo que refleja la ambición del país de convertirse en una potencia mundial de primer orden. Esto supone un reto para el mundo occidental, y especialmente para la UE.

La creciente presencia de China alrededor del planeta se debe principalmente a su sistema económico centralizado, basado en un modelo de crecimiento impulsado por las exportaciones, y en su planificación a 50 años vista. Ahora, el objetivo de China es ser gradualmente autosuficiente, mientras que hace a otros países más dependientes de ella, convirtiendo así sus vínculos económicos externos en poder geopolítico. 

Esto tiene implicaciones negativas para los intereses y valores de la UE. En primer lugar, China está promoviendo y apoyando sistemas autoritarios como Venezuela y Corea del Norte, no sólo económicamente sino también exportando su sistema político, donando, por ejemplo, sistemas tecnológicos de control de la ciudadanía. En segundo lugar, China está debilitando el sistema multilateral, apoderándose de las organizaciones internacionales con el fin de servir sus intereses nacionales, como está ocurriendo en la OMS o en las Organizaciones Internacionales de Estandarización (en inglés, Standards Setting Organizations). Además, China está creando sus propias instituciones de desarrollo, bancos y trabajando continuamente en su Iniciativa de la Franja y la Ruta. Es decir, está creando su propio sistema internacional.  En tercer lugar, a través de sus costosas inversiones en energía, transporte, infraestructuras, minería y comunicaciones en todas las regiones del mundo, el Partido Comunista Chino está ganando influencia política para promover sus intereses. Por ejemplo, Costa Rica y Panamá han sido presionadas a romper sus relaciones diplomáticas con Taiwán, y ya no lo reconocen como Estado soberano. Además, China está aumentando gradualmente su influencia dentro de las fronteras de la UE, especialmente en los Balcanes occidentales. Por ejemplo, Montenegro pidió un préstamo a un banco chino para construir una autopista, y como no tiene capacidad para devolver el préstamo, Montenegro tendrá que ceder tierras como compensación. El objetivo chino es obtener Bar, el mayor puerto industrial de los Balcanes y una puerta de entrada a Europa central. Por último, la posición actual de China en la escena económica y política internacional le permite violar los derechos humanos sin repercusiones, como en los casos de la represión de los uigures y de Hong Kong. 

En este contexto, sería acertado establecer una relación basada en un doble enfoque: la cooperación en objetivos globales comunes - como la lucha contra el cambio climático, al tiempo que se defienden firmemente los intereses y valores democráticos y liberales europeos. Para ser efectivos, la UE tendrá que reforzar su alianza transatlántica y, en general, promover una alianza mundial de democracias para hablar con una sola voz ante China. Esto dará más poder para sancionar las violaciones de los derechos humanos y obligará a China a respetar las normas del sistema multilateral – sería bueno empezar denunciando las violaciones chinas a las normas de la OMC. Del mismo modo, la UE deberá coordinarse con el resto de las democracias para promover un modelo tecnológico basado en los derechos democráticos.   

Por último, creo que la UE debe establecer una cooperación con China basada en el enfoque de la "diplomacia blanda" (en inglés, Soft Power), desarrollando una mayor cooperación económica, cultural, científica y académica, que dará a la UE influencia en el país.