¿Sirve la experiencia alemana para España?

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Considerando la actual crisis socioeconómica que atraviesa nuestro país, con una letanía interminable de familias marginadas por el paro y la pobreza 

Considerando la existencia de amplias desigualdades sociales, agravadas por las prerrogativas a menudo incoherentes de Comunidades autónomas, comarcas y territorios, que chocan con la planificación estatal y la igualdad de todos los españoles 

Considerando la necesidad de poner en marcha un plan de recuperación económica y laboral, para responder a las aspiraciones de millones de jóvenes que entran cada año en el mercado de trabajo. 

Considerando la necesidad de hacer frente a las exigencias de un mundo globalizado y al entorno geográfico de España, que presenta a menudo intereses diferentes, complementarios, pero también contradictorios, con los intereses de España 

Considerando la actual situación internacional que impone imperativos vinculados a los compromisos y acuerdos suscritos por España 

Considerando la crisis que se vive en las instituciones europeas, trasatlánticas y mundiales, y los desafíos a la convivencia internacional y a los valores que unen a los pueblos en democracia, libertad y dignidad 

Y conforme a los valores heredados de la Transición Política española e inscritos en el ADN del pueblo español 

Las corrientes políticas mayoritarias en el escenario nacional, socialistas y populares, han decidido establecer una alianza para formar un Gobierno de Consenso nacional, por un periodo transitorio, vertebrado entre el PSOE y el PP, a fin de hacer frente a la coyuntura actual y garantizar la paz y el progreso de los pueblos de España.  

Esta declaración podría muy bien adaptarse a la realidad socio-política española en los momentos actuales. Aunque se pueda considerar como política-ficción, corresponde a un escenario posible. No sería la primera vez que, en un país europeo, frente a una crisis global y profunda, se pone en marcha un Gobierno de consenso nacional. Ya ha visto la luz anteriormente en Italia, en Suecia y en Alemania, y en cierto modo en Francia durante los periodos llamados de la cohabitación. 

Este escenario político en España tendría sus ventajas e inconvenientes. Entre las primeras hay que citar la puesta en marcha de una política destinada al crecimiento económico y social, a responder a las necesidades de los jóvenes, a mitigar el deterioro territorial generado por movimientos centrífugos, independentistas o autonomistas radicales, que cuestionan la unidad de España. Los inconvenientes, o mas bien las trabas, vendrán de los propios partidos llamados a formar la gran coalición, que deberán superar los intereses clientelares, las rémoras de los grupos internos, y las interferencias de facciones externas a los mismos, procedentes de los poderes fácticos, empresarios, banca, iglesias o logias masónicas.  

Una propuesta de esta naturaleza, si se sometiese a su aprobación pública, contaría con no menos de un 70 por ciento de apoyo popular, marginando de hecho los partidos y organizaciones contrarios a la cohesión nacional, a la convivencia y al interés de la ciudadanía. 

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