Barbados destrona a la reina Isabel

Queen Elizabeth II

Hacía casi treinta años, desde que lo hiciera Mauricio en 1992, que una antigua colonia británica no rompía los lazos con la Corona Imperial británica. Lo ha hecho Barbados, que este 30 de noviembre deja de tener a la reina Isabel II como jefe de Estado, convirtiéndose en una República, que estará presidida por la exgobernadora general, Sandra Mason, una veterana jurista de 73 años de edad. 

La paradisíaca isla caribeña de Barbados era la más antigua colonia del Imperio Británico, que la ocupó y gobernó ininterrumpidamente desde 1627 a 1966. El 30 de noviembre de ese último año Barbados proclamó su independencia, rubricada ahora con esta simbólica ruptura. 

Es en efecto el cierre definitivo de una larga era, toda vez que Barbados fue el campo de experimentación de todo lo que los ingleses pusieron en práctica. En primer lugar exterminaron a todos los indígenas, los arawaks, a partir del desembarco en 1625 del capitán John Powell, que proclamó la conquista y colonización del territorio, conocido por los antiguos ocupantes portugueses como Los Barbados, en nombre del rey Jacobo I. 

Lo más importante sin embargo fue la instauración de la esclavitud. Conforme al catedrático de Historia Imperial Richard Drayton, “es en Barbados donde los ingleses primero aprueban leyes, que distinguen los derechos de las personas a las que llaman “negroes” de las que no lo son. Se instaura así una práctica en términos de economía y derecho que después trasladarán a Jamaica, las Carolinas y al resto del Caribe”. Es, pues, el lugar de nacimiento de la esclavitud colonial británica, modelo replicado después y sucesivamente a los demás territorios conquistados en el “Nuevo Mundo”, especialmente a lo que hoy son los Estados Unidos de América. “Una sociedad esclavista regida con mano de hierro por las élites británicas”, según el historiador Hilary Beckles, quién describe cómo muchos de los colonos con buenos contactos y relaciones con Londres, “amasaron grandes fortunas con sus plantaciones de azúcar, merced a una fuerza de trabajo esclava y disponible, al tiempo que contribuían a convertir a Inglaterra en una superpotencia imperial causante de un inmenso sufrimiento”. 

La gran feracidad de la tierra y la abundancia de agua convirtieron a Barbados en una colonia preferente como destino de nobles y militares británicos, que llegaron a considerarla la “Little Britain” o la “Crown Jewel” del Caribe. Esa querencia por los maravillosos paisajes de la isla y de sus aguas, además de la hospitalidad de sus poco más de 300.000 habitantes, ha consagrado a Barbados como uno de los destinos preferidos de los viajeros británicos. 

En este 30 de noviembre concluyen así 396 años de una historia común, que artífices de la transición hacia la república, como el historiador y periodista Suleiman Bulbulia, afirman ha de ser contada y explicada a las nuevas generaciones. 

Barbados, como otros 53 países, seguirá siendo miembro de la Commonwealth, la comunidad de naciones del antiguo Imperio Británico. Pero, en la Plaza de los Héroes Nacionales, en Bridgetown, ya no estará la estatua del almirante Nelson, cuyo monumento presidió durante 208 años la diferente vida –plena de riqueza y bienestar para unos; de tristeza y desdicha para otros- de la capital y ciudad más importante de la colonia que fue cuna del esclavismo británico.

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