Opinión

¿Qué hizo Erdogan con la laicidad de Ataturk?

photo_camera Qué hizo Erdogan con la laicidad de Ataturk

La pregunta del título si bien es irónica, también tiene un carácter de estructuración que quisiera darle a este escrito. La Turquía que conocíamos, la de los valores comunes, la de la interreligiosidad, el diálogo interreligioso, la convivencia pacífica, se va diluyendo a medida que avanza el islamismo impuesto desde Gobierno del país, de la mano de Erdogan. 

La laicidad había servido durante años para darle alas y libertad a los ciudadanos, fuesen del credo que fuesen, simplemente por su ciudadanía y su posibilidad de escoger. Si bien la tradición religiosa turca es musulmana, (y aunque muchos malentiendan el “laicismo” como “ateísmo”, conceptos que distan mucho en significado y significante), la realidad es que el islam moderado, era el que brillaba por su presencia y al que, pese a las tradiciones culturales, más o menos arcaicas, no le impedía convivir en armonía con el resto de no musulmanes. 

Un estado laico es neutro con respecto a la religión siempre dentro de unos marcos legales claro, por lo tanto, no existen ninguna clase de injerencia por la parte del Estado en un islam moderado y pacífico, que no esté afiliado al islamismo como doctrina política. 

La laicidad no es una guerra ideológica contra el islam (por más que la fructífera propaganda de los partidos y grupos islamistas así lo hayan intentado promover), ampara y protege esa libertad de credo, de conciencia, de espiritualidad que tan atada tienen a su identidad muchos ciudadanos, y que pese a ser minoría en muchos casos, tienen derecho a existir y a vivir en libertad expresando aquello en lo que creen o su no creencia.   

La ambición de los gobiernos islamistas en imponer normas y leyes de origen islámicas, no son más que una coacción implícita hacia los ciudadanos para encaminarse hacia una determinada vertiente de ideales, aquellos en los que se excluye a todos los que no creen en primer lugar en la religiosidad como medio de un gobierno para imponer el orden y, en segundo lugar, aquellos que no comparten el credo mayoritario pese a haber nacido en este caso musulmanes.

Qué hizo Erdogan con la laicidad de Ataturk

Lo más triste de este proceso de destrucción de un sistema que beneficiaba a toda la sociedad con creces es que la laicidad no se improvisa y nace de un largo proceso de educación, concienciación y formación que nada tiene que ver con el adoctrinamiento, pero que otorga a los ciudadanos las herramientas suficientes para ser libres en un “Estado laico”. Una vez acabado este proceso es fundamental poner en funcionamiento las institucionales y las normas que implican este nuevo “régimen jurídico” por supuesto laico. 

Para países como Marruecos, Turquía ha sido un gran referente para los intelectuales laicos. En primer lugar, con la figura de Mustafa Kemal o Atarturk (1881-1938) fundador de la república laica, militar de formación, llevó a cabo una revolución en unos pocos años en Turquía. El 4 de noviembre de 1922 hizo votar la abolición del sultanato a través de la Gran Asamblea Nacional (GAN). El 29 de octubre de 1923, proclamó la república en la que fue nombrado presidente. El 3 de marzo de 1924 la GAN confirmó la abolición del Khalifat, así, el mismo año, se abolieron todos los tribunales religiosos islámicos y fueron sustituidos por jurisdicciones de carácter puramente civil. El 30 de abril de 1924, se adoptó una constitución laica y en 1925 el matrimonio dejó de ser religioso y pasó a ser civil, otorgando la posibilidad de matrimonios de personas de diferentes credos, que antes no era posible, también se abolió la poligamia y finalmente en 1934 las mujeres turcas tuvieron acceso al voto. 

Podemos resumir la revolución que llevó a cabo Ataturk como una reforma completamente necesaria para que los derechos civiles, sociales, así como los principios de igualdad comenzaran a ser una realidad tangible, y no estuviesen nunca detrás de ningún principio religioso. Y ello no impidió que fuese el mismo quien tras todas estas reformas decidió financiar los imanes y las mezquitas, a cambio de controlarlas para evitar extremismos que atentasen contra el principio de laicidad del Estado. 

Sin embargo, tras ese legado revolucionario en derechos y libertades, y pese a las diferentes revueltas religiosas entre 1925 y 1930, el sistema civil y laico se mantuvo hasta el año 2002, cuando un partido islamista decidió dominar el escenario público sin respeto alguno por el pluralismo político, lo que explica con creces el nulo respeto con el que trata y persigue las libertades públicas, arrasando con la separación de lo religioso y lo político. 

Si bien no se ha declarado una República Islámica, como ocurrió en los años 70 tras la revolución iraní, (en la que nadie hubiese apostado porque fuese a islamizar de manera tan opresora a la población), que se cobró muchas vidas de personas que defendían la libertad de conciencia y dejó dramas como las violaciones en las cárceles a mujeres cristianas y de otras confesiones por el matrimonio de horas (permitido en la tradición chiita) tras obligarlas a convertirse al islam chiita, no debemos por lo tanto percibir el islamismo gubernamental como un simple farol. 

La reislamización de la Basílica de Santa Sofía, no es más que una muestra, junto con las múltiples represiones a periodistas, persecución a kurdos, etc. ... que nos adelanta el rumbo que está cogiendo el país del Bósforo, si no lo ha cogido ya.

La islamización impuesta no responde a la voluntad de la mayoría de musulmanes moderados turcos, pero sí a la voluntad de ganar más poder, a la ambición de conquistar más terreno dentro del “antiguo país de la tolerancia”, en nombre de un islamismo que no sólo no protege, sino que separa día tras días a miles de personas, obligándolas a enfrentarse.