Biden en Oriente Próximo

Joe Biden

El presidente de los Estados Unidos, Joe Biden, pretende restaurar la posición norteamericana en Oriente Próximo tras las negativas consecuencias que tuvo la decisión de no prestar la atención debida a una región con lazos muy relevantes durante décadas. La nueva realidad norteamericana de ser autosuficiente en petróleo, gracias al fracking, le hizo mirar hacia el Pacífico, hacia el sudeste asiático pensando únicamente en sus propios intereses. Error. 

La ausencia casi total de Estados Unidos y de la Unión Europea, acuciados por una crisis económica que ha condicionado su política exterior en los últimos años, ha permitido el crecimiento de las ansias expansivas de los ayatolás iraníes en Yemen, Líbano, Siria o Gaza, y de Rusia, que ha utilizado la guerra de Siria para lograr asentar y fortalecer sus bases militares en Tartús y Latakia y experimentar y promocionar sus nuevos sistemas de armas. 

En estos momentos, hay una realidad muy diferente en la región tras la firma de los Acuerdos de Abraham entre Israel y Emiratos Árabes Unidos, Bahréin, Sudán y Marruecos, una iniciativa impulsada y firmada en Washington. En este primer viaje a Oriente Próximo, Biden puede jugar un papel relevante a la hora de dar un impulso notable para que Arabia Saudí se incorpore también al entendimiento y reconocimiento de Israel fortaleciendo, aún más, una realidad que ha permitido una rápida interacción y cooperación entre las sociedades de estos países en todos los sectores de la actividad económica, comercial, financiera, científica, sanitaria, universitaria, investigación, educación, nuevas tecnologías, cultural y deportiva. Además, los aspectos geoestratégicos de estabilidad política y de seguridad y defensa.  

Esta visita del presidente norteamericano supone un respaldo a su aliado Israel, con visita también a la Autoridad Nacional Palestina en Cisjordania, a pocos meses de las elecciones parlamentarias de mitad de mandato en Estados Unidos donde las encuestas no le son favorables a los demócratas. Su presencia va a fortalecer sus intereses en Oriente Próximo, ampliar la coordinación militar regional frente a Irán, cuando las negociaciones sobre el programa nuclear de Teherán no están claras, valorar la presencia militar USA en Irak y Siria, influir en el precio del barril de petróleo en un momento de Guerra Fría con Rusia donde Putin utiliza la energía como un arma más contra los europeos. Biden arriesga con su visita a Arabia Saudí. Aunque le da cobertura la reunión del Consejo de Cooperación del Golfo en Yeda, el encuentro con el príncipe heredero saudí, Mohamed bin Salman, es una apuesta por el proceso de modernización del país con la agenda 2030 y con las medidas de apertura y modernización que está adoptando. Biden tiene que reconocer otra realidad en Arabia Saudí con Bin Salman al frente.

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