Crucial dilema para el país más poblado de África

Con sus 216 millones de habitantes, Nigeria no es solamente el país más poblado de África sino que también, a tenor de las proyecciones demográficas, será el tercero más poblado del mundo en 2050, tan solo por detrás de India y China. El país celebraba este sábado unas elecciones cruciales para su futuro, y por ende para todo el continente, en el que los 90 millones de votantes llamados a las urnas debían elegir a sus representantes en la Asamblea Nacional y el Senado, pero sobre todo al presidente, cuyas atribuciones ejecutivas le conceden amplísimas facultades.

Entre las pocas limitaciones que tiene está la de no poder prolongar su presidencia más allá de dos mandatos de cuatro años, lo que ha impedido presentarse a un tercer mandato a Muhammadu Buhari, y ha abierto la puerta a los comicios más reñidos desde la reinstauración de la democracia en el país en 1999.

Catorce candidatos se han presentado a estos comicios, aunque solo tres de ellos con verdaderas posibilidades de alzarse con la victoria. La proclamación del vencedor no es probable que se produzca antes de una semana, a tenor de las dificultades técnicas del recuento de votos, y la subsanación de los incidentes señalados a la Comisión Nacional Electoral Independiente (INEC), que han llevado incluso a habilitar el domingo para la celebración de votaciones en varios estados del país.

La novedad y lo crucial de estas elecciones con relación a las anteriores es que hay un candidato en liza que puede deshacer la tradicional pugna entre partidos de mayoría netamente musulmana. Se trata del cristiano Peter Obi, de 61 años, antiguo gobernador del Estado de Anambra, que, al frente del Partido Laborista (LP) preconiza un cambio radical en la lucha contra la corrupción, la inseguridad y sobre todo en la Administración, donde la minoría cristiana se siente discriminada, cuando no excluida, de los mejores puestos del funcionariado.

Obi encarna la tercera vía frente a la mano dura para mantener la “innegociable unidad nacional” y los que preconizan la violencia, o incluso “la agitación pacífica” para la partición del país. El sentimiento secesionista ha vuelto a resurgir en la región de Biafra tras haber sido supuestamente aniquilado a raíz de la guerra civil de 1967-1970, saldada con más de un millón de muertos. Figura prominente del mismo es Nnamdi Kanu, líder del movimiento Pueblo Indígena de Biafra (IPOB). Kanu fundó el IPOB en 2012, rechazando la violencia que preconizaban varios otros grupos separatistas, y enarbolando “la agitación pacífica”, que tampoco tuvo buena acogida por parte de las autoridades de Abuja. De hecho, hubo de huir del país y refugiarse durante cuatro años en Israel y Reino Unido, antes de ser detenido en Kenia y extraditado a Nigeria en 2017. Acusado de terrorismo y alta traición, y encarcelado, sorpresivamente un tribunal de apelación anuló el pasado 2022 todos los cargos que pesaban contra él, por “ilegalidad manifiesta” en su detención y extradición.

Aunque el candidato Peter Obi es abiertamente contrario a la secesión, su hipotético triunfo asestaría un golpe al IPOB, al demostrar que también un igbo cristiano puede ocupar la máxima magistratura del país. En tal caso, además, debería colmar el evidente retraso que la región registra con respecto al resto del país, especialmente en materia de inversiones, infraestructuras y transportes.

Los otros dos candidatos en liza a los que se enfrenta Obi son el exgobernador de Lagos, la capital económica del país, Bola Tinubo, del partido Congreso de Todos los Progresistas (APC) y el exvicepresidente Atiku Abubakar, del opositor Partido Democrático Popular (PDP). Uno de los mayores y más ricos empresarios del país, esta es la sexta vez que opta al escalón más alto del poder. Ambos son musulmanes y tienen las mismas ganas de ganar. Tinubo aceptaría muy a regañadientes una derrota, puesto que no se cansa de repetir que “es mi turno de gobernar”, eslogan que repiten machaconamente tanto los militantes de su partido APC como los que integran su amplia y personal red político-empresarial.

Sea quien sea el que gane, deberá hacer frente a los graves problemas de inseguridad, empobrecimiento y secesionismo que heredan del presidente Buhari. Este había prometido que dejaría un legado inolvidable para la historia. La realidad es que los datos que arroja el país mayor productor y exportador de petróleo del continente africano le desmienten en esos tres grandes capítulos.    

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