Arabia Saudita: revolución silenciosa

Anwar Zibaoui

Pie de foto: El rey Salman bin Abdulaziz

Arabia Saudita anunció el 25 de abril su tan esperada visión económica, un plan que esboza las grandes reformas para reducir su dependencia de los hidrocarburos y establece la agenda social para los próximos 15 años. El plan, que llega con 10 años de retraso, se basa en posicionar el reino como una de las grandes potencias regionales favorecida por su capacidad de inversión masiva y su ubicación estratégica. El Príncipe Mohammed, el  joven y nuevo  hombre fuerte que dirige la agenda económica  reveló que 'Arabia Visión 2030' pretende  transformar el país y situarlo entre los inversores globales y diversificar su economía lejos del crudo en 2020.

La nueva hoja de ruta esboza una estrategia para una economía post petrolera, que incluye mayor participación del sector privado, reducir el gasto público, impulsar cambios para diversificar los ingresos en lugar de una total dependencia de un solo producto como es el petróleo mediante la introducción de impuestos, una revisión de los subsidios y la limitación de los salarios del sector público, o  privatizar una serie de sectores y actividades económicas.

Y lo más importante, vender una participación del 5% de Aramco, la mayor empresa petrolera del mundo, y con los ingresos obtenidos que podrían alcanzar los 2 billones de dólares crear el fondo soberana más grande del mundo. Trata de cambiar el país y pensar de forma diferente. No será una tarea fácil, pero los jóvenes dirigentes entienden los desafíos que tiene la economía y lo que está por venir.

La Visión 2030 ha tranquilizado el mercado al presentar un plan para reducir la vulnerabilidad de la crisis del petróleo y crear un instrumento para la rendición de cuentas. Pero la implementación de este ambicioso programa necesitará un amplio apoyo de los diferentes segmentos de la sociedad, y los cambios estructurales requieren decisiones significativas de largo alcance. Estos factores serán determinantes para el éxito.

El cambio económico y social también requerirá una recalibración completa de la relación entre la ciudadanía y el Estado. El alarmante aumento de Daesh es una advertencia de las consecuencias de no contar con la gente especialmente los jóvenes. Tendrán que repensar los métodos tradicionales de consulta y  encontrar una manera de acomodar las preocupaciones de una generación con una mentalidad independiente y más exigente de sus mayores.

La población saudí es de 24 millones, el 70% tiene menos de 30 años, y el 37% menos de 14 años y llegará a 40 millones a finales de 2030. Las expectativas de vida de los jóvenes están cambiando rápidamente por la exposición a las redes sociales, alimentando una creciente desconexión entre ellos y la vieja élite gobernante. Mientras los grupos extremistas intentan explotar este abismo así, sin un proyecto de desarrollo, las autoridades no serán capaces de  cumplir con las expectativas de sus ciudadanos.

La economía tendrá que acomodar un número creciente de personas que buscan empleo. Necesita crear 4 millones de empleos en los próximos años para absorber los nuevos entrantes en el mercado laboral. La caída de los ingresos ha agravado las altas reservas de Arabia Saudita alrededor de 650 mil millones de dólares. Su deuda representa sólo el 5% del PIB, pero el déficit presupuestario se ubica en el 15% de la riqueza nacional, y el gasto militar crece del 7% del PIB en 2012 al 10% en 2015. El tamaño de la economía saudí se ha cuadruplicado durante los últimos 10 años, ocupando el lugar 19 a nivel mundial, el tercero en reservas de activos exteriores del mundo. Es la mayor economía de la región con el 25% de participación en el PIB total.

Arabia Saudita vive una revolución silenciosa, fruto de una profunda reflexión interna y grandes convulsiones empujadas por una situación regional explosiva. El impacto de la caída de los precios del petróleo, y el cambio de bando de sus históricos aliados internacionales les ha despertado y el reino se ha embarcado en varias batallas: una contienda peligrosa con Irán, la guerra en Yemen y la batalla estratégica con los proyectos de extracción de petróleo de esquisto. Además trata de competir con Rusia en el mercado europeo.

De momento el plan solo afecta a la economía y no al sistema político, muy cuestionado a nivel internacional. Es importante que el reino no pretenda cambiar todo para que nada cambie.

La Visión 2030 puede tener éxito y una mayor influencia regional, pero no puede soslayar que tiene en su casa algunos problemas difíciles que debe abordar como la demanda interna de reformas, los derechos básicos, los derechos de la mujer y la democracia que serán claves para predecir el futuro. Con independencia del resultado, el desafío a largo plazo no va a desaparecer. El éxito en Arabia Saudita ayudará a otros países árabes y musulmanes a  mover fichas  hacia adelante.

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