Opinión

Cambio climático: el ser humano es culpable

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Si por algún casual la naturaleza (madre tierra o Pachamama según quien hable), cobrase vida y decidiese evaluar cómo se ha comportado el ser humano con ella, mucho me temo que sus conclusiones llevarían a nosotros humanos a la cadena perpetua o en el peor de los casos a una pena de muerte a largo plazo. Esta es la conclusión -fundamentada en datos y fuentes respetables- a la cual ha llegado el último informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC por sus siglas inglesas). La novedad es que, por primera vez, se responsabiliza al ser humano de ser el causante de la mayor parte de las anomalías climáticas que estamos viviendo y que este verano se han demostrado con fuerza: inundaciones en el centro de Europa y China, lluvia en Groenlandia y nevadas inusuales en el sur de Brasil son algunos de los ejemplos de tales fenómenos. 

Se puede rebatir por qué ocurren estos fenómenos: el centro de Europa (Alemania, Bélgica y Países Bajos) presenta un clima donde es normal que llueva, en Brasil ahora mismo es invierno y que haga calor extremo es típico del verano, además, cuanto más calor, mejor para el turismo, pues a mayor calor más visitantes. Sin embargo, estas afirmaciones ignoran algunos detalles climatológicos que han cobrado fuerza en los últimos años: las olas de calor son más extremas, llueve menos, pero con más fuerza y los incendios son cada vez más feroces y difíciles de controlar, como el que vivió la isla de Gran Canaria en agosto del 2019 y el que han sufrido en Ávila este verano.

Frente a estos desafíos que ya están para quedarse y siendo conscientes de que somos los culpables de ellos, toca hacerse dos preguntas: ¿qué podemos hacer para paliar el daño ya hecho? Y ¿cuáles son las consecuencias políticas de estas calamidades climáticas? 

Respecto a la primera pregunta, el informe es bien claro: tenemos que actuar ya para intentar paliar los peores efectos del cambio climático. Hay que “aplicar medidas inmediatas, contundentes y a gran escala para reducir la emisión de gases de efecto invernadero.” Ahora bien, esto no quiere decir que -en un mundo ideal- si aplicásemos las medidas ahora, se mejoraría la situación a corto/medio plazo (1-5 años). El informe indica que, aun aplicando estas medidas, la Tierra tardaría entre 20 y 30 años en recuperarse. Esto significa que si nos tomásemos verdaderamente en serio el cambio climático -empezando por reconocer su existencia- será una lucha a largo plazo, que no conseguirá beneficios inmediatos. 

La alternativa (no hacer nada) sería fatal no sólo para nuestra supervivencia como especie (aunque parezca macabro, el cambio climático mata), sino también por el agravamiento de fenómenos sociopolíticos como las migraciones y las guerras. 

Cambio climático: el ser humano es culpableRespecto a estos dos, resulta interesante destacar que al poco de publicarse el informe del grupo de expertos de las Naciones Unidas, apareció otro de Unicef- organismo de la ONU para la infancia- cuyo título es bastante explícito sobre quienes son los principales perdedores del cambio climático: “La crisis climática es una crisis de los derechos de la infancia” . 

A primera vista -y adoptando una mentalidad de país desarrollado-, podríamos decir que el informe de Unicef es catastrofista ya que los niños de los países ricos no sufren los efectos del calentamiento global: no hay (o no se tiene constancia según como se mire) de carestía de agua, no padecemos hambrunas por cosechas perdidas y el clima no impide que nuestros jóvenes tengan acceso a la educación. Sin embargo, los tres países en los que los niños están más expuestos a más riesgos debido al cambio climático y la degradación ambiental -República Centroafricana, Chad y Nigeria- son para complicar aún más las cosas, naciones con guerra civil (República Centroafricana) y con la plaga del terrorismo yihadista (Chad y Nigeria). Tampoco es que queden tan lejos, pues Chad está situado en el Sahel, actual campo de batalla del yihadismo y cercano a España. De hecho, es de esta zona de donde provienen la mayor parte de los migrantes irregulares que arriban a costas canarias y una buena parte de los que saltan las vallas de Ceuta y Melilla. Si ellos (entre los cuales hay menores) ahora están huyendo por la violencia, ¿se imaginan cuántos más podrían huir porque el clima se les ha hecho tan insoportable para vivir? ¿Qué tensiones sociales provocarían este tipo de migración irregular en los territorios españoles antes citados? Tal escenario no debería ignorarse por completo, pues como se ha expuesto antes, y aunque nos cueste reconocerlo, África está más cerca de España de lo que parece. 

Finalmente, no podemos terminar sin mencionar los futuros conflictos que podría traer un empeoramiento de la situación climática. Las guerras del futuro se pelearán no por el petróleo o los minerales, sino por el agua. Ríos y lagos se convertirán en las nuevas fuentes de poder. Sin llegar a las balas, estas tensiones se están viendo por el Nilo, donde Egipto, Sudán y Etiopía están contrariados por la Gran Presa del Renacimiento de Addis Abeba, la cual para el Cairo y Jartum supone un robo de las valiosas aguas del río de los faraones. ¿Se imaginan que estos países, los cuales cuentan con ejércitos sólidos, llegasen a las armas? Más allá de las tensiones que supondría para la mayor parte de la cuenca del Nilo y el impacto sobre el tráfico marítimo en el Mar Rojo , estaríamos hablando del primer conflicto causado por el control del agua, lo cual podría servir de indicador para las guerras del futuro. 

En conclusión, el informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático de Naciones Unidas culpó a los humanos como los principales responsables del cambio climático. Los fenómenos climáticos que han saltado a las portadas este verano, como las inundaciones en Europa Central y la nieve en el sur de Brasil demuestran que los fenómenos atmosféricos extremos vienen para quedarse. Aún se puede revertir el daño, pero la tierra tardará años en recuperarse. Las migraciones y las guerras son los dos fenómenos sociopolíticos que empeorarán si se sigue degradando el clima. 

En el caso del primero, veremos un nuevo tipo de migrante irregular (mayoritariamente menor): el migrante climático, aquel que huye porque el clima no le permite vivir. Una gran ola de este tipo de migración provocará tensiones sociopolíticas en los territorios españoles que viven de manera directa el este fenómeno desde África: Ceuta, Melilla y Canarias. Respecto a las guerras, un nuevo tipo de conflicto hará su aparición: aquel por el agua. Las actuales fricciones políticas que viven Egipto, Sudán y Etiopía respecto al uso y flujo de las aguas del Nilo sirven como aviso para el futuro, porque, aunque aún no se ha llegado a las armas, la causa de la discordia no es ni la política ni el terrorismo, sino un recurso que nosotros los ricos asumimos que vamos a tener al instante, cosa que queda en entredicho con lo antes descrito. 

Aunque no consigamos beneficios a corto plazo, si nos tomamos en serio el cambio climático, quizás leguemos un mundo más pacífico y limpio para nuestros niños, los que más sufren esta calamidad.