Opinión

Carta abierta al ministro Alberto Garzón: ¡ponga una vaca en su vida!

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Excelentísimo señor ministro de Consumo, don Alberto Garzón Espinosa, tiene usted toda la razón. Sus recientes palabras al periódico The Guardian publicadas en el rotativo británico del 26 de diciembre han sido manipuladas y tergiversadas por sus enemigos políticos, en un intento por desprestigiar su envidiable carrera política y su reconocido prestigio internacional como laureado economista.

Pero no conseguirán ni lo uno ni lo otro. Sus probadas cualidades de insigne hombre de Estado, defensor a ultranza de los agricultores, ganaderos y pescadores españoles, dejándose la piel y luchando a brazo partido contra las maquinaciones de la patronal y los banqueros sin escrúpulos, son conocidas y admiradas por todos y cada uno de nuestros compatriotas.

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Me atrevo a afirmar que sus continuos desvelos por elevar la calidad de los alimentos cárnicos y vegetales que ingerimos los españoles de cualquier región, incluidas las dietas con apetitosos y saludables platos a base de insectos, son incluso conocidos por la inmensa mayoría de los ciudadanos del mundo mundial y de los alienígenas de piel verduzca que habitan los planetas más allá del Sistema Solar.

Su ponderada crítica a los desmanes de la ganadería intensiva que practican los desalmados empresarios y autónomos que dan mala vida a las vacas, ovejas y cerdos provocan tal creciente impacto negativo sobre el medio ambiente y la calidad de la carne y la leche, que hasta ha merecido el aplauso del gran líder de Corea del Norte.

En el democrático, feminista y progresista país del que Su Excelencia añora el alto nivel de vida, a la vez que envidia la limpieza y cuidados que brindan a sus ganado bovino lechero y de carne, el joven y rellenito presidente Kim Jong-un presta una especial atención a la calidad de los pastos que alimentan a sus rumiantes, que además gozan de una gran libertad de movimientos, casi tanta como los norcoreanos.

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Leche, calor y carne

Para solventar la catastrófica situación que provoca la gran cantidad de macro granjas bovinas que asolan las tierras españolas y poner en marcha el modelo de ganadería extensiva y sostenible que su preclara mente preconiza, le propongo la iniciativa que paso a formularle.

Consiste en que las maquinarias de propaganda del PSOE y del PCE, en coordinación con el departamento de comunicación del ministerio de Consumo de su digna dirección, den a conocer a los cuatro vientos el plan “Ponga una vaca en su vida”.

Bajo el lema ¡Ponga una vaca en su vida!, el proyecto sería difundido por los canales de televisión, cadenas de radio y medios de comunicación que sienten verdadero aprecio por sus desvelos. La campaña mediática provocaría que millones de españoles se echaran a la calle con la intención de comprar y alojar una vaca lechera o de carne en sus domicilios, ya sean plantas bajas, pisos, chalets o apartamentos.

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Ministro, no tenga temor alguno en dar el paso de convertir a las vacas en animales de compañía. Son de mayor tamaño y pesan un poco más que los perros y gatos, pero proporcionan cariño, son besuconas y dan mucho calor, con el consiguiente ahorro de calefacción en invierno y el abaratamiento de la factura de la calefacción.

Con una vaca en su domicilio habitual, las parejas, las familias con niños y los solteros emancipados dispondrían cada mañana de leche fresca y recién ordeñada, que haría las delicias de chicos y grandes. La iniciativa es muy sencilla de llevar a la práctica. Basta con que en una de las habitaciones de un domicilio particular se habilite un pequeño establo, se disponga de un taburete para ordeñar y se tenga un recipiente donde volcar la leche.

La mejor ganadería extensiva es tener vacas en el hogar

Eso sí. Para la completa felicidad de las vacas, una vez al día habría que pasearlas por calles y plazas. El problema se presenta en los pisos, pero una generosa subvención para instalar un ascensor adecuado solventaría el problema de subir y bajas al rumiante. Algo así como unos 1.000 euros/mes, una miseria a efectos contables.

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Su Excelencia sería el artífice de la verdadera ganadería extensiva, que es aquella que se practica en el hogar, no le quepa la menor duda. Y pasaría a la historia del Partido Comunista de España y de Izquierda Unida, las dos formaciones políticas en las que ostenta importantes cargos, como “El Gran Alberto Garzón, el de las vacas chim-pom”.

La iniciativa crearía mercados de un potencial económico muy superior al de la inteligencia artificial, al aeronáutico y al financiero. Su Excelencia, que es economista, puede hacer los cálculos con gran precisión. Por ejemplo, los supermercados llenarían sus lineales con hierba, pastos y piensos para vacas, aumentaría el número de clínicas veterinarias y facultativos y aumentaría el amor platónico por los animales.

No le oculto los inconvenientes. Por un lado están los eructos de gases de metano que expulsan con frecuencia, que generan efecto invernadero. Por otro, las abundantes deposiciones solidas ‒las boñigas‒ y de pis, cuya eliminación generaría serios problemas a los ayuntamientos y sería una delicia para moscas y tábanos. Pero cobrando un nuevo impuesto al que el Gobierno tiene acostumbrados a los españoles, problema resuelto.

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Por último, habría que modificar las leyes y normas legales que impiden la existencia de vaquerías y granjas ganaderas en el interior de las poblaciones. Tal reforma legislativa sería la ocasión de oro para que se le incluyera en la lista de destinatarios de los informes del Centro Nacional de Inteligencia, como ya ocurrió con su compañero de filas, Pablo Iglesias. Y ya puestos, que el presidente Pedro Sánchez le incluya en la lista de la delegación española que asistirá a la cumbre de la OTAN de finales de junio en Madrid.

Sin otro particular, queda suyo afectísimo, el autor.

FIN