Opinión

África, un sorprendente alumno de la globalización

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El pasado 30 de mayo de 2019 entraba en vigor el Acuerdo de Libre Comercio Continental Africano y, por tanto, la creación de la mayor área de libre comercio del mundo hasta ese momento, una apuesta real por la integración económica del continente africano. Un sueño de integración continental africana que toma forma en la cumbre de la Unión Africana celebrada en Kigali en 2018. La materialización de este gran proyecto africano supera al conjunto de iniciativas de integración regionales africanas como son la Unión del Magreb Árabe, hasta la Comunidad Económica de los Estados de África Occidental, pasando por la Comunidad de Estados de África del Oeste, o la propia Comunidad de Desarrollo del África Austral, y se sitúa en la línea de proyectos de integración existentes en otros puntos del planeta, como pueda ser el caso de la UE, aunque en el ejemplo europeo existen otros procesos de integración dentro del mismo proyecto, o la reciente formación del área comercial Asia-Pacífico denominada Asociación Económica Integral Regional. Este proceso es la expresión de una incontestable realidad, la aparición de un espacio integrador de carácter africano dentro del proceso de globalización, en los ámbitos económico, comercial y financiero, pero también de una propuesta africana en la globalización. En consonancia con esta aspiración integradora, en África se está desarrollando el proceso de ratificación del Protocolo de Libre Circulación de Personas que aspira a un escenario continental de libre movimiento de los africanos.

Este ejemplo al igual que otros ¿expresa bien a las claras la necesidad, el interés e impulso africano por su definitiva inserción en los procesos de globalización, a través de su propia integración continental? Especialmente teniendo muy presente que la globalización como proceso de interacción, integración, universalización normativa, instantaneidad, de redes con grandes interacciones entre sus diversos nodos —entre otros aspectos—, no ha contado con el continente africano como sujeto activo desde su creación hasta estos momentos.

El presente texto, sin perder de vista los claroscuros, se acerca al análisis de algunas claves sobre la transformación africana, a través de la disrupción digital, el papel del factor económico y la puesta en marcha de agendas africanas para africanos y vinculadas con la globalización, aspectos que pueden acercarnos a una mejor compresión de la transformación de África.

Un continente con serios problemas

En este primer apartado, no quiero dejar de esbozar algunas realidades que pueden resultar ya de por sí conocidas, pero que nos permiten acercarnos a un continente con 55 Estados y cuyo espacio abarca 30,7 millones de km2 de lo que es en sí un espacio humano complejo, no determinado por una tipo de visiones simplistas del mismo del que Jesús A. Núñez Villaverde1 nos señala algunos rasgos de la gran potencialidad africana al afirmar que «en África se localiza el 97 % de las reservas mundiales de cromo, el 80 % de las de coltán, el 50 % de las de cobalto, el 41 % de las de vanadio… y la lista aún podría seguir con otras tantas materias primas de indudable valor en los mercados internacionales. Una sólida base para el desarrollo que se suma, por supuesto, un impresionante capital humano derivado de una diversidad social, étnica, lingüística (más de 1500 idiomas) y religiosa… que, orientado en un sentido positivo, no solo le posibilita un futuro digno, sino que lo convierte en un importantísimo contribuyente al desarrollo del planeta en todos sus órdenes».

Pero hay aspectos sombríos, desde los años 60 donde las tasas oficiales reflejaban un 4,6 %, en la actual realidad y tras un crisis financiera de 2008 y con las consecuencias que tendrá la actual crisis pandémica de la COVID-19, los pronósticos del Banco Mundial2 reflejan inestabilidad macroeconómica, decrecimientos en las zonas de la Unión Económica y Monetaria de África Occidental y la Comunidad de África Central, fuerte contracción del sector turístico, así como de aquellos países que dependen de la exportación de recursos extractivos, «Con desafíos tan importantes, se proyecta un reducción del crecimiento económico de 2,4 % en 2019 a entre —2,1 % y 5,1 % en 2020, desencadenándose la primera recesión en la región en 25 años»3. Junto a esta cuestión, es la relativa a la pobreza que, con seguridad, volverá a ser una realidad incontestable, una vez que la pandemia pase a un segundo lugar, una pobreza que hasta ahora parecía reducirse y que ante las consecuencias de la crisis sanitaria y del empuje demográfico pueden ser factores que determinen un fuerte incremento. Cabe recordar que el Banco Mundial4 señala que, en el 2030, el 90 % de la población que viva por debajo del umbral de la pobreza será africana.

Otro escenario de grises intensos, en algunos casos más cercanos al negro, es el referente a la seguridad y conflicto, a través de los diferentes informes y trabajos llevados a cabo por diversas organizaciones internacionales, el conjunto de estos refleja que el continente africano sigue siendo un espacio de gran inestabilidad. La Escuela de Cultura de Paz señala, en su informe Alerta 20205, que cerca de los 34 conflictos armados existentes en el mundo, 16 de ellos se sitúan en África, siendo además gran parte de los conflictos de mayor gravedad: Camerún (Ambazonia/North West y South West), Libia, Mali, región del Lago Chad (Boko Haram), región del Sahel Occidental, Somalia, Sudán del Sur. A su vez, el informe señala que, durante 2019, se identificaron 94 escenarios de tensión a nivel mundial, siendo de nuevo África el continente con mayor número de casos, 36.

Junto a esta terrible realidad, la propia existencia y estabilidad de algunos regímenes africanos basados en la necesidad de reforzar el pilar en seguridad militar, frente a una evidente despreocupación en consignar parte de este crecimiento a las necesidades básicas de sus sociedades, unido a los conflictos abiertos y ciclos de violencia existentes, hacen que el continente africano esté adquiriendo un importante papel como cliente en el mercado global de las armas6. Un ejemplo es el caso de Rusia7 quien, en 2019, fue capaz de vender alrededor de 4000 millones de dólares y, además, consiguió nuevos encargos en materia militar cuyo valor estimado rondaba los 14 000 millones de dólares para África.

Este apartado concluye con los desafíos que, según Jesús A. Núñez Valverde8, tiene por delante el continente africano:

  • Empoderamiento local africano.
  • Buen gobierno, que apueste por una mejora de las democracias, niveles de bienestar y seguridad aceptables a los ciudadanos africanos, sin olvidar la reducción de los niveles de corrupción existentes.
  • Desarrollo de las infraestructuras básicas, no solo las relativas a la educación, sanidad, viarias, sino también aquellas que se están generando con la explosión digital.
  • Potenciación del sector productivo, por el que las economías africanas dejen de ser monocultivos y simplemente sean exportadoras de materias primas a otros modelos de economía que permita una propia identidad económica y financiera.
  • Desarrollo de capital humano cualificado que permita una mejora de los estándares educativos, de empoderamiento de las sociedades y de modificación de las realidades sociales y económicas.
  • La gestión del crecimiento demográfico. Se estima que para 2100 habrá cerca de 4500 millones de africano, un 40 % de la población mundial.
  • Mejorar las capacidades para hacer frente a las crisis humanitarias derivadas de conflictos, así como de otras realidades como pudieran ser los desastres naturales, el impacto del cambio climático.
África, un continente de oportunidades para un escenario global

Este documento podría extenderse en típico relato simplista y desangelado del continente africano, pero no es objetivo de este, y sí reflejar las realidades emergentes existentes. Para ello, pretendo desarrollar varios escenarios que puedan ayudar a una mejor comprensión de la realidad africana.

¿Disrupción digital africana?

Kai-Fuu Lee9 descifra la singularidad disruptiva digital de China cuando expresa «Pero, hacia 2013, el Internet chino cambió el rumbo. Ya no iba a la zaga del Internet occidental en funcionalidad, aunque tampoco había superado a Silicon Valley en sus propios términos. En cambio, se estaba transformando en un universo alternativo de Internet, un espacio con sus propias materias primas, sistemas planetarios y leyes de física»10. Esta realidad que emerge en el país asiático suponía que había llegado el momento de generar su propia identidad digital, su propio mercado y comunidad de proximidad geográfica digital, que a la postre permitiera ser un motor básico para China, en su empuje dentro de los nuevos escenarios de sociedades globalizadas y digitalizadas.

¿Cabe pensar que África ha iniciado este camino? A principios del año 2000, África contaba con dos teléfonos por cada 100 habitantes, en realidad el continente era un espacio yermo. Sin embargo, desde los inicios del siglo XXI, los datos de los que disponemos en penetración de las redes GSM, uso de los teléfonos y aplicaciones móviles han llegado a más del 1000 % de crecimiento. Samir Addelkrim explica que África ha pasado de ser un usuario disciplinado de tecnología extranjera, a ser protagonista de la puesta en marcha de la denominada, según él, «innovación orgánica» que se caracteriza por ser «espontánea por impredecible y, al mismo tiempo, rápida porque la innovación digital y orgánica surge de la base, el terreno y la gente. Aparece para resolver problemas y aportar soluciones e implementar mejoras. Es un modelo en el cual las múltiples limitaciones ya no son un problema, sino la puerta de entrada a las innovaciones más disruptivas de la historia»11. Las tasas de penetración de internet en el continente reducen cada vez más la denominada brecha digital, en todo un conjunto de sociedades muy jóvenes que están sabiendo aprovechar las posibilidades digitales para dar solución a sus problemas y, no perder el tren del desarrollo digital global.

Tres conjuntos de tecnologías que pueden tener un gran impacto en el avance disruptivo digital del continente son las denominadas ciudades inteligentes para un espacio africano cada vez más urbanizado, el impacto del internet de las cosas, y como no los sistemas satelitales de órbita terrestre baja. Cabe no olvidar que África en estos momentos comienza a ser un espacio maduro de las tecnologías a nivel local y que el gasto en Tecnologías de la Información sigue en aumento. En este marco africano aparecen ejemplos de dicho florecimiento digital, como son los ejemplos de Sudáfrica, isla Mauricio y su denominada Ebene Cybercity, la creación del primer centro de investigación en Inteligencia Artificial en Ghana, así como los centros y polos de actividad digitales situados en Accra, Nairobi, Lagos, Cotonú y Casablanca, entre otros.

Esta cada vez más extraordinaria actividad supera con creces ya no solo la búsqueda de dar soluciones a los problemas africanos, lo que demuestra bien a las claras que la combinación acceso a los instrumentos digitales y población con capacidad de empuje es sinónimo de identidad digital y voluntad de inserción global, no solo como consumidores natos sino también como generadores de propuestas y recursos.

El pilar económico, ¿afropesimismo o afrooptimismo?

La realidad africana está en absoluta transformación, de manera y forma vertiginosa, el continente resulta ser un mercado atractivo de inversión extranjera desde la crisis de 2008, las proyecciones de numerosas instituciones subrayan que cada vez más, las naciones africanas comienzan a situarse en la parte alta de la tabla de desarrollo y crecimiento económicos.

Una realidad que viene acompañada por un mayor acceso a capitales extranjeros, las capacidades de iniciativa y puesta en marcha de proyectos empresariales se multiplican, el incuestionable empuje de unas sociedades jóvenes y dinámicas, un incremento del factor de la urbanización, la existencia de espacios de emprendimientos locales cada vez más maduros. Un continente que además no pierde de vista los procesos de globalización, intentado dejar de ser un simplemente proveedor de materias primas y un espacio mayoritariamente de economías poco diversificadas.

Bien es verdad que para ello China y su proyección estratégica en el continente africano está resultando ser de gran ayuda, de acuerdo con el departamento de Asuntos Africanos del Ministerio de Asuntos Exteriores de China12, el comercio anual entre este país y el continente africano ha pasado en cuatro décadas de representar poco más de 765 millones de dólares a superar ampliamente los 170 000 millones de dólares, es decir, 200 veces más. Pero, es importante no olvidar, que esta presencia asiática ha generado que otros competidores como es UE y EE. UU. hayan redoblado sus esfuerzos inversores en el continente africano.

Sin embargo, frente a una visión afrooptimista, la mayor parte de los países africanos en sus crecimientos económicos, sus puntos de salida se están llevando a cabo desde unas cuotas de desarrollo muy bajas, en algunos casos desde realidades que germinan de la inestabilidad, del postconflicto, o de situaciones de extrema violencia.

También este pujante crecimiento plantea los primeros desafíos de gran calado, por un lado el empuje económico sigue centrado en dedicar parte de estos beneficios económicos a lograr objetivos básicos de desarrollo humano, en focalizarse dentro de un ámbito local y nacional, falto de una mayor conexión regional, de una mayor presencia en los mercados globales; y por otra parte, el difícil equilibrio entre crecimiento económico, el uso que los réditos del desarrollo económico llevan a cabo algunos regímenes africanos, y, sus sociedades que frente al uso de los mismos están iniciando ciclos de reivindicación para una nueva institucionalidad y gobernanza de sus respectivos países sobre la base del crecimiento económico.

Kingsley Maghalu13 plantea «África necesita un modelo de crecimiento endógeno en el que los cimientos sean los bienes manufacturados para sus propios mercados, a partir de esa base se extienda a nivel regional y que luego el continente se convierta… en una potencia económica». Es posible que el continente esté en la primera parte de todo este proceso con un afloramiento de sociedades africanas cada vez más dinámicas que ya no sienten el peso de su historia y los fracasos pasados como una losa que no les permita avanzar en una mejor adaptación del binomio crecimiento económico y desarrollo social- político; por ello la propuesta de un espacio integrador económico africano de 2019 como es el Acuerdo de Libre Comercio Continental Africano responde a las nuevas dinámicas y esperanzas ya emergentes en el continente.

Una voz propia africana: Agenda 2063

Dar sentido a una comunidad tan heterogénea como es la africana a través de un diálogo transversal en ámbitos como el social, político, cultural, identitario, económico, entre otros; las horas de esfuerzo por aclarar cuáles son los objetivos así como la definición –—siempre complicada— de dicha comunidad, el propósito de la acción conjunta y los fines que se buscan, junto al siempre difícil equilibrio entre los intereses y los anhelos existentes, conforman en gran medida la argamasa de una agenda continental que permite dar respuesta a los desafíos domésticos, regionales y de continente, pero también la posible maduración de una visión africana sobre cómo debe desarrollarse la globalización.

Para ello, y a diferencia de otros ejemplos en los que la globalización ha servido para potenciar e insertar a determinadas sociedades y economías, África sopesa —ante los retos de conflictos abiertos, ciclos de violencias que no cesan, pobreza, inestabilidad institucional, bajos niveles de desarrollo humano, corrupción, entre otras duras realidades— los pasos necesarios para alcanzar e implementar una agenda africana en la globalización, y en qué sectores de interés de este mundo global puede sentirse más activa y capaz de influir y ser altavoz de la misma. Un primer escalón es la aprobación de la denominada agenda 206314, una idea estratégica desarrollada por la Unión Africana, adoptado en la 24ª Asamblea Ordinaria de jefes de Estado y Gobierno de la UA que se celebró en Addis Abeba, y donde aparecen todo un conjunto de proyectos que integran la complejidad continental con las ansias de integración global en sectores de la economías, del ámbito digital, en la promoción de aspectos de la identidad africana por los africanos, de los que cabe destacar:

  • Una red de trenes de alta velocidad que conecte todas las capitales y los centros comerciales de África.
  • La formulación de una estrategia para transformar la economía de África, para que pase de ser un mero proveedor de materias primas a utilizar activamente sus propios recursos.
  • El establecimiento de un Área Continental Africana de Libre Comercio.
  • La introducción del pasaporte de la Unión Africana y la eliminación de todos los requisitos de visado para sus titulares dentro de África.
  • La finalización de todas las guerras, conflictos civiles, violencia de género y conflictos violentos para 2020.
  • El establecimiento de un mercado único africano del transporte aéreo.
  • El establecimiento de un conjunto de instituciones financieras, concebidas como un Banco Africano de Inversiones, una Bolsa de Valores Panafricana, un Fondo Monetario Africano y un Banco Central Africano.
  • Una red panafricana de datos digitales y servicios en línea.
  • El desarrollo de una estrategia africana común para el uso de la tecnología espacial.
  • El establecimiento de una universidad africana abierta, digital y de educación a distancia.
  • La fundación de un Gran Museo Africano, preservando el patrimonio cultural africano y promoviendo el panafricanismo.
  • La compilación de una Encyclopaedia Africana como recurso autorizado sobre la verdadera historia de África y de la vida en África.

Esta agenda no quiere ser un documento más, otro anhelo que se marchita, se entiende este como un proyecto de integración profunda del continente, no como una acción aislada que pueda perderse en la oscuridad de la historia, plantea objetivos medibles y que, a través de un seguimiento exhaustivo, pueden permitir los propósitos que la agenda establece, es decir, no solo se proponen objetivos, sino que se cumplen y no olvidan o se apartan de la realidad africana. Es una agenda africana para los africanos, donde se busca profundizar en interacciones y estrategias que minimicen el peso de otros actores externos muy determinantes en la reciente historia del continente. Por tanto, en la creación de las adecuadas condiciones de crecimiento, desarrollo desde la visión africana, en la capacidad en aprovechar los aspectos positivos de los flujos de ideas, personas y productos que hoy día interactúan con una gran intensidad, junto a la decisión y voluntad políticas para profundizar en la integración africana como principal herramienta frente a los retos internos y a su reconocimiento como un sujeto activo en la globalización.

Conclusiones

¿África ha comenzado a apostar por una senda de desarrollo y crecimiento que va más allá del simplemente económico, que le permita ser un foco activo en la globalización?

¿o más bien su empuje va a resultar otro intento fallido? La inusitada capacidad de emprendimiento local que supera con mucho a lo hasta ahora conocido, la agilidad y transformación de estas sociedades africanas, con una demografía donde el peso de los sectores más jóvenes es cada vez mayor, el cada vez más activo papel de las ciudades, los ejemplos de apertura política y social de regímenes africanos, una mayor presencia de la mujer en la gobernanza africana —caso de Ruanda—, la movilidad y proyección de los estudiantes africanos no solo en el espacio de sus antiguas metrópolis coloniales, sino también en otras países como es el ejemplo chino, así como otros aspectos de la nueva realidad africana parecen dar señal de que en esta ocasión existe un claro avance a la transformación y el cambio; y en saber aprovechar las lecciones de los procesos de globalización. También es verdad que los efectos negativos de esta globalización afectan muy directamente al continente al ser un espacio donde llegan los desechos industriales de la transformación en verde de otros, la realidad de la brecha digital, los nuevos conflictos que se despliegan bajo la llama lucha contra el terrorismo, y las dificultades de avances democráticos y de apertura de algunos regímenes no aceptan en sus sociedades las «nuevas oportunidades».

Por ello, la Agenda africana 2063 representa un elemento clave de transformación: desarrollo económico, plena inserción de la sociedad digital, plena movilidad de los africanos, de sus ideas y productos que permitan que poco a poco se genere una experiencia real y no hipotética de África, el retroceso en los espacios de conflictos y violencias existentes (algo complicado) y sobre todo el desarrollo de una identidad africana donde puedan quedar reflejados los matices de este rico espacio de la humanidad, tanto dentro del continente como de cara a su presencia global, un relato alternativo a la dominancia global euro céntrica y asiática que tal vez pase de ser un sueño a una realidad constatable como factor activo de la globalización.

Dejar de no ser y no estar a ser y estar en un mundo cada vez más interconectado y global en el que la construcción de los proyectos cuente con este continente y con sus posibilidades de presente y futuro.

Fernando Martín CubelMáster en Relaciones Internacionales/ Miembro de la Fundación SIP Zaragoza.

BIBLIOGRAFÍA Y NOTAS A PIE DE PÁGINA
  1. NÚÑEZ VILLAVERDE, Jesús A. “África, una visión geopolítica entre la inquietud y la esperanza. África hoy, oportunidad o amenaza”, Fundación SIP. 492. Mira Editores. Zaragoza, pp. 71-72.
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  3. Banco Mundial. África panorama general. Disponible en: https://www.bancomundial.org/es/region/afr/overview Fecha de consulta 16.11.2020
  4. NÚÑEZ VILLAVERDE, Jesús A. Op. Cit, p. 73.
  5. Escuela de Cultura de Paz. “Alerta 2020”. Disponible en: https://escolapau.uab.cat/img/programas/alerta/alerta/20/resumene.pdf Fecha de consulta 16.11.2020
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  8. NÚÑEZ VILLAVERDE, Jesús A. Op. Cit, pp. 82-90.
  9. LEE, Kai-Fuu. Superpotencias de la Inteligencia Artificial. China, Silicon Valley y el nuevo orden mundial. 304. Editorial Planeta. Deusto. 2020, p. 123.
  10. LEE, Kai-Fuu. Op. Cit, p. 77.
  11. ADDELKRIM, Samir. “Lo digital. Disrupción africana total”, África el continente del futuro, La Vanguardia dossier. Nº 74,Barcelona. 2019, p. 79.
  12. ICEX. Cifras record en el comercio entre China y África. Disponible en: https://www.icex.es/icex/es/Navegacion-zona-contacto/revista-el- exportador/noticias/NEW2018797074.html Fecha de consulta 21.11.2020
  13. MOGHALU, Kingsley. “La paradoja de la globalización, el relato del crecimiento económico”, África el continente del futuro, La Vanguardia dossier. Nº 74, Barcelona. 2019, pp.61-62.
  14. Agenda 2016: The Africa we want. Disponible en: https://au.int/en/agenda2063/overview Fecha de consulta 21.11.2020