De la desconfianza institucional al populismo

DIPUTADOS

El paulatino abandono del diálogo y del entendimiento ha avivado los desencuentros y la pérdida de confianza entre los dos grandes partidos constitucionalistas, lo que ha supuesto la introducción en la escena política de un comportamiento que podríamos denominar “el enfrentamiento como rédito electoral”.

Desde aquel momento se ha ido acrecentando el deterioro del clima constructivo que caracterizó nuestra convivencia durante décadas, sustituyéndolo por la crispación en la manera de hacer política, y cuyos efectos más nocivos los comprobamos, entre otros, en la dilapidación del prestigio internacional, en la debilidad de la economía y en la decadencia de las relaciones sociales.
Nuestra convivencia está ahora regida por la retórica de la manipulación y la confusión, métodos que aplicados adecuadamente suelen ser eficazmente destructivos.

Por ello estimo que es urgente que los “líderes” desistan de la manipulación que supone aparentar la búsqueda de acuerdos que —al ser inaplicables—, les hacen aparecer como víctimas de la intransigencia del adversario; y de esa otra táctica, tan dañina como la anterior, consistente en hacer creer que toda relación política con el adversario contamina, es decir, en una especie de “noli me tanguere” sociológico, porque es extremadamente corrosiva.

Estamos viviendo una época marcada por la crisis financiera de 2008, consecuencia en gran medida de las políticas que hubieron de aplicarse para evitar el rescate de España por la Unión Europea.

Sus efectos agudizaron el descontento de los españoles por la incertidumbre de su futuro laboral, el recorte de los derechos sociales, el empobrecimiento de un amplio sector de la clase media y la falta de perspectiva de los jóvenes para labrarse un futuro.

Esa situación generó una gran desorientación, pesimismo y desconfianza de la sociedad en las opciones políticas tradicionales, debidas a la incapacidad que éstas mostraron para alcanzar acuerdos que solucionaran sus acuciantes problemas.

Esas fueron las razones que propiciaron la irrupción de populismos tales como los representados por VOX y Podemos.Pedro Bofill

Otro de los grandes problemas actuales es la deslealtad sediciosa ejercida por los independentistas catalanes contra la Constitución y su propio Estatuto de Autonomía, una actuación populista fundamentada en la discriminación de aquellos otros catalanes que no comparten sus criterios políticos, a los que han limitado sus derechos y libertades consagrados en el ordenamiento jurídico y los tratados internacionales.

Estas actuaciones son semejantes a las practicadas por la infausta dictadura franquista.

Aplicando métodos similares a los de los autoritarismos, los partidos independentistas se han empeñado en transmitir en el ámbito internacional un panorama falso de España, con mensajes tan torticeros como “los españoles impiden ejercer el derecho de autodeterminación al pueblo catalán” o “los catalanes se ven sometidos a la represión por los españoles”.

No entraré en lo falaz de estas afirmaciones que están enfocadas a la captación de adeptos ignorantes y desconocedores de la realidad, pero sí en denunciar la debilidad de los Gobiernos de España en el restablecimiento de la legalidad que ponga fin a la persecución y la generación de odio, y restablezca la libertad para todos los catalanes, también para los que se oponen a la independencia.Pedro Bofill

Por mi cercanía ideológica y mi procedencia catalana, dirijo esta crítica especialmente al actual Gobierno, del que nuevamente solicito que busque una alianza con fuerzas constitucionalistas y evite la indeseada presión a la que se ve sometido periódicamente por parte de los diputados independentistas a cambio de su apoyo.

Con ello, se eludiría también la humillación que a la gran mayoría de sus votantes nos causan las escandalosas declaraciones de Pablo Iglesias, hasta hace unos días vicepresidente del Gobierno, en favor de los agitadores que con sus movilizaciones han impedido que la mayoría de los catalanes pudieran ejercer sus derechos, eso sí, en nombre de una democracia que, como la que pregona con los sediciosos, es una democracia excluyente en la que sólo caben los que comparten los mismos criterios y ensoñaciones.

El espíritu tribal de los independentistas —que se dedican a perseguir a los que no comparten su dogma— es la base en la que se fragua el odio que precede al autoritarismo.

La persecución que sufren los intelectuales, los periodistas y en general las personas que discrepan de los criterios de los secesionistas catalanes es la demostración palpable de que buscan imponer un “régimen” cercenador del pluralismo que caracteriza a las democracias liberales, basado en un único pensamiento, el suyo. Es un ataque premeditado contra las instituciones y el Estado de derecho. 

Estamos asistiendo, lamentablemente, a la ceremonia de la confusión de ciertos comportamientos políticos que se basan en principios sumamente pueriles.

Cómo se explican si no las posturas generalizas de determinados partidos que estigmatizan a VOX, partido con el que no estoy de acuerdo, y no dudan, sin embargo, en pactar con ERC, que, junto con otros partidos independentistas, se ha convertido en el martillo de herejes de los discrepantes.Pedro Bofill

Una variante muy preocupante es la polarización instalada en la política actual sustentada en la falaz afirmación de que todo lo que no coincida con los populismos de izquierda o de los separatistas es franquismo; al igual que si no se está en la línea de los populismos de derechas es comunismo.

Resulta estremecedor que la simplicidad de esa animadversión se haya extendido al proceder de amplios grupos de conciudadanos, incluyendo en ellos a informadores y medios de comunicación, tal y como se ha puesto de manifiesto en las afirmaciones que justificaban la agresión a los representantes de VOX que fueron agredidos en un acto electoral.

Curiosamente no se criticaba radicalmente a los que vulneraban la libertad de expresión, sino que se atenuaba la gravedad de los ataques porque suponía una "provocación" expresarse en una zona territorial con una supuesta mayoría ideológica contraria.
Suena a aquella escandalosa afirmación de los años setenta con la que se atenuaban los abusos sexuales y violaciones  de mujeres aduciendo que eran ellas las culpables porque iban provocando al llevar minifalda.

Creo que en estos momentos de dificultades, agudizados por la temible pandemia que nos asola y sus consecuencias, ha llegado la hora de poner fin a la extendida  “adiaforización”, es decir, a la indiferencia moral de los comportamientos de muchos de los actuales líderes políticos y dirigentes sociales, una conducta que lamentablemente ha calado en las opiniones expresadas en las  redes sociales.

Resulta sumamente intranquilizador cómo ha arraigado el maniqueísmo más elemental en sectores de nuestra sociedad a los que se les presupone un alto nivel intelectual, que reducen la realidad a una simple oposición radical entre lo bueno y lo malo, siendo lo bueno aquello que yo pienso o represento, y lo malo lo que representan o piensan los otros.

Por desgracia, ese es el camino más rápido para poner fin a la convivencia civilizada y perpetuar los enfrentamientos de tan nefastos resultados como nos muestra la historia.

Es el momento de que exijamos la reposición de “la ética de la responsabilidad” y es hora también de acabar con la “dictadura de la mediocridad” que parece imperar actualmente en nuestro país, en España.

A ello seguiré dedicando, en la medida de mis posibilidades, todas mis energías y recursos intelectuales con la esperanza de que paulatina pero inexorablemente podamos recuperar el respeto y el sentido cívico necesario para consolidar la sociedad democracia avanzada.

Pedro Bofill, exdiputado y europarlamentario socialista.

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