Opinión

¿Han vencido los talibanes a la Unión Europea?

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Mi idea era empezar estas líneas con una evocación del ejército británico del Indo abandonando Kabul en 1842, bajo los ataques incesantes de las tribus afganas hasta perder todos y cada uno de los 4.500 soldados y 12.000 civiles (sólo se salvó una persona) que formaban la caravana del general Elphinstone. Sin embargo, la tosca contundencia del alto representante de la Unión, Josep Borrell, deja mi punto de partida desoladoramente claro: «Los talibanes han ganado».

El jefe de la diplomacia europea se refería tal vez a la guerra que comenzó un 11 de septiembre con la destrucción de la Torres Gemelas en Nueva York. Podemos inferir de sus palabras que los derrotados son los Estados Unidos y también la OTAN, como brazo armado de la coalición internacional que los estadounidenses convocaron en su ayuda. Algunos de los países miembros de la OTAN son también Estados miembros de la Unión Europea. Pero la Unión Europea no es una alianza militar, como tampoco esta guerra es, para los europeos, una guerra convencional, cuyo resultado tenga consecuencias inmediatas sobre la independencia, los ciudadanos o la integridad territorial de los países aliados.

Así que es difícil concluir que la UE haya sido «vencida» en esta guerra. No obstante, el riesgo para la UE podría venir de "perder la paz", entendida esta como la situación que vendrá tras la toma de Kabul por los talibanes. Cuando se resuelva el problema de las evacuaciones del personal propio, los riesgos de la paz talibán para la UE podrían ser los siguientes:

Inmigración: Se teme un nuevo éxodo masivo de afganos, esta vez en dirección de Europa. La crisis siria ha dejado en evidencia la política migratoria de la Unión. Es muy difícil que los Estados miembros puedan soportar otra oleada migratoria y acepten nuevas cuotas de emigrantes. Por otra parte, Turquía ya ha avisado de que no aceptará más emigrantes en su suelo a cambio de dinero. Así, aparte de las tensiones que la crisis migratoria puede crear en los países de tránsito y ribereños de la UE, habrá que atenerse a las tensiones que surjan dentro de la Unión Europea con el reforzamiento de los movimientos populistas de derecha o de izquierda en función, respectivamente, de lo poco o muy rigurosa que sea la política común. No cabe descartar nuevas deserciones de Estados miembros por este motivo, que amenazarían la continuidad del proyecto europeo.

Terrorismo: Los talibanes se han apresurado a declarar que el país no servirá de base a grupos terroristas. Incluso si esta su voluntad, y no un relato de laboratorio para hacer más digerible el nuevo emirato fundamentalista, existe el problema inminente de las armas abandonadas por el ejército afgano. Se trata de miles de millones de euros en material militar, que va desde equipos de trasporte hasta fusiles automáticos e instrumental de visión nocturna, pasando por ¡helicópteros y drones! Aunque los expertos se consuelan diciendo que buena parte de este material quedará obsoleto con el paso del tiempo por falta de repuestos o de un mantenimiento adecuado, lo cierto es que activará el mercado negro y la posibilidad de que armas de infantería, más polivalentes, como los fusiles automáticos, subfusiles, pistolas o granadas de mano, caigan en manos de grupos y redes terroristas con la vista puesta en Europa. Un recrudecimiento del terrorismo en Europa, combinado con la fuerte presión migratoria, podría dar el golpe de gracia al espacio Schengen.

Reconocimiento del nuevo Emirato: ¿Se debe reconocer a un régimen, cuyos valores son radicalmente contrarios a los de la Unión Europea? No son pocos los que piden ya "realismo", aunque sólo sea para tratar de salvar los progresos realizados durante los veinte años de presencia occidental. Otros sugieren un compás de espera y no dificultar la estabilización del país con el fin de ejercer después alguna influencia. Pero, ¿de qué medios dispone la UE parar «orientar» la evolución del nuevo régimen hacia formas más soportables? Afganistán es muy dependiente de la ayuda extranjera y la UE es uno de los principales donantes internacionales en la región.

Las ayudas europeas son de dos tipos: la ayuda humanitaria, que en el caso de Afganistán se centra en la alimentación, la salud y la educación. El comisario europeo del ramo, Janez Lenarčič, ya ha anunciado que estas no se suspenderán. De hecho, una parte sustancial de esta ayuda humanitaria se ha estado entregando en zonas controladas por los talibanes. Las ayudas al desarrollo se dedican a la financiación de infraestructuras y proyectos para la mejora de las condiciones del país receptor.

Son más cuantiosas y prolongadas en el tiempo que las anteriores, pero están sujetas a «condicionalidad», término de la jerga europea que conocemos desde la reciente crisis económica. Si los talibanes están decididos a crear un país viable, las necesitarán y la UE tendrá la oportunidad de utilizar su «poder blando» para influir sobre el nuevo emirato. 

¿Una Europa menos fuerte en el mundo?: El objetivo europeo de promover un mundo basado en normas, sale desde luego dañado con el emirato talibán, pero también la capacidad de actuación de Europa en un tablero en que se sientan a jugar varias potencias nucleares (China, Pakistán, Rusia, a través de las repúblicas CEI fronterizas) o cuasi nucleares (Irán). Una zona del mundo, Asia Central que guarda además enormes recursos naturales.  Aunque algunos hayan lamentado públicamente la condescendencia de ciertos países con el nuevo emirato, la UE tendrá que sentarse a dialogar con China, Rusia e incluso Qatar, como brazo financiero del fundamentalismo islámico, si aspira a tener presencia en la región.

Seguridad y autonomía militar de Europa: No se entiende que, con la extensa red diplomática europea y la presencia militar sobre el terreno, no se haya podido anticipar el final desastroso de la Guerra contra el Terrorismo. Guerra que han dirigido los norteamericanos fundamentalmente (sin negar el interés que tenía para la UE, por los motivos que anteceden), quedando de manifiesto una vez más la necesidad de una seguridad autónoma europea en sus dos vertientes: militar e inteligencia. 

En un movimiento muy de política europea, el alto representante, Borrell, y el secretario general del Servicio Exterior de la UE, Stefano Sannino (ex embajador de Italia en España y socialista), han conseguido que nuestro país se convierta en el centro de «distribución» de los ex colaboradores afganos en Europa. A este acuerdo se han sumado los estadounidenses solicitando el uso de las bases de Morón y Rota con el mismo fin. Parece pues que van fluyendo las medidas de emergencia.  Por nuestra seguridad y por un orden mundial basado en normas y valores, en el que se pueda oír la voz de Europa han caído centenares de soldados de la UE En Afganistán. Corresponde ahora a los políticos y a la sociedad civil europea el coraje y la altura de miras para vencer la paz de los talibanes.